Abrazo

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El cristal chocando, el burbujear del licor de almendras, el golpear de las pelotas, hombres y mujeres hablando de temas triviales mientras juegan billar, poker, bolos, ruleta rusa, cortar o picar y otros más. Ese lugar de paredes cafes, con una iluminación casi buena y aromas a cigarro, alcohol, comida, sudor y sangre llenaban la fosas nasales de todo cliente que entrara a la vinatería del añejado abuelo Fisgón. Karma, Terasaka e Itona, disfrutaban de las especialidades de la casa —licor de cocoa quemada y pastel de frutas salvajes—. Se la estaban pasando bien, a excepción del pelirrojo, que desde ayer se encontraba de muy mal humor y todo se debía a lo que había pasado la celebración, se sentía un estúpido, más bien, es un estúpido. Tomo un trago de su licor y volteo a ver a sus amigos, aquellos dos tórtolos que fingían no ser nada cuando en realidad se les notaba en la cara que eran ya pareja. Suspiro. Miro el lugar y se fijo en el juego de cortar o picar y decidió ir a probar ese juego.

—Ahora regreso —comento mientras se levantaba de su asiento.

—Está bien —le contesto el rubio mientras seguía hablando con el pequeño de cabellos plateados azulados.

El ojidorado camino hasta la mesa donde se encontraban diez personas, el juez, dos eran concursantes y los demás espectadores. Era una chica de cabellos blancos con mechas rojas y la otra de negro con azul, las que competían entre sí. El juego consistía en pasar un cuchillo entre tus dedos, las reglas era simple, si alguno de los participantes se lastimaba perdía, o si solo era uno, tenía que durar más de veinticuatro minutos haciéndolo. El muchacho miro como la chica de cabellos negros se cortaba el meñique, siendo descalificada. Los espectadores felicitaron a la chica, Karma se acerco hasta la mesa y tomo el cuchillo en su mano, jugueteando con este.

—Chico, deja eso si no vas a participar —le ordeno el juez.

El pelirrojo lo miro de arriba a abajo y luego coloco su mano izquierda en la mesa y luego el filo del cuchillo a un lado de su pulgar.

—¿Quién dijo que no iba a jugar? —sonrió de lado.

El señor lo miro acomodo la mesa para una nueva partida.

—Las reglas son simples, mantengan la mano siempre pagada a la mesa, el cuchillo tiene tocar la madera sino no cuenta, una sola herida y están fuera, ¿Listos? —sus ojos violetas viajaron del pelirrojo a la chica, los cuales asintieron —. Muy bien empecemos lento.

Empezaron, iban lento hasta que la velocidad fue aumentando cada dos minutos. Karma iba ganando, se notaba porque iba más rápido que su contraria, que sudaba y se mordía el labio nerviosa. Él siguió con el juego como si nada hasta que al final la chica se termino cortando el dedo de en medio, pero no termino allí ya que Karma ya iba a sobrepasar el tiempo límite, lo cual sería un nueva marca. La puerta del pull se abrió, el cual provoco un chirriante sonido, el pelirrojo por mero instinto volteo a ver quien entraba y se llevo una gran sorpresa al ver entrar a Nagisa, vestido con unos pantalones negros, camisa blanca y chaqueta azul rey. Ya llevaba treinta minutos, lo cual lleno a los que veían su jugada de emoción, nadie había llegado tan lejos, pero no avanzo más ya que cuando vio al peliazul sentarse junto a un grupo de chicas y chicos, se hirió el pulgar, provocando que todos soltaran un par de maldiciones, al igual que él. Sin esperar mucho se alejo de la multitud que lo felicitaba para ir directo con el ojiazul. Estando enfrente de la mesa, recibió miradas de confusión y sobre todo una de enojo, pero las ignoro todas y se sentó a un lado de Nagisa, ignorando los reclamos y quejas de algunos.

—Hola —saludo.

—¿Qué haces aquí, Karma-kun?

—Solo quiero hablar contigo.

—¿De qué quieres hablar?, ¿Cuánto es que cuestan mis servicios? —susurro con sarcasmo.

Frunció el ceño el más alto.

DisgregarseWhere stories live. Discover now