21: Príncipe.

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30 de julio.

No tenía idea de que había lugares tan bonitos en Australia y que al mismo tiempo fueran tan importantes para el país. No sabía cómo se llamaba el lugar, lo único que sabía era que estábamos en la que fue la primera biblioteca de todo Australia.

El lugar era enorme, toda la madera vieja de color chocolate, los ventanales con figuras que desconocía, y los enormes candelabros en el techo. Sentía que estaba en la época de la revolución inglesa.

Todos acordamos en venir aquí y nos separamos para buscar algún Libro pequeño que pudiésemos leer en ese rato. No había visto a ninguno de los que venían conmigo en más de una hora. Tal vez todos estaban muy sumergidos en su lectura.

Media hora después vi cómo Karly venía caminando hacia mí. Le di una sonrisa, la cual se esfumó al sospechar que había estado llorando.

— ¿Qué ha pasado, cariño? — Le pregunté preocupado y ella me sonrió sacudiendo su cabeza.

— El Libro que elegí me ha hecho llorar, no es nada— Dijo moviendo su mano en un ademán que le restaba importancia.

— Cuéntame sobre qué trata— Le pedí.

— Te vas a reír.

— ¿Por qué debería reírme? —Pregunté y ella suspiró.

— Es una historia sobre un Príncipe y una plebeya que se enamoran, pero obviamente, siempre va a haber algo que impida su amor— Me explicó y asentí.

— ¿Y eso es lo que te ha hecho llorar? — Pregunté curioso, era conmovedor, pero al menos a mí no me haría llorar.

Ella miró hacia el suelo un momento y después me miró y se sentó en un sofá que estaba frente al que yo estaba sentado.

— Es solo que... me he puesto a pensar en todas esas personas de esos siglos pasados, en donde muchas mujeres contraían matrimonio con Príncipes que no las amaban, ni ellas a ellos— Dijo— O de los amores que no podrían ser una realidad, como la historia de este Libro— Dijo levantándolo en su mano— O de las mujeres que tienen a un militar como esposo y deben verlo partir en batallas— Murmuró— En cómo muchas personas no podem... pueden asegurar que tendrán a alguien a su lado, porque saben que no van a estar ahí siempre... así como le pasa a la plebeya de este Libro.

— Ay mi vida— Murmuré— Ven aquí.

Ella se levantó del sofá y le hice un espacio en el mío.

— Es algo desafortunado para esas personas, pero no te pongas así ¿está bien? — Le pregunté y asintió, le di un pequeño beso— Debemos de agradecer que nosotros estamos aquí, felices.

Ella me miró fijamente a los ojos, por un momento pensé que ella quería llorar de nuevo, pero luego ella me dio una sonrisa triste y miró fijamente al suelo. La abracé, pude captar el aroma de su perfume. Lavanda.

Sí, aquí— Susurró más para ella misma, pero pude oír la tristeza en su voz.

No pregunté.

***

Íbamos en un taxi Karly y yo, detrás de otro taxi en el que iban Marcela y Félix. Íbamos de vuelta al hotel para conseguir algo de comer en la cena.

— Sabes Harry, has cambiado tanto tu manera de ser desde que llegaste a la granja— Me dijo ella mientras veía por la ventana del taxi— Tu personalidad.

— Ni siquiera yo sé cuál es mi verdadera personalidad... ¿un chico estudioso? ¿un chico fiestero? ¿un chico tímido o extrovertido? creo que tengo doble personalidad— Le respondí y ella rio Ligeramente.

Angelic Organics (h.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora