10. Aclaraciones para idiotas.

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Dylan

— ¡¿Qué haces?! —grito despegando mis labios de los suyos.

— ¡Tu qué haces! —Esta vez gritó ella.

— Me besaste Brooklyn, ¡¿por qué mierda haz hecho eso?!

— Me hiciste LA mirada. Era obvio que querías besarme.

— Te hice LA mirada que hacemos cuando el odio es mutuo.

— Oh, ya lo creo, me estuviste provocando todo este tiempo y me culpas a mí —Salió de la piscina y agarró un toallón que estaba tirado al costado de esta.— De todas formas, no me gustas Dylan Montesco. Me da asco y eres la persona más desagradable que conozco.

— ¿Y por qué mierda me besaste entonces?

— Nuestros labios chocaron —aclaró. Claro...— Y lo correspondí por pura curiosidad. Quería ver si el enemigo besa bien o mal.

— ¿Y qué tal lo hago? —dije alzando mis cejas con una mirada pícara. Salí de la piscina, ya que estaba cansado. Me puse mi pantalón y mi camisa.

— Horrible. Por eso digo.

— Se que puedo hacerlo mejor —Me acerqué más a ella pero retrocedió.

— No, no lo haré de nuevo.

— Solo quería ver si te alejabas —comencé a reír.

Me acerqué a la puerta del salón de química, para ver qué hacían todos y... Pedir que nos saquen. Estaban todos durmiendo como si nada. Tal vez se habían olvidado de nosotros aquí.

Merlina estaba abrazada a Patrick, apoyando su cabeza arriba de una mochila. Bruno y Gracie, si no me equivoco, habían traído la camilla de la enfermería; estaban juntos, los dos, acostados. Por último, Robert y Amber; ella se había dormido arriba de las piernas de el, que estaba sentado. Todos parecían tan felices. Tal vez... Era verdad que Brooklyn y yo estábamos siendo un poco egoístas— demasiado—, pero jamás fue a propósito.

— ¿Recuerdas cuando comenzó todo? —escuché su voz detrás mío. Me di vuelta y la vi. No la miré de la misma forma que siempre, fue diferente.

— No... Seguramente tú tampoco —Ella sonrió.— Brooke, ¿te digo algo? —Asintió.— Ignacio vende... Ya sabes... —moví mis manos como si fuera obvio.

— ¿Enserio?

— Lo hace —asentí.— Así que, te advierto de el.

— Bien Dylan. Gracias.

Caminé lentamente hacia ella. La cortina de la ventana estaba abierta, y la luz de la luna iluminaba el rostro de Brooke, que estaba al lado de esta.

— Brooke yo... — Me acerqué hacia sus labios. Pero no pude. Solo me quedé mirándola fijamente.

Brooke

No podía besarlo de nuevo. Solo me quedé ahí parada. Mi altura no estaba a tanta distancia de la de el, así que mis ojos se conectaban a la perfección con los suyos.

— Dylan... —Asentí esperando una afirmación de su parte.

— Yo creo que... Hace calor —El se sacó su camisa.

— Si, yo también lo creo.

— Entonces puedes sacarte tu vestido... —Se empezó a reír como maniático.

— ¡Ja! ¡Graciosillo!

— Ven aquí —Me tomó de la cintura y me cargó hacia la piscina.

— ¡Dylan no! —reí. El me tiró. Y luego se tiró de nuevo.

— ¡Esto es tan divertido! —grité.

— ¿Entrar a la piscina de la escuela el día del baile?

— ¡Romper las Reglas! —afirmé. Digamos que me divertia, sí. En la escuela siempre fui muy revoltosa y eso siempre me dejó en la lista de los chicos molestos y Brooke, ya que, siempre era la única de las chicas.

— Brooke, tengo una propuesta para ti.

— Bueno, habla, no te hagas esperar coño.

— ¿Quieres ser mi compañera de maldades? Digo, nuestra relación enemiga no va a cambiar en frente de nuestros amigos y familia... Pero, podemos romper las reglas un poco.

— ¡Si! Salir de la rutina.

— Bien, entonces te espero el martes a las 00:30 en el parque, que está en la esquina de nuestras casas.

Cuando los dos ya habíamos salido de la piscina, finalmente, ya no nos íbamos a meter más. Había que sacar todo tipo de evidencias de que Dylan y yo habíamos hablado esta noche. Si no queríamos que nadie nos descubriera debíamos hacerlo. Me recosté cerca de la ventana, donde había encontrado un bolso para apoyar mi cabeza; y Dylan se había acostado arriba de unos bancos.

Gracie

Íbamos a abrir la puerta allí. El sol iluminaba los pasillos del colegio.

— ¡Buen sábado chicos! —dijo Robert abriendo la puerta del salón de química. Brooky y Dylan se habían despertado.

— Mataré a alguien —dijo Brooke. Fue directo hacia Dylan y le pegó una cachetada. Luego salió por la puerta y me llamó.

— Gracie, Ámbar, Merlina vamos... Tengo muchas cosas que hacer hoy y no estoy para perder el tiempo con unos idiotas.

— Bien, pero esos idiotas ahora son oficialmente y frente a ti y DYLAN —Grace le lanzó una mirada amenazante—, nuestros novios.

— Bueno, no me interesa. Vamonos rápidito. Ya me harté de estar rodeada de ineptos. No necesitaba aclararle las cosas a idiotas —dije sin pensarlo.

Mis amigas besaron a sus parejas y luego volvimos al auto para dirigirnos ya a casa. Mañana me esperaría un día muy largo.

Familias en Guerra.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt