7. Día de encuentros.

3.4K 216 5
                                    

Gracie

— Bruno... Yo... —Pero antes de que pudiera seguir hablando un tipo pasó por al lado mío y me arrebató la cartera. Bruno salió corriendo atrás del asaltante. Yo corrí detrás de ellos a la velocidad que podía.

El ladrón era medio torpe, porque al pasar por unas tiendas de ropa tiró lo que se modelaba en la vereda; acto seguido Bruno tropezó peor, pero como yo estaba más atrás se recuperó antes de que lo alcance. Cuando pase por las tiendas esquivé los maniquíes tirados y pedí perdón rápidamente.

A lo lejos vi que Bruno había alcanzado al asaltante. Le pegó un par de veces y luego lo dejó correr, para que la policia lo agarre con sus propias manos, al final de la esquina.

— ¿Me ibas a decir algo? —dijo el con mi bolso colgando de su brazo. Estaba muy agitado.

— Bruno... Yo...

— Ya se lo que dirás Grace. Pero...

— No Bruno. No podemos. Esto es imposible. No quiero perder a una amiga como Brooke.

— Ni yo a Dylan.

— Nosotros no podríamos. Me gustaría poder conocerte, pero... Estaría traicionando a Brooke. No podemos hacerles esto. No nos podemos hacer esto —Me acerqué más a él— Pero esto podría terminar dentro de una hora —sonreí y luego lo besé.

— ¿Qué tienes en mente? —sonrió Bruno.

— Supongo que podemos ir a pasear.

— Yo creo que tengo el lugar perfecto.

...

— ¡Esto es extremo! —grité. Bruno me había traído al parque de diversiones. Jamás me había subido a una montaña rusa tan grande.

Cuando nos bajamos estábamos los dos hambrientos, o teníamos el estómago tan revuelto, que solo estábamos confundidos.

— ¿Y si... Vamos a la casa del terror? —sugirió el.

— Es que, soy muy miedosa...

— Yo podría ayudarte a perder ese miedo —Me besó. Luego me tomó de la mano y entramos.

Era de muy baja calidad este "laberinto del terror". No le encontraba la parte del terror. Eran todos muñecos rotos y parecía que le faltaba un poco de pila.

— Una mierda —reí cuando el laberinto terminó.

— La cosa más mierdosa que vi en mi vida —Bruno estaba tentado, el solo... No paraba de reír.

Merlina

— Patrick, ¿prefieres negro o blanco? —dije levantando las dos prendas.

— Todo te queda bien —sonreí tiernamente— Vamos ya, me estoy aburriendo.

— Venga, ¡que eres amargado eh!

— Lo siento, no dormí bien ayer.

— ¿Estás nervioso por lo de tus padres?

— Si —Los padres de Patrick harán su boda hoy. El no puede más de los nervios.—, pero a la vez me hizo bien presentarte a mis padres. Ellos te tienen tanto cariño, y yo soy tan afortunado de que mi novia vaya a la boda de mis padres y se quede conmigo.

— Creo que, definitivamente, llevaré el blanco. El negro se ve como de funeraria.

...

Ya estaba todo listo. Todo organizado. Todos estábamos preparados. Me quedé ayudando a la madre de Patrick, también estaban sus amigas, me recordaban a mi grupo.

Yo llevaba el vestido blanco, que recientemente me había comprado. Tenía una corte corazón y una falda blanca que llegaba hasta antes de las rodillas. Mi pelo me lo recogí en una coleta. Y me puse unos tacones color platino.

— Mer, por dios, te ves hermosa —sonreí.

— Gracias señora Conogan.

— Oh no, todavía no soy señora —Se rió.

Salí de la habitación y fui hasta el pasillo. Patrick estaba con un smoking, que lo hacía verse muy guapo.

— Oh por dios —dijo con énfasis cuando me vió.— ¿Tú eras la novia o...?

— Ja, ja. No me digas eso. Siento que estoy opacando a tu madre, bueno yo digo, sé que podría por mi belleza pero... —El rió.

— Estas bellísima Mer.

Todo lo demás pasó tan rápido. Creo que las caras de Patrick fueron lo que me distrajeron. Hasta que el cura dijo los declaro marido y mujer, ahí desperté y me emocioné, como era de esperarse.

Francesca

— Ojalá nuestras familias no se odiarán.

— Ojalá no existieran los amores no correspondidos —dije.

— Felipe, prometes que nunca me vas a dejar —El iba a contestar pero hablé rápidamente— Aunque nuestras familias se odien y no quieran que nos veamos. Si me encerraran en una torre muy alta, ¿la escalarías? O... ¿Prefieres comerte una rana?

— Sin dudarlo, me comería la rana —Le pegué en el hombro. El se rió—. La escalaría. Obviamente.

Nos dividía un muro muy alto. Tuve que pararme arriba del cesto de basura para hablarle. No podía más con esto.

Una semana después...

Bruno

— Bastardos, los he unido hoy para hacer un plan maligno contra Brooke Capuleto —Ahí va de nuevo. Es inevitable que no pare de hablar de ella ni un segundo. No lo entiendo, nunca lo entendí. Ser amigo de Dylan, y que hable la mayoría del tiempo de Brooke era estresante.

— Dylan, no quieres hacer otra cosa como... ¿Karaoke?

— Saben que creo, que hay que derrotar a sus amigas primero —Blanqueé mis ojos. No puede ser.

— Si esa... Gracie, tiene cara de idiota —El me miró. Esperaba que salte a defenderla. Robert quería probar lo de Grace y yo.— Podemos mandar a Bruno a que le juegue una de sus bromas viejas.

— ¡Cómo la del moco verde! Uh, esa fue buena viejo.

— Ya no hago más esas cosas. Tampoco se lo haría a Grace, porque...

— ¿Por qué?

— Porque tiene cara de loca.

— Yo creo que se droga —afirmó Robert.— Vi que les repartía a los universitarios.

— Y esa Merlina... Parece tan dark —dijo Dylan.

— Todas sus amigas son un poco loquitas creo.

— Voy por más café. ¿Alguno viene? —Ninguno contestó.— Robert, ven, ayúdame a buscar la licorera de mis padres.

Fue la oportunidad perfecta para hablarle a Patrick.

— Estoy harto de esto.

— ¿Se lo dirás? —preguntó Patrick entusiasmado.— Lo haré, pero hay algo que podemos hacer antes... Yo creo que las chicas nos ayudarán.

— Te tengo miedo cuando miras con esa cara de psicótico a la nada.

— Debes hacerlo...

Familias en Guerra.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon