08: Londres.

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Hola, ¿Cómo están? *nadie responde*

Sé que demoro mucho en actualizar pero hoy es especial, terminé el capítulo ayer peeeero hoy Twitter cumple un año así que esperé hasta las doce; así es, hace un año publiqué la primera entrada y ¡ay! Me emociono :')

Por eso Harry narra hoy, es su historia ¿Cierto?

En fin, comenten chicas, díganme sus opiniones-Hasta luego :)

***

-Mamá, no le hagas muchas preguntas ¿está bien? La vas a poner muy nerviosa, y se ve tan adorable pero quiero que se sienta cómoda. -le dije a mi mamá a través del teléfono.

-Mi bebé está tan enamorado. -ella rio por la otra línea. Le gustaba avergonzarme.

- ¡Mamá! -no tenía remedio. -Nada de bebé, ya soy un chico grande. Tengo una novia. -al parecer lo que dije la hizo reír aún más. Sé que aún era su bebé...

- ¿Ya llegaste al aeropuerto? - me preguntó justo al momento en que doblaba hacía la izquierda y ver el aeropuerto a mi vista.

Aparqué y me puse mis lentes camuflado junto a un gorro de lana. Heathrow era muy grande, pero sé que igual sabrán que me encuentro ahí. Alguna vez me gustaría ir a recoger a Liv, como una pareja normal; ver como corre hacía mí al instante en que me ve, rodearla con mis brazos mientras le doy suaves giros y la besó como bienvenida. Pero no podía darse así, tenía que ser cuidadoso y rápido, no quería estropear su primera vez en Londres.

Miré la hora, el avión debería haber aterrizado hace media hora; solo esperaba que Liv haya llegado sin problemas y tendré que disculparme por el retraso, siendo culpa del tráfico. Bajé y caminé sin mirar a las personas, crucé la gran entrada ¡demonios que si hacía frío! Debí traerme otro abrigo en caso de que la pequeña descuidada no haya viajado abrigada, se lo advertí.

Vi un gran grupo de personas hablando y rodeando a alguien, entré en pánico. ¿Si la tenían rodeada? ¿Si estaban siendo agresivos? Caminé decididamente a empujar a todos si es que estaban comportándose mal con mi novia, eso si no lo permitiría.

Una mano fría tomó la mía antes de llegar hasta ellos, me estremecí por el frío tacto puesto en mi piel; volteé encontrándome con Liv, quien era la que sostenía mi mano y no sabía si alegrarme o enojarme con ella.

-Dios Liv, ¿Por qué nunca me haces caso? -no pude quedare callado. -Mira cómo estás, te dije que aquí hacía mucho frío. -sé que tenía un ceño fruncido ahora mismo, pero se lo había dicho.

Liv estaba frente a mí con las mejillas y nariz rojas; sin mencionar el ligero suéter que traía puesto, era obvio que moría de frío en ese momento. Me importó una mierda la gente y me saqué el abrigo junto al gorro, acomodando su cabello y abrochando los botones de mi abrigo. Pude ver su rostro apenado por mi reacción y también aliviada por vestir algo más cálido.

La besé sujetando sus aún frías mejillas, para después agarrar sus manos y tratando de calentarlas un poco con mi aliento, les di unos besos también y me volteé para hacerme cargo de su equipaje.

Aún seguía algo molesto, nunca tomaba en cuenta este tipo de cosas cuando se las decía.

-Vamos por aquí, ya están empezando a tomar fotos. -lo que me faltaba, le quité de las manos su bolso y con la otra sujete su valija.

Caminé delante de ella, ya que yo era el que conocía el lugar; no dije ni una palabra más. Después de cruzar la puerta de salida del aeropuerto volteé a verla, su rostro apenado se había convertido en que no supe descifrar. No era por mi ¿cierto?

Subí sus cosas y le abrí la puerta, cuando yo estuve en mi asiento empecé mi marcha dispuesto a salir del estacionamiento.

- ¿Puedes decirme por qué no pudiste abrigarte como te lo sugerí? -traté de sonar calmado. -Lo menos que quiero es que agarres un resfriado, espero que en serio hayas traído cosas abrigadoras y también me escuches la próxima vez que...

-Harry, cálmate ¿de acuerdo? -me interrumpió.

- ¿Qué me calme? -estaba calmado. -Estoy molesto porque no tomas en cuenta las cosas que te digo, en algo tan simple como es abrigarse.

-No tenía frío. - ¿No tenía frío? Si parecía un jodido cadáver.

-Oh, no tenías frío. ¿Por qué estas usando mi abrigo entonces? -solté irritado. ¿Qué le costaba aceptar que no había sabido escuchar?

-Ahí tienes tu abrigo, - La vi deshacerse de mi abrigo y aventármelo en mi regazo mientras seguía conduciendo. -Yo puedo hacerme cargo de mi misma. -omitió molesta, muy molesta. ¿Ahora era mi culpa?

-Entonces abrígate para la próxima vez.

-Yo decido eso, ¿no crees?

-Como digas. -intenté sonar despreocupado.

-Bien. - ¿Por qué siempre quería tener la última palabra?

-Bien. -finalicé la discusión.

Enfoqué mi vista en las calles, necesitaba relajarme un poco. Esta no era la bienvenida que esperaba darle, no la había visto desde antes de navidad; no quería que recibiéramos el año nuevo en unos días molestos el uno con el otro.

- ¿Quieres comer algo? -pregunté, minutos después.

Hubo silencio.

-No, no tengo hambre. -sentenció seria.

Minutos después volví a hablar.

- ¿Quieres conocer algo en especial? -pregunté otra vez. -Estamos cerca de muchos lugares famosos.

Esta vez no dijo nada, suspiré y seguí conduciendo.

-Mira, estamos a pocas calles del Big ben; espero que hayas traído tu cámara. Ahí puedes...-

-No quiero tomar fotos hoy. -dijo cortante mirando aún a su lado de la ventana.

Me rendí, y me dispuse a conducir a Cheshire; nos quedaban casi cuatro horas de viaje por delante encerrados en mi auto, en completo silencio.

Había recorrido ya muchas veces este camino solo y a veces en compañía de mamá o Gemma. Me había imaginado el viaje junto a Liv cantando las canciones de la radio, compartiendo comida o haciendo de guía de turismo para ella antes de partir a Cheshire; incluso había leído hechos históricos de cada lugar al que pensaba iríamos, al parecer eso no pasaría...

Me quedaba una hora para seguir conduciendo; me dirigí a la gasolinera más cercana para abastecer mi auto, cuando estuve a un metro fuera de este la observé. No lo había hecho desde hace un buen rato, estaba dormida con el rostro inclinado en dirección a la ventana. Regresé al auto y abrí cuidadosamente su puerta para evitar que cayera; me estiré hacia me abrigo, el que me arrojó horas antes, y la observé con sus labios rojos y sus mejillas rosadas mientras la cubría con mi cálida prenda.

Cerré la puerta y mientras el tanque se llenaba entré en la tienda de la misma propiedad; escogí botellas de agua, unos sándwiches empaquetados y por supuesto, los dulces y chocolates favoritos de Liv.

Caminando de regreso al auto la observé, nunca me cansaría de hacerlo. Durmiendo se veía tan perfecta y a la vez tan indefensa. Recordé sus palabras horas atrás, ella decía que podía hacerse cargo de ella misma, y no lo dudaba, claro que podía.

Pero creo que ella aún no se daba cuenta de que por más fuerte que ella sea, yo quería protegerla de todo, hasta del resfriado más indefenso.



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