Pasteles y cosas dulces

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Y ahí estaba yo, después de tanto tiempo, al fin había conseguido lo que tanto había querido. Marinette ahora estaba conmigo. Y era algo completamente hermoso y magnifico. No lo podía creer y menos ahora, que ella estuviera precisamente allí, en mi casa, en mi habitación. Yo ya había visitado su casa, y como pretexto para hacer una invitación inocente le dije a mi hermosa chica que me habían hecho llegar una nueva versión de su videojuego favorito.

Marinette no dudó en aceptar, y antes de que llegará a casa, telefoneé a Natalie para que lo consiguiera y lo dejará en mi casa. Cuando salimos de clase, Mari fue a casa de sus padres para decirle que pasaría en rato conmigo, los señores Dupain alegremente le dieron permiso y hasta una caja con pastelillos le dieron. Sabían que amaba cualquier repostería.

El camino a mi casa fue muy normal, platicamos un poco de todo: ella con sus nuevos diseños y la oportunidad de trabajar como becaria para una casa de moda que estaba creciendo poco a poco, yo acerca de mis ocupaciones como modelo, de las nuevas campañas publicitarias que la empresa de mi padre lanzaría y el éxito que había tenido su diseño en la última pasarela.

-enserio, mi padre cree que tu potencial es único- el halago era sincero, mi padre me había comentado lo que pensaba sin rodeos, tan Gabriel Agreste- deberías presentarles algunos diseños, ¿Quién sabe? Podrías ser la nueva diseñadora de la casa Agreste.

Mi linda mariquita sólo se sonrojó y pareció encogerse un poco en su asiento. Tan típico de ella, no ser consciente de lo talentosa que era y del gran camino que le esperaba en el mundo de la moda. Yo solo me acerque un poco más para acortar el espacio que nos separa en el asiento trasero del automóvil y como su mano estaba recargada en el asiento, acerque mis dedos a los suyos y entrelace nuestras manos.

Su sonrojo se volvió más intenso y brillante y su mirada se encontró con la mía ¿Cómo diablos me tarde tanto tiempo en ver la verdad? Su mirada era única e inconfundible, ese azul brillante tan profundo, unos ojos que eran tan transparentes como ella misma, porque me decían cada pequeño aspecto de sus emociones y estados de ánimo.

Amaba a esa mujer.

Desplace mis ojos a sus labios, ligeramente rojizos debido a que Mari traía algo de maquillaje encima. Simple pero elegante y discreto, era justo lo necesario para resaltar lo bella que era, algo natural y sencillo.

Tuve el impulso de abalanzarme y comerme esos labios a besos, pero con mi chofer enfrente tuve que contenerme. La verdad no tenía muchas oportunidades de estar a solas con ella y en realidad necesitaba la privacidad. Se creaba algo íntimo cuando dos personas estaban solas y a gusto entre ellas. No hice ningún otro movimiento por temor a no saber contenerme lo suficiente.

Cuando llegamos a casa, no estaba Natalie o mi padre, ya que ambos habían salido para una reunión, pero el encargo que le había pedido estaba en la mesita del vestíbulo. Lo tome y conduje a Mari hacia mi habitación, un poco nervioso porque no estaba seguro si le agradaría estar ahí. Era un lugar espacioso, sin duda, pero no tenía nada que ver con la acogedora recamara que ella tenía.

Recordaba su habitación, era hermosa, con un decorado muy femenino y todo en perfecto orden. El mío tenía toques que eran reflejo de mi personalidad, pero en su gran medida siempre lo había considerado como un gran cuarto creado para que fuera una cárcel cubierta de oro.

Recorrimos los pasillos hasta llegar a la puerta de mi habitación, desde que baje de auto y ayude a Mari a bajar, en ningún momento solté su mano, me gustaba el tacto suave de su piel, el calor que emanaba su palma y recorría la mía. Ella no hizo ademán de querer retirarla, lo cual fue bueno. Porque de lo contrario quizás me hubiera aferrado más fuerte.

diario de un gato pervertidoWhere stories live. Discover now