Capitulo 13

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Kyle miró fijamente el mar azul oscuro que se extendía ante él. Lo del vertido de los residuos había sido una idea estupenda, lo sabía, pero se sentía inquieto igualmente, como si algo no encajase.

 El armador albanés, un tipo de traje y corbata que apestaba a sudor y a cerveza, y que tenía la mirada como los ogros de los cuentos, gesticulada continuamente para suplir sus carencias idiomáticas. Kyle no tenía necesidad de escucharlo, conocía el procedimiento porque había hecho uso de él otras veces, aunque para liberarse de otra clase de residuos.

 —¿Tú entender? —preguntó el armador, poniéndole una mano en el brazo. Kyle lo retiró instintivamente, con cara de rabia.

 —No me toques o te meto una bala entre ceja y ceja, ¿entiendes ? —exclamó para descargar la tensión. Landon tendría que haber estado allí, tal y como había ordenado Seth, pero no se había presentado y a Kyle no le gustaba tratar con aquella chusma sin nadie que le cubriera las espaldas. Tan sólo quería cerrar el trato deprisa y marcharse.

—Perdona, amigo —dijo el albanés, aunque, a juzgar por la sonrisa maliciosa en su cara, no parecía sentirlo en absoluto. Desde que se habían encontrado en el puerto, había estado mirando a Kyle con ese aire divertido. Éste continuaba inspeccionando los alrededores, porque sabía, o mejor dicho, sentía, que el tipo no estaba solo.

—Perdona una mie’rda —replicó sacando la pistola del bolsillo de atrás de los vaqueros—. Borra inmediatamente esa sonrisa de tu cara o te la borro yo.

—Yo no broma —respondió el hombre a la defensiva—. Yo quiero dinero. Hacer trabajo limpio.

‹‹Limpio.››

Kyle siguió apuntándole con la pistola.

—Entonces ya sabes cuáles son las condiciones. ¿Cuánto tardarás en encontrar un barco adecuado?

 El albanés se encogió de hombros.

—Creo un mes. Posible seis semanas.

—Un mes está bien —replicó Kyle—. Ni un día más.

—Pero yo no puedo estar seguro, tener que ir antes a Kavaja para hablar con mis amigos —dijo el hombre—. Tú sabes que yo no puedo llevar barco vacío. Traemos personas con barco y luego tiramos carga.

—A Seth Townsed no le interesan vuestros negocios —dijo Kyle—. Os hemos ofrecido un montón de pasta, ahora esperamos que todo se haga según nuestras necesidades. Un mes, ni un día más.

El albanés entornó los ojos y escupió al suelo.

—Tú demasiado joven para hacer negocios con nosotros. ¿Por qué Seth no está aquí?

Kyle escuchó algo moverse a sus espaldas. No se giró y continuó apuntándole con la pistola, el brazo inmóvil y la mano firme. Si le disparase desde esa distancia, le volaría esa cara tan horrible.

—Dile a tu hombre que baje el arma.

—Tú apuntas con pistola. Pero yo soy amigo —dijo el albanés.

Kyle escuchó el clic del seguro de una pistola al ser liberado. Detrás de él había alguien que lo tenía en el punto de mira, pero si se giraba, el albanés tendría una oportunidad para saltarle encima.

—Si eres amigo mío, eres amigo de Seth —dijo, recalcando las palabras—. Pero si se entera de que me has amenazado, no creo que se ponga contento.

El albanés lo escrutó un segundo y luego hizo un gesto en dirección a su cómplice.

—De acuerdo, un mes —consintió—. Llevo barco a puerto y tú traes hombres.

Die TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora