Capítulo 4 Jugando

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No me gusta el café, sin embargo ya voy por la segunda taza. Es la hora del desayuno y todos están frescos y animados, yo por el contrario debo hacer verdaderos esfuerzos por mantener los ojos abiertos, ya no digamos el cerebro. Siento como si me cuerpo fuese el circuito y un centenar de motos hubiese corrido por encima de mí. Parece que el equipo ya es inmune al jet lag, pero para mí solo es la tercera vez, podrían inventar una vacuna para él. Como cuando viajas a algún país de África y te inyectan tropecientas, pues está igual, obligatoria para todo aquel que cruce su zona horaria. Pero hay que hacer pruebas así que no tengo permitido quedarme en la cama.

-¿Adicta a los cafés?-me pregunta Marc, que parece rebosante de energía y sonríe más de lo normal.

-Adicta a dormir ocho horas.

Él y alguien más ríen. No puedo sentirme más la nueva ahora mismo.

-Ya te acostumbrarás, yo tengo un montón de redbulls, si quieres te paso-me guiña un ojo.

-Ahórrate la publicidad, no hay cámaras delante.

Él se encoge de hombros y se mete otra magdalena en la boca, tal cual, entera.

-¿Eso entra en tu dieta? Te vas a poner gordo y por muchas mejoras que tenga la moto no podrá ir más rápida.

-Un día te llevaré a mi entreno diario, entonces me dirás si puedo llegar a ponerme gordo o no.

-Un día me llevarás a correr con la moto de carrera, otro a tu entreno, chico se te están acumulando las tareas, ¿algo más a lo que pretendas llevarme?

-Mmmmm, de momento no, te lo haré saber si se me ocurre algo.

Me acabo el último sorbo de café y me quedo mirando a la nada, con el dolor que se instala entre las cejas, el dolor del cansancio. Espero que cuando empiece el ajetreo me espabile, tengo que dar lo mejor de mí.

-Come.

-¿Qué?

-La falta de sueño se suple comiendo, no bebiendo café o redbull.

-La idea del redbull ha sido tuya.

-Come o no podrás acabar el día.

-No tengo hambre.

-O vas a buscarte comida o voy yo, lo digo muy en serio.

-Estás sonriendo.

-Pero mis palabras no sonríen, ellas están más serias que un rey anunciando guerra.

Yo niego con la cabeza, por lo que decidido se pone en pie y se dirige a la zona del bufet. Yo lo sigo apresurada.

-¿Qué quieres? ¿Donuts, croissant...?

-Marc, solo de pensar en comida me dan ganas de vomitar.

-Pues mira aquí tienes fruta, la fruta siempre entra, plátano, pera, piña, la piña es digestiva ¿no?

Me pone un trozo en el plato, también de melón.

-Ahora necesitas algo de azúcar.

-La fruta contiene mucho azúcar, de hecho, la fructosa.

-Rectifico, ahora necesitas algo de chocolate, ¿qué prefieres?

-Nada.

-Esta napolitana rellena, entonces. Si no puedes con ella ya te ayudaré a acabártela.

Cuando nos sentamos de nuevo en la mesa me percato de que somos el blanco de miradas de todo el equipo. Ya sé lo que deben estar pensando, que en vez de trabajar la moto me estoy trabajando al piloto, pero yo no le he pedido nada, es él. Siempre se tiende a pensar que si una mujer consigue un puesto importante es porque ha tenido que ligarse al jefe.

Serendipity (Marc márquez)Where stories live. Discover now