10.

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Una fuerte presión lo asfixiaba. A pesar de la ayuda que le proporcionaba la máscara de oxígeno le faltaba el aire, se sentía incapaz de elevar el pecho, sus músculos intercostales parecían estar muertos. Un fatídico dolor de cabeza lo asediaba impidiéndole pensar con claridad. Logró enfocar descubriendo por fin el rostro de su mejor amiga. Natasha estaba allí, con una mano sobre su hombro observándolo con preocupación. Hizo un repaso fugaz con la mirada viendo a Sharon plantada a unos pasos de la camilla con los ojos rojos y brillantes. Sam apareció de las sombras acercándose con una sonrisa forzada. Nadie decía nada. Quizás no podía percibir bien el paso del tiempo pero aquel silencio que duró realmente unos segundos empeoraba su estado. Entonces lo echó en falta. Cerró un momento los párpados recordando lo ocurrido horas atrás. La explosión, la lucha, el humo, los disparos, el dolor, Iron Man.

-To-ny...-consiguió decir con un hilo de voz.

-No hables.-le sonrió Nat amablemente.-Sólo respira.-

-Eh, hermano.-habló Falcon.-Me prometiste que si había tiros me invitarías.-

Rogers sonrió debajo de la máscarilla.

-Steve, ¿cómo te encuentras?-preguntó la pelirroja.

El rubio sólo ladeó la cabeza intentando subir un poco los hombros dando a entender que aunque no se encontraba mal del todo, bien tampoco le hacía justicia. Llevó lentamente una mano al pedazo de plástico que le permitía respirar mejor y lo apartó de su cara.

-¿Y Stark?-se incorporó como pudo, ignorando el dolor de su pecho.

Romanoff lo reprendió con la mirada haciendo que Steve se colocase la máscara de nuevo rodando los ojos fastidiado y simpático. Nat se lo pensó dos veces antes de responder.

-Ha pasado ahí la noche.-señaló el sillón a la izquierda de Steve, este giró la cabeza buscando el mueble con la mirada, imaginándoselo ahí dormido, incómodo. Aquello no era nada comparable con la cama que poseía el millonario en su habitación, ni si quiera aquel ridículo sillón podía competir con el peor sofá de toda la torre. Sonrió para sí, sin reflejarlo a nivel físico.-Se lo acaban de llevar.-la pelirroja suspiró vencida decantándose por decirle la verdad al capitán.-Acaba de sufrir un fuerte ataque de ansiedad.-

Steve se contrajo. Sabía lo mal que lo pasaba el castaño en esos momentos, había lidiado algunas veces con esos ataques desde que vivía con él, pero nunca ninguno necesitó atención médica. Esta vez no sólo se separó la mascarilla, casi la arrancó, sacándosela por completo.

-¡Hey, colega!-lo contuvo Sam.-No estás en condiciones.-

-Tienes que descansar.-Sharon se acercó por fin acariciando el abdomen del rubio para tranquilizarlo.

Steve miró a Natasha de forma inmediata. La miró demandante, pidiéndole ayuda. Le centelleaban de desesperación esos zafiros azules que tenía por ojos. Su amiga entendió, quizás no del todo, y aunque no logró descifrar de forma exacta que escondían realmente las pupilas dilatadas del capitán supo que ver a Stark era lo que quería de forma exacerbada, y sabía que si alguien intentaba impedírselo terminaría luchando contra quien se atreviera.

-Supongo que puede dar un paseo.-dijo Romanoff esperando no arrepentirse luego de sus palabras.

Sonrió plenamente, dándole las gracias. Sam lo ayudó a levantarse mientras Sharon les lanzaba una mirada de desaprobación.

-¿Dónde está?-

-Habitación 5.-informó la espía.

Steve se soltó del agarre de Sam, y pegó tres zancadas hacia la puerta con demasiada prisa, olvidándose por completo de que tenía una vía cogida en el brazo la cual le inyectaba calmantes cada cierto tiempo, arrancándosela así sin darse cuenta y cayendo, del tirón, el palo de hierro que aguantaba en alto la medicación. El estruendo que provocó el metal al chocar contra el suelo lo hizo girar un poco avergonzado. Natasha llevó una mano a su cara casi golpeándose la frente, mientras que sus otros dos compañeros lo miraban asombrados. Salió de la habitación mirando antes el número que le correspondía, para saber cuál era el rumbo que lo llevaría a donde estaba Stark. Mientras caminaba intentó relajarse, haciendo más lentos sus pasos, menos acelerados, ganando tiempo para pensar que le diría, tenía que agradecerle de alguna manera el haberlo sacado de aquella nube de polvo tan irrespirable. Ignoró el calambre que invadió su pierna izquierda y siguió andando.

Descontrol. (Stony)Where stories live. Discover now