-Está bien-dijo Greg-. Entiendo. Dentro de 70.000 años erupcionará un volcán. Destruirá casi la mitad del planeta.¿Pero dónde está? ¿Qué volcán es?
-Todavía-dijo Freeman-no existe. Se desarrollará durante 70.000 años casi sin que la humanidad lo advierta, o aun cuando lo advierta, no le prestará la suficiente atención. Algún artículo periodístico lo considerará una curiosidad, incluso una atracción turística. Pero, sabe, su erupción será tan grande que no quedará lava dentro de él. Así es, ya ni siquiera es un volcán. Es un simple cúmulo de rocas y minerales. Nada se mueve dentro suyo, ni en su superficie. Es un monumento a la quietud definitiva y el silencio. Sabe, ¿Imaginó usted alguna vez que podría ocurrir algo así?
-Pues la verdad-dijo Greg- yo ya quisiera regresar a mi casa y olvidarme de todo este asunto. Ya no sé si todo esto es real o si estoy enloqueciendo. Este lugar parece una pesadilla. No podremos escalarlo. Regresemos, coronel. Mire ese ave, gira sobre nosotros como un buitre esperando nuestra muerte. Sus ojos son tan negros como esa montaña. Todo aquí es nefasto, y fúnebre. Regresemos coronel, por favor. No me siento bien.
-No exagere-dijo Freeman-. Ya le expliqué lo que está ocurriendo. Sabe, debemos continuar. Por favor, póngase de pie y sígame.
Pero Greg no exageraba. Aquello realmente parecía una pesadilla. Incluso cuando comenzaron a pisar el suelo sobre el cual aquella gigantesca montaña tendía su sombra, el sol desapareció, pero no anocheció. El cielo siguió brillando, enigmáticamente, con un tono desvaído y amarillento, pero el sol ya no estaba sobre ellos. Y cuando esto ocurrió, algo, que parecía ser un pájaro negro, cruzó raudamente el cielo. Era una flecha, una flecha que acaso había sido lanzada desde el arco de algún guerrero maya o azteca, durante un combate contra españoles, o que tal vez provenía de una batalla aun más antigua e inescrutable.
Pero no era éste el momento más adecuado para indagar en estos detalles. Situaciones todavía más descabelladas podían sucederse si no detenían esta locura.
-No entiendo- dijo de repente Greg-. Si el futuro ya existe en alguna dimensión, y nosotros ya hemos llegado a la cima de la montaña y detenido la máquina, entonces todo esto no debería estar ocurriendo. Quiero decir que, si esto está ocurriendo, es porque nunca llegaremos a la cima de esa montaña, o que algo ocurrirá cuando lleguemos, algo que nos impedirá detener la máquina.
-Cierto-dijo Freeman-. Pero, sabe, no perdemos nada con arriesgarnos. Además, sabe, supongo que no podremos hacer nada hasta no encontrar al hombre que construyó esa máquina, pues sólo él conoce con precisión su funcionamiento. Tal vez hallaremos la manera de detenerla, si su mecanismo no es muy complejo, pero también tendremos que cerrar las fisuras que la máquina abrió, por lo que deberemos conocer su funcionamiento en profundidad, para lo cual precisaremos, inexorablemente, a ese hombre.

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El devorador de planetas y otras historias
Science FictionLos informes redactados por un hombre que está perdido en los laberintos del tiempo dan a conocer eventos insólitos que sucederán en el futuro, y la existencia de una criatura descomunal que puede poner en peligro a todo el sistema solar.