Cita de cuento... y un hada madrina

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¿Acaso estaba todavía dormido? Mi primer impulso fue tratar de pellizcar mi brazo y despertarme, porque seguramente estaba soñando. Si no era si, ya me había vuelto loco, porque estaba lo que estaba viendo, a quien estaba viendo ante mis ojos era una visión de ensueño. 

Las zapatillas negras fueron cambiadas por unas delicadas sandalias semidescubiertas del mismo color, las medias se habían ido por completo, dejando en su lugar unas hermosas piernas que solo pude apreciar hasta la rodilla, el corte del vestido comenzaba en esta zona, una delicada pieza completa del mismo color que mi saco. El atractivo principal del modelo radicaba en la zona superior, pues el corte del escote estaba en forma de corazón y de ahí una tela semitransparente completaba la forma del pecho y la manga que llegaba a los tres cuartos. Sus brazos se encontraban cruzados frente a su cuerpo, su mirada desviada de el grupo de personas que de repente le había prestado demasiada atención. 

Desde que mis ojos se toparon con ella, las personas y lo demás había dejado de tomar importancia en aquel espacio. El ligero maquillaje solo permitía que su rubor fuera más evidente. Su cabello había sido arreglado para lucir mejor suelto, ligeramente ondulado en las puntas y rematado con una coqueta diadema. Una princesa....

Nuestra princesa 

-Ma...Ma- ni siquiera podía completar una palabra coherente. Mi cerebro parecía frito después de ver a la mujer más hermosa del mundo caminando hacia mi. Pero, de repente, algo la había detenido en medio de las escaleras, y parecía demasiado insegura, nerviosa y tuve el presentimiento de que si se quedaba mucho más tiempo en ese sitio, terminaría por dar media vuelta y esconderse en el lugar donde hubieras estado todo este tiempo. 

-Ve por ella- me susurró una cantarina voz- ¿Qué clase de príncipe moderno serías si no tienes un poco de tacto ante una dama? -

Naomi no tuvo que decirlo los veces. Subí lo más rápido que pude las escaleras, tratando que mi repentina reacción no estuviera fuera de lugar, me detuve cuando estuve dos escalones por debajo de ella y por un breve momento, no supe como reaccionar. De cerca era aún más hermosa, inocencia y belleza se combinaban para hacer darle forma a toda ella, me maravillaba ser yo quien viera esta faceta de ella, pero al mismo tiempo, desearía ser el único en el sitio. Ella me miraba, vaya si me miraba, esos zafiros azules me examinaban entre una mezcla de asombro, pena y curiosidad. Mientras sus manos se relajaban para colocarse a los lados de su cuerpo, mi necesidad de tocarla pudo más conmigo y extendí una mano para tomar la suya. Su dedos estaban delgados y al contacto con los míos, sentí un cosquilleo que me recorrió por completo. Esperaba que ella hubiera sentido lo mismo, la conexión que teníamos. 

Supuse que nos quedamos más tiempo del debido en ese punto, porque ambos salimos de la ensoñación cuando el flash nos golpeo.

-¡Magnifico!- el grito emocionado del fotógrafo fue lo que terminó de recordarme donde se supone que estaba y con quien. -Mira esa escena, tan naturales, tanta juventud.- De repente, Marinette no era la única que tenía las mejillas sonrojadas. 

-yo...tú...esto es...un...err- aunque no había continuidad en su frase, no quería que pensara eso, con ella presenta nada debía verse como un error. 

Demuéstrale lo bien que estamos juntos. 

Antes de darle tiempo para que comenzará a alejarse, me aferre a su mano. Quería entrelazar nuestros dedos, pero quizás eso solo la haría querer salir del sitio cuanto antes. 

-Marinette, ven- aunque mi agarre era firme, también lo hacia de manera delicada, no quería obligarla a nada, pero no me veía con la fuerza necesaria para dejarla ir. Sentí la tensión en su cuerpo, quería hacerla sentir cómoda, de alguna manera verla vestida así, pensar en la ligera posibilidad de que ella compartiera conmigo este momento me hacía querer más y más. 

diario de un gato pervertidoWhere stories live. Discover now