Cruel

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Ya habían pasado seis meses desde que Karma y Nagisa se la pasaban saliendo. A veces iban a la vinatería, otras a fiestas, parques de diversiones, cine, al campo de entrenamiento o a veces solo se quedaban en casa de Karma para platicar, ver películas o solo perder el tiempo durmiendo abrazados.

Y para sorpresa de muchos Nagisa, el prostituto más codiciado de todos, ya no se acostaba con nadie desde hace ya bastante tiempo, lo cual era una gran sorpresa para todos sus clientes y es que no se lo podían creer. Algunos hasta se habían tomado el atrevimiento de reclamarle, pero claro está que no hacían mucho al ver como los ojos dorados del chico de melena roja los asesinaban o más bien los torturaba poco a poco, como si supiera sus puntos débiles, y así de simple, ya nadie se atrevía acercarse al pequeño.

También de ves en cuando salían en pareja con Terasaka e Itona.

Con todo esto contado y sabido era que los rumores de ese par de disgregados de alto nivel era novios se disparo por todos los tres fenecimientos, aunque no era algo de que sorprenderse, ya que, ¿Cómo se podía pasar desapercibido el ver a dos de los disgregados más conocidos pasar tanto tiempo juntos y no ser nada?, no era algo que se pudiera simplemente tomar a la ligera, pero para dolor de pecho de ambos chicos siempre tenía que negarlo cada que se lo preguntaban.

Se querían. Era tan obvio que el negarlo era casi ilegal, pero no se podía evitar. La seguridad de ambos era lo primordial. Aunque no era como si eso les impidiera andar besándose a escondidas en algún lugar deshabitado, después de alguna disgregación o en la casa del ojidorado. No habían pasado más de allí, ya que ambos no se sentían en condiciones de sobrepasar esa línea.

Hoy se encontraban paseando en el parque, disfrutando de un clima algo frio. Un cielo azul con una lluvia de estrellas sobre sus cabezas, lo cual no dejaba de ser hermoso a pesar de que cada semana hubiera una.

—Pide un deseo —comento Karma mientras abrazaba por detrás al peliazul.

—Que el nuestro mundo se detuviera y solo pudiéramos movernos nosotros dos.

—Oh... no me esperaba eso —sonrió.

Una leve risa por parte del menor hizo que el pequeño y torpe corazón del mayor latiera acogedoramente.

—¿Y tú?

—Mmm... —se quedo pensando un rato antes de darle vuelta al peliazul y colocarlo enfrente de él —. Desearía poder hacerte eterno —la comisura de sus labios se alargaron, mostrando esa sonrisa que hacía que el contrario se sonrojara.

—Pero si soy eterno, ¿Qué pasara contigo?

—¿Yo? —se encogió de hombros —. Verte todos los días me hace eterno —apoyo su cabeza en el hombro del contrario.

El órgano rojo que se encontraba protegido por sus costillas se encontraba palpitando a una velocidad que no era nada saludable. Y la sangre que corría por sus venas comenzó a subir hasta sus mejillas blancas, sus ojos se dilatados y el agua comenzó acumularse en sus parpados. Sus brazos temblaron pero aun así se animo abrazarlo, a lo que el ojidorado correspondió.

—Karma —susurro —. Te quie... —sus palabras se quedaron en el viento al ver a lo lejos como algo salía de la maleza y sin decir nada empujo al pelirrojo, el cual cayó estrepitosamente al suelo.

El sonido provocado cuando el aire se rompía se escucho haciendo quela guardia del chico de ojos dorados se pudiera en alto, pero cuando eso sucedió, su sangre se congelo al ver en el suelo a su chico.

—¡Nagisa! —intento acercarse pero una barrera se lo impidió —. ¡Nagisa! —volvió a gritar.

Con algo de torpeza el de hebras azules levanto la cabeza y sus ojos se aguaron más al ver al Karma intentando acercarse, pero que su campo de fuerza se lo impedía.

DisgregarseWhere stories live. Discover now