Capítulo 5

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—¿Qué?— grité — ¿Australia?—repetí tratando de convencerme

El me miro y se fue dejándome muy confundida. Fui a abrir la puerta para pedirle explicaciones pero fue imposible porque otra vez me había encerrado.

—Bastardo -  grité furiosa

Me senté en el piso tratando de recordar algo pero no pude me dolía demasiado la cabeza así que me recosté en la cama y quede dormida. Una suave voz me despertó cuando abrí los ojos vi a una señor mayor mirándome

—Está la cena servida, puede bajar— mencionó la  mujer. 

—No conozco la casa—dije con vergüenza

—Entonces sígueme— y eso hice. Comenzamos a caminar por un corredor blanco, parece que le gusta demasiado el blanco, bastante extenso donde habían muchas puertas, bajamos las enormes escaleras y estaba la sala muy moderna, este simio sí que tiene gusto.

—Por aquí señorita—dijo mientras me señalaba el camino

—Claro—dije. Entre a un inmenso y hermoso comedor y en la mesa estaba el simio sentado esperándome

—Buenas noches—dijo el simio

—serán para ti— dije con enojo

—Siempre tan amigable— le estaba causando gracia

—Siempre tan idiota— dije con indiferencia

—cuida tus modales, no se dicen palabrotas en la mesa

—No sabía que tenías modales—dije, él negó con la cabeza y comenzó a comer y yo hice lo mismo. La cena transcurrió en silencio solo se escuchaba el ruido de los cubiertos, cuando termine estaba levantando mis cosas pero su voz me detuvo

—deja que lo haga la sirvienta, Esmeralda— grito y la señora que me despertó entro por la puerta y comenzó a recoger lo que estaba sobre la mesa

—¿ no quiere que la ayude?— le pregunte

—no mi niña, yo lo hago—¨mi niña¨ me dijo tan dulcemente. No le hice caso e igual la ayude a llevar todo a la cocina que por cierto era enorme.

—parece que eres muy testaruda—dijo mientras me regalaba una sonrisa yo le devolví la sonrisa y me quede ahí conversando con ella. Cuando termino le pedí que me mostrara la casa, porque la verdad era enorme y no quería perderme, era mejor conocer bien el lugar si quería escapar.

El lugar que más me gusto fue la sala de lectura, era como una enorme biblioteca con muchos ejemplares, busque y entre ellos encontré mi libro favorito de Paulo Coelho.

—me voy mi niña, si me necesitas estoy en la cocina —le sonreí y ella se fue. Me quede mirando mientras tocaba a cada libro. No hay nada mejor que un buen libro y creo que de ahora en más van a ser mi única compañía .

—Puedes venir aquí cuando quieras—me gire y vi al simio recostado sobre la puerta

—Recuerda entonces, no encerrarme—solo lo dije para que no se le olvide

—Intento que haya paz entre nosotros ya que vamos a tener que convivir—dijo el

—No tendríamos que convivir si tu no me hubieras secuestrado—dije con repudio

—No te secuestre yo te compre— ¿acaso me estaba tomando el pelo?

—eso no cambia nada, estoy aquí en contra de mi voluntad. Que cínico que eres. ¿acaso te escuchas lo que dices?¿quieres que este en paz contigo cuando estoy prisionera en esta casa?—digo y el se encoge de hombros— eres más idiota de lo que pensé. - No vi cuando me pego contra la pared quedando nuestras caras a centímetros.

—no vuelvas a insultarme, estoy tratando de ser paciente y te lo advierto no querrás que pierda la paciencia -  dijo esto y se fue dejándome alterada y muy enojada.

Vendida al mejor postorWhere stories live. Discover now