16.

4.8K 413 100
                                    


Tony se había desmayado en los fuertes brazos de Steve.

Este, lo sujetó con rapidez, impidiendo que se cayera irremediablemente al suelo, preocupado por el estado de su compañero, dejando a un lado la expresión de aflicción de la rubia, que también desistió de fulminarlo con la mirada para acercarse.

Se centró en el castaño, afianzándolo, apoyándolo en su cuerpo para soportar su peso más fácilmente, sintiendo las pupilas de la rubia clavadas en él.

—Ayúdame a llevarlo a su habitación.—habló Pepper, fallándole la voz por una milésima que Steve notó.

—Sí, sí..., claro.—balbuceó, echándole una rápida mirada a la rubia antes de agacharse y pasar sus fuertes antebrazos con sumo cuidado tras las rodillas y la espalda de Tony, para cargarlo en sus brazos.

Stark estaba totalmente lánguido, desfallecido, con la cabeza colgando desde el privilegiado agarre en el abrazo de Rogers, ajeno al silencio denso e incómodo que envolvía a los dos rubios. El recorrido hasta el dormitorio fue arduo. Pepper caminaba delante de Steve con la entereza de siempre, y el soldado permanecía callado persiguiéndola por toda la torre; como si no se supiera de memoria el camino hasta la habitación del millonario.

Hacía mucho tiempo que Virginia no se paseaba por la torre y su ausencia le había hecho tener que lidiar con el castaño incontables veces hasta perder su infinita paciencia. Sin embargo, también había conseguido conocerlo y para su infortunio sentirse atraído por Stark. A esas altas horas de la madrugada, la torre se convertía todas las noches en una guarida para ambos, donde ellos eran los reyes, paseando a sus anchas, persiguiéndose en la penumbra de los largos pasillos; huyendo de sus dormitorios. Recordaba cada noche, en las que se iba temprano a la cama y esperaba despierto a que Tony se perdiera en su taller o en cualquier rincón con una botella de whisky para ir a "buscarlo". Siempre que lo encontraba lo observaba de lejos, escondido, esperando no ser descubierto. Igual que cuando acechaba la puerta de su habitación con la mano elevada en un puño indeciso de llamar; pero nunca lo hacía.

¿En qué momento cruzaron la línea?

Cuando entró en el cuarto y lo encontró completamente renovado se le achicó el corazón. Ahí estaba la inconfundible huella del orden y la armonía de la mujer que le daba la calma a Tony, que lo salvaba del caos en que el genio estaba sumido.

—Déjalo en la cama.—la rubia suspiró consiguiendo una pausa.—Y ayúdame a desvestirlo.

Steve tragó en seco. Depositando lentamente a Tony como si fuera un precioso muñeco de trapo, acomodándole la cabeza en la almohada, sintiendo como sus manos temblaban al hundirse en los desordenados y suaves cabellos oscuros.

Pepper empezó por la corbata y él por los zapatos. Unieron fuerzas después de que la rubia acabase de desabrochar cada botón de la camisa blanca de Tony, y mientras Steve erguía un poco en peso al castaño Virginia le quitaba la chaqueta.

Se asfixiaba, juraba que se moriría, se le secó la boca y sintió el corazón latiéndole en la garganta cuando vio los habilidosos dedos de Potts en el cinturón de Stark. Se quedó allí de pie, contemplando sofocado como cedía la cremallera del pantalón y dejaba a la vista la tela roja del bóxer ajustado que rellenaba Tony a la perfección.

—Vamos, ayúdame.—pidió la presidenta de Industrias Stark, jalando delicadamente de la cintura del pantalón.

Asintió inseguro con la cabeza, acercándose de nuevo, con las manos sudadas por los nervios y le levantó ambas piernas a Tony.

—¿Puedes terminar de ponerlo cómodo mientras voy a buscar varias cosas?—preguntó la rubia con las pupilas fijas en el militar.

—Por supuesto.

Descontrol. (Stony)Where stories live. Discover now