5. Policias sexys.

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Brooke

Hoy es día de shopping, ¿verdad? Como buena orgullosa compradora compulsiva, pasiva agresiva, viendo que no puedo controlarme al comprar, salgo con diez bolsas en cada mano.

— Señorita, ¿necesita que la ayude? —pregunta un buen hombre viendo que no puedo abrir la puerta de salida.

— No —contesto al instante.—, gracias. Yo puedo sola —Hago fuerza para abrir la puerta. Lo logro. En la salida está el guardia de seguridad del centro comercial. Veo que me mira de reojo— ¿Qué? —pregunto efusiva.

— Nada.

— Vamos, pregunta. Sé que quieres hacerlo.

— Esas son muchas bolsas, señorita.

— Lo sé.

— Es la tercera vez que viene en el día.

— Lo sé —digo orgullosa. Veo que me mira de abajo a arriba.— ¿Me vas a ayudar? O, ¿te quedarás ahí parado como idiota?

— Bien.

El guardia de seguridad llevó todas mis bolsas al auto. Mientras yo trataba de hacer espacio para meterlas. Una vez listo todo le agradecí y arranqué el coche.

— Lay a whisper on my pillow,
Leave the winter on the ground.
I wake up lonely, there's air of silence
In the bedroom and all around —Iba escuchando en el auto mi CD de los 80's. Baje el volumen.

De la nada, escucho una patrulla de policía. Iba detrás de mí. Claro... Brooke siempre tiene la culpa de todo. Estacioné mi auto a un costado de la autopista, y bajé la ventanilla.

— ¿Se le ofrece algo señor... —Miré el cartel que llevaba el hombre a un costado de su camisa de policía.— San... Tiago Sa...

— Santiago Sánchez señorita. Y si, iba muy rápido. Está excediendo el límite de velocidad que es de 60.

— Por unos kilómetros de más, oficial, ¿enserio?

— Señorita, estaba yendo a 100 km —Ruedo mis ojos.

— Bien, quiere dinero —Tomé mi bolso y comencé a buscar en el.

— No, necesito su carnet de conducir y documento —También lo busqué en mi bolso. Me cansé de buscar. No iba a dejar que gotas de sudor aparezcan en mi frente por unos papelitos.

— Señor, nosotros dos sabemos que usted no tiene ganas de trabajar —El hombre levantó las cejas.—, de seguro quiere ir a su casa con su familia y descansar. Le diré cómo son las cosas: —Aclaré mi garganta.— Usted va a dejarme pasar esto. Yo iré a mi casa, meditaré lo de los límites de velocidad y todo el mundo saldrá ganando, ya que usted se ahorrará un problema y yo podré probarme tranquila las cosas que acabo de comprar.

— Niña —comenzó. Y lo interrumpí.

— Brooke, Sánchez, mi nombre es Brooke.

— Repito, niña Brooke, le diré cómo son las cosas: usted me dará los papeles que le pedí. Yo voy a chequearlos. Y más tarde, cuando todo esté aclarado, usted podrá continuar con su día feliz.

Familias en Guerra.Where stories live. Discover now