Olvida todo

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En definitiva odiaba las fiestas, el sonido fuerte de la música revotando en sus oídos, el olor agrio del alcohol, tener que sentir los cuerpos sudorosos de los otros contra el suyo, hacer de hipócrita con gente importante y sobre todas el saber que terminaría acostándose con algún congregar para así sobrevivir. Bufo. Pero eso era lo que hacía sobrevivir, no disfrutaba la vida, solo fingía hacerlo. Apoyo el codo en la barra para así descansar su cabeza en la mano. Se encontraba abatido y muy deprimido. Miro su copa de licor y tomó un leve sorbo, al menos podía ser positivo en algo, hoy no se encontraba vistiendo un ridículo vestido o falda, esa noche él estaba vestido como un chico. Aunque eso no lo alegraba mucho, porque sabía que Kayano solo lo había hecho para quedar bien con él. Pero podía intentar lo que quisiera de todas formas él jamás le perdonaría lo que le hizo a él y a su amado pelirrojo. Él único que le dio una brújula cuando se encontraba perdido en ese mundo de falsedades. No pudo evitar formar una leve sonrisa en sus labios, lo añoraba y de una manera exorbitante. Rememoro las cosas que hizo con él, mientras jugaba con su copa. Rio solo y luego una lagrima comenzó a caminar por su mejilla, cuando quiso quitársela, una mano le detuvo el brazo y con la otra le quito la lagrima. Intento apartar la mano.

—¿Por qué una bella dama como usted se encuentra llorando? —dijo una burlona voz.

Sin esperar mucho giro y cabeza y...allí estaba él. Y si no lo era, entonces se parecían mucho, a excepción de que él tenía los cabellos negros. Sus manos viajaron rápidamente a ese rostro que hace días que no veía. Palpo y acaricio como si fuera algo que se pudiera romper en millones de pedazos.

—Karma-kun...—dijo débilmente.

—¿Si?

—...soy un chico —se cruzo de brazos.

Una risa salió de los labios del "pelinegro".

—Lo sé —contesto abrazándolo fuertemente —. Te extrañe —le susurro.

Se mordió los labios y correspondió el abrazo.

—Te extrañe igual.

Desde ese ángulo los ojos dorados se movieron de un lado a otro vigilando que la peliverde no estuviera en su rango de visión, al igual contar los guardias, que le sorprendió no a ver visto muchos, pero no por eso bajo la guardia.

—Nagisa-kun —lo separo —.Tenemos que salir de aquí sabes, ¿Cuántos guardias hay?

—Doscientos treinta y cuatro y medio.

—¿Y medio?

Se encogió de hombros.

—A veces trabaja, a veces no, a veces tiene una pierna a veces no, ¿me explico?

Sonrió de lado.

—Entiendo. Entonces tenemos...

—No iré contigo —le dijo el contrario.

Los ojos del más alto de salieron de sus orbitas.

—¿Qué dijiste?

El menor suspiro y comenzó a temblar.

—Karma-kun —le cogió la ropa —. No iré contigo, no a menos de la forma en que planeas.

—¿Qué quieres decir?

—Planeas evitar a los guardias o atacarlos (en lo peor de los casos), ir a la salida y luego huir a otra parte de los fenecimientos, ¿Me equivoco? —levanto una ceja.

—Sonó más genial cuando se los dije a mis cómplices —pidió un licor.

Nagisa miro por encima del hombro del chico y noto que estaban llegando más guardias. Inhalo aire y luego tomo la mano de Karma. El cual lo miro extrañado, pero siguió, se acerco al oído de su contrario y susurro:

DisgregarseWhere stories live. Discover now