01: Juntos.

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Sonreí para mi mismo mientras sostenía la última caja por ingresar, caminé por mi pequeño jardín y finalmente deposité la caja en el suelo mientras suspiraba en alivio, ya que era la última.

Crucé la sala de estar que se encontraba llena de algunas cajas casualmente regadas en el lugar, nunca me había alegrado tanto ver cajas desordenando mi sala porque sabía lo que significaba y eso me hacía sonreír como nadie tenía idea.

Me dirigí a la cocina y la encontré de espaldas.

Mi Olivia.

Buscaba entre todos los cajones a su alrededor mientras bufaba por lo que supuse al no encontrar lo que buscaba.

—¿Qué buscas, amor? —me coloqué detrás de ella mientras envolvía mis brazos a su alrededor. Me apoyé en su hombro antes de besarle la mejilla, a la vez que ella reía mientras me decía las cosquillas que le producía.

Me encantaba hacerla reír.

—No encuentro ningún cuchillo. —soltó desganada. —Quería picarte algunas frutas, para cuando hayas acabado de meter todas las cosas.

—No llevamos ni un día aquí, —le respondí mientras rebuscaba en las gavetas más altas, dando con los cubiertos y alcanzándoselos. —así que no sabemos donde han ubicado las cosas. Pero ya tendremos el tiempo suficiente para ubicar todo a nuestro gusto. —regresé a abrazarla.

—Quiero que esto se sienta como nuestra casa, por eso quiero ordenar todo en estos días lo más rápido que pueda. —dijo.

—Ya tengo todo lo que necesito para sentirme en casa, aquí en mis brazos. —dije aliviado de que no vea mi rostro avergonzado por aquellas palabras.

Me había vuelto tan cursi, ella me volvía cursi. Y no me importaba serlo, por ella.

Habíamos escogido establecernos en Londres, aunque estaríamos de vez en cuando alternando viajes hacia su ciudad, Cheshire y Los Ángeles.

Las cosas habían cambiado constantemente al pasar de los meses y se habían tornado de la mejor forma en algunos aspectos: el último álbum había sido un éxito, ya nos encontrábamos en nuestro esperado descanso pero no perdía la oportunidad para escribir y juntarnos en el estudio de vez en cuando.

Así mismo, luego de que Olivia escuchase la canción aquel día no había dejado de cantarla y remplazarla por mi nombre mientras me hacía bailar junto a ella. Oh, también ya no se molestaba o me golpeaba por llamarla así, lo había logrado.

Ella amaba su nombre, aunque estaba seguro que no lo hacía tanto como yo la amaba a ella.

¿Ya había mencionado lo mucho que me encantaba verla y oírla reír?

Me tomé el tiempo de bajar todas las cosas de la cocina que se encontraban muy altas sobre su altura, aunque no me molestaría verla con sus adorables pucheros mientras se negaba a pedir mi ayuda. Ella no era baja del todo. Si lo pensaba, Olivia tenía la misma altura de Gemma; pero como ella decía, yo era él que era demasiado alto o usando sus palabras exactas, una jirafa con rulos.

Cuando menos lo pensé, la había perdido de vista. Me encaminé habitación tras habitación con paredes vacías, que se convertirían en testigos inanimados de nuestros futuros recuerdos aquí.

Cuando estuve buscando lugares para nosotros, lo hice sólo la mayor parte del tiempo. A veces iba acompañado pero Olivia nunca estuvo ahí. Quería que la sorprenda, y eso añadía alguna especie de presión al momento que entraba a cada espacio en venta. Quería que sea perfecta.

Para ella.

Para nosotros.

¿Cómo finalmente di con este lugar? Realmente no recuerdo cómo, recibía miles de sugerencias día tras día que incluso pensaba mandarla a construir desde cero, pero quería encontrar algo cuanto antes.

El primer día que entre a esta casa, Ella y yo habíamos peleado por teléfono ese día; debió ser algo casual y sin importancia al no recordarlo ahora, pero de eso se trataban la mayoría de estas. Podría reír en estos momentos y apostar que era algo realmente tonto, a veces ella era tan testaruda y sarcástica que me hacía perder la paciencia. No existía nadie que me hiciera perder la cabeza tan rápido como ella.

Había estado de mal humor, sobretodo para ver lugares todo el día. Había recorrido alrededor de cuatro lugares antes de abrir la puerta de este lugar, cuando mis botas resonaron con el suelo fue todo tan distinto. No por el material del piso, ni por algún aspecto estético del lugar.

Me había invadido un familiar olor a vainilla y canela, a medida que recorría cada espacio; lo que me hizo fácilmente imaginarla dentro de estas habitaciones, al despertar, al dormir, veladas casuales, momentos especiales. Contenía la esencia perfecta.

Muy familiar a ella.

Por lo que no dude en comprarla, así que aquí estábamos.

Cuando caminé a la habitación que se convertiría en una especie de estudio y biblioteca, la encontré. Sentada sobre sus pies descalzos, sacando libros mientras los apoyaba en el suelo junto a ella. Me apoyé junto al umbral de la puerta, observando el panorama de la habitación junto a ella.

—Espero que no seas de aquellos que los ordenan alfabéticamente. —solté mientras le sonreía, refiriéndome a los libros.

—Ahora que lo mencionas, lo haré. —me respondió también sonriendo.

Disfrutamos del silencio unos minutos, hasta que nuevamente hablé.

—¿Te gusta? —pregunté.

—¿Mhh? —dijo concentrada en abrir la siguiente caja. Me acerqué sentándome detrás de ella, atrapándola entre mis brazos mientras la mecía suavemente.

—Nuestra casa, ¿Te gusta? —repetí la pregunta. Nuestra, sonaba muy bien.

—La amo, es perfecta. —dijo mientras ponía sus ojos en mí. —No puedo creer que lo hayas logrado, —soltó. —me sorprendiste Styles.

—Yo no puedo creer que me hayas hecho esperar un año después de que te propuse vivir juntos. —dije con un rastro de amargura fingida, provocando que se ría silenciosamente mientras depositaba un beso en mi mejilla.

El día que le dije que se mude junto a mí se quedó en silencio, lo que me hizo entrar en pánico. ¿Era pronto? Yo no lo veía así, pero cuando ella rompió a reír a través del teléfono y luego aceptó olvidé mis suposiciones.

Pero luego ella dijo que no lo haríamos inmediatamente, eso tomó alrededor de un año. Había pasado casi un año desde ese día, para estar aquí finalmente.

—Lo siento por eso. —se disculpó. —Créeme que ese día tenía ganas de hacer mis valijas en ese mismo instante; pero esas son cosas que se piensan y se realizan con tiempo. —dijo mientras pasaba las páginas de un libro. —Quería hacerlo bien. Quiero hacerlo todo bien contigo.

Sonreí.

La primera vez que vi a Olivia en persona, fue en aquel concierto a través de la multitud. La veía bailar mientras cerraba los ojos y susurraba letra tras letra. Recuerdo que en lo único que pensaba en ese momento era que no me encontraba lo suficientemente cerca de ella, a pesar que se encontraba en las primeras filas.

—Las cosas a veces irán bien, como otras veces irán mal; —dije todavía abrazándola. —pero para eso estoy aquí. Para hacerlo juntos.

La besé lentamente, sin prisa.

Teníamos todo el tiempo del mundo para amar, aprender, equivocarnos, e incluso pelear; pero después de todo, lo haría junto a ella.

Juntos.

Y pensar que Olivia solo quería que le responda algún tweet...



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