después de aquella noche...

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Su cuerpo se tensó cuando me topé con una pequeña barrera que no había llegado a tocar con mi dedo, casi grite de satisfacción al entender que mis pensamientos acerca de que éramos novatos era completamente cierto.

-eres mía- dije antes de dar una estocada rápida y entender que desde ese momento no dejaría que se alejara de mí. Que la cuidaría y haría que cada día se enamorara más de mí. Porque no dejaría que nadie más entrara a su vida.

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Una silenciosa lagrima me puso en alerta y un miedo atravesó mi cuerpo ¿le había hecho llorar? ¿Dolía? O peor aún ¿se había arrepentido de todo? Me acerque a su mejilla y bese dulcemente su lágrima mientras mi mano acariciaba su rostro.

Ella llevo la palma de mi mano a sus labios y le dio un beso en el medio, no me moví en su interior en todo ese tiempo. La sensación de estar dentro de ella era simplemente espectacular, como si siempre hubiera sido el lugar indicado para mí.

-¿Estás bien my lady?- mi voz sonaba más dulce y mucho más baja. Deseando una respuesta afirmativa, deseando poder llegar hasta el final. Su respuesta no fue inmediata, pero su dulce mirada apaciguo un poco la inquietud que reinaba en mi ser en ese momento.

-estoy bien, mi minino- su mano hizo una caricia por debajo de mi barbilla y yo solo tenía ganas de ronronear, estúpidos instintos felinos. Ella comenzó a mover un poco las caderas debajo de mí, entonces entendí que era el momento de poner a mi cuerpo en acción. Comencé a mover las caderas, entrando cada vez más en ella. Su estrecha entrada me apretaba y sentía que en cualquier momento mi inminente final llegaría. Pero no quería estar solo, quería a ella conmigo. Nuestra primera vez tenía que terminar con nuestro primer orgasmo.

La bese con lentitud, internando mi lengua en su boca y haciendo lo mismo que nuestros sexos hacían. Baje por su cuello, y con mis dientes mordí ciertos puntos, debajo de su barbilla y por encima de su clavícula, ella estaba tan sensible y respondía de manera positiva a mis caricias. Me sentía tan jodidamente bien que no me importaba nada más que nosotros en ese momento, ni en consecuencias, ni en ideas locas de seguir con ello. Solo disfrutar.

Sus manos se aferraban a mi cabello, disfrutaban de tocar mis orejas gatunas, de pasarlas por las hebras desordenadas y de delinear mi espalda con las yemas de sus dedos. Su incomodidad se había terminado porque ahora solo emitía sonidos que me resultaban sumamente eróticos, una sinfonía que solamente se interpretaba para mi deleite, solo por mí. Dispuesta a buscar su placer y brindarme la más sublime de las experiencias.

Uno de mis brazos se dedicó a recorrer su cuerpo de la cintura para arriba. Masajeando sus senos y dándole profundas caricias que le hacían estremecer. En un momento dado, guie mi mano detrás de su cuerpo, justo en la espalda baja y la empuje para que su cuerpo se arqueara y mi intromisión fuera más profunda. Necesitaba sentir que no había nada de mí que ella no acogiera.

-ah!! Chat...!- parecía que había acertado, porque sus pequeños gemidos fueron trasformados en palabras fuertes, llenas de candencia y sensualidad. Diciendo mi nombre, pidiéndome a mí, a nadie más que a mí, que hiciera algo para darle lo que necesitaba, lo que ansiaba. Y por supuesto que se lo daría.

Me acomode mejor, levantándome para quedar de rodillas sobre la cama y tome sus caderas para acomodarla sin salirme de su interior. Ella se dejó llevar, buscando una posición que no le incomodara. Entonces mi mano fue hasta el capullo hinchado con el que antes se me había entretenido, quizá este sería mi nuevo juguete.

diario de un gato pervertidoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum