Burn me, love me

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¿Saben? Amo los dragones, de ahí ¡este mini fic! No tendrá muchos capítulos, pero espero que al menos sea entretenido.

Advertencias: Yaoi, incesto (Sí, bueno, Ichigo y Shiro son gemelos, qué demonios, ¿a alguien le detiene esto?) y mpreg. Sí, increíble. Una amiga me lo pidió y no pude negarme. Es una de las cosas más raras que he visto y escrito en mi vida. Por suerte la temática me ayuda. Para aquellos a los que no les gusta, de verdad, no se vayan aún. No va a haber nada raro (raro en el sentido de... no sé explicarlo. ¿En el mal sentido?), lo prometo. Denle una oportunidad, les prometo que esto es tan extraño para mí como para otros.

P.D: Se usa mucho en los fics por ser ficción (Sí, lo sé, yo también lo he escrito así y cada vez que lo hago se me pone una expresión de dolor (?)), pero usar la saliva como lubricante es muy estúpido. No lo hagan en casa (?).

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- ¡YA ES LA TERCERA VEZ!

Una chillona y potente voz retumbó en las paredes del templo de la Liebre y casi se podía apreciar como la madera se resquebrajaba levemente. Los pájaros que tranquilamente estaban dormitando en el tejado salieron volando del susto. Mientras, dentro del templo la dueña de tal grito movía su pie con impaciencia contra el suelo mientras sus brazos cubiertos en el kimono de color azul cielo se cruzaban a la vez que miraban a aquel que estaba recibiendo la riña con reproche. Ojos índigo ardían furiosos por la actitud pasota que el otro últimamente estaba tomando durante los últimos meses. Si le decía que era convocado inmediatamente por un asunto urgente, ¡allí debía de estar al momento! ¡No dos horas más tarde!

-No le des tanta importancia-el joven que estaba aguantando a la iracunda Liebre, provenía del templo del Dragón. Su piel y su cabello eran blancos como la nieve y sus ojos dorados de córneas negras podrían intimidar a cualquiera... Menos a la furiosa Liebre. No era como si hubiera faltado a las reuniones, ¿cierto? Sólo se retrasaba, bueno, un poco. ¿No?

- ¡No me vengas con esas! -contraatacó la pequeña aunque fuerte mujer. Las largas orejas blancas en lo alto de su cabeza se movieron furiosas-. ¡Si el mensaje pone 'urgente' es por algo, estúpido!

El Dragón miró hacia el techo, ausente, completamente ignorando las protestas de la Liebre. Ni que el asunto hubiera sido tan importante como para ponerse de ese modo...

- ¡¿Me estás escuchando Shirosaki?! -volvió a chillar ella al ver como el otro pasaba olímpicamente de lo que le estaba diciendo. A veces el Dragón podía ser insoportable. Es lo que pasaba cuando ella era diez veces más antigua que él... - ¿Puedes ser un poco más responsable en honor a tu templo? Más que la criatura de la sabiduría eres más bien la criatura de la 'pasotería'.

-Prefiero dejarle eso de la... ugh... sabiduría a Ichigo -meneó la mano en el aire y comenzó a caminar hacia la salida del templo, abriendo la puerta corredera de papel de arroz. La luz del atardecer entró en la habitación.

- ¿Cómo es que Ichigo te soporta? -la Liebre resopló, el mechón que estaba delante de su casa se elevó en el aire al hacerlo.

Shirosaki sonrió de oreja a oreja, una sonrisa que haría a cualquier estremecerse ya fuera de miedo o porque, literalmente, era un dios andante. Nah, Ichigo no soportaba en lo absoluto con su actitud, sin embargo, tenía sus métodos para calmar al otro dragón. El Dragón blanco se despidió sin más de la insoportable Liebre para emprender el camino de vuelta a su templo. No estaba muy lejos así que decidió volver caminando en su forma humana. Había un pueblo cerca y aunque su existencia no era desconocida prefería mantener su apariencia original en secreto para los humanos. Esas criaturas podían ser realmente impredecibles.

Hablando de seres impredecibles...

Entró en el templo para notar que Ichigo no se encontraba en el interior, así que salió al jardín trasero donde había un camino de piedras sobre un pequeño lago que daba a una plataforma en la mitad, cubierta con una cúpula. El suelo de la plataforma estaba cubierto de cojines de la más alta calidad sobre los cuales estaba dormitando una enorme criatura cuyas escamas eran de color negro obsidiana. Los rayos del atardecer reflejados en ellas lo hacían ver aún más majestuoso. Era curioso, sin embargo, que el otro guardián del templo del Dragón se encontrara en aquella forma. La parte superior de su cuerpo subía y bajaba con su respiración pausada. Su cuerpo estaba enroscado cual serpiente, sus patas delanteras recogidas bajo su cuerpo mientras la traseras estaban reposadas a los lados. Una mata de pelaje negro que recorría desde su cabeza hasta la mitad de su cuerpo se mecía suavemente con la brisa.

Two sides of the same coinUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum