Capítulo 4 (P.2)

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Podría afirmar perfectamente que llevo dos horas frente al espejo, probándome una y otra vez diferentes combinaciones de la poca ropa que traigo. ¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mi? Si llego a saber lo que me esperaba, desde luego me hubiera molestado más en hacer la maleta. No puede ser que no haya traído nada medianamente decente para una fiesta. Aunque pensándolo bien, creo que nada me parecería lo suficiente bueno como para ponerme hoy. En fin, que no cunda el pánico, Lolo.

¿Lolo? ¿Desde cuándo me digo así a mi misma? ¡Lo que me faltaba!

Bueno, retomando el tema; si Camila no ha dado señales de vida aún, puede existir la remota posibilidad de que se encuentre exactamente en la misma situación que yo ¿No?

─¡¿Lauren?! ─grita mi nombre seguido de unos golpes en la puerta.

¡Perfecto! Si antes lo digo, antes aparece. Estoy comenzando a pensar que me lee la mente o tiene una extraña conexión con mi cerebro.

Me dispuse a abrir llevando conmigo todo el estrés que estaba sufriendo.

─Creí que te habías quedado dormida ─anunció al verme.

─¡Tenemos un problema!

─¡Que no cunda el pánico, Houston! ─bromeó al ver mi exagerada preocupación ─Hallaremos una solución. Siempre hay solución. 

─Muy graciosa. ─le dije con ironía ─Anda, ven.

Me aparté un poco de la puerta para cederle el paso y cuando volteé, se encontraba observando el montón de ropa que había acumulada sobre la cama. Creo que todo mi equipaje se encontraba ahí, a la vista. Permaneció unos segundos en esa posición antes de voltear de nuevo hacía mi y mirarme de arriba abajo, recorriendo con sus ojos cada parte de mi cuerpo cubierto simplemente con una toalla y consiguiendo que mi piel se erizara con el paso de su vista.

─¿Cuál es el problema? ─preguntó una vez había llegado con su mirada a la altura de mis ojos.

De pronto, mi cuerpo desprendía un sofocante calor por cada uno de sus poros y me di cuenta de que probablemente mi rostro estaría de un color rojo fuego en estos momentos.

─¿Quién es la que está dormida, Camila? Mucha ropa encima de la cama... Yo, aún en toalla... Dos horas en la misma situación... ¿Cuál crees que es el problema? ─pregunté como si fuera obvio ─¡No tengo nada que ponerme!

─¿Por qué no vas así? 

Señaló mi cuerpo casi desnudo con una pícara sonrisa que me puso aún más nerviosa si todavía era posible. Mi única respuesta fue un levantamiento de ceja al que respondió ampliando su sonrisa burlona.

─Está bien, Está bien ─se defendió levantando las manos ─La verdad es que venía a decirte que yo también llevo dos horas probándome de todo y nada me convence.

─¿Entonces qué hacemos? ¿Ya no salimos?

─¡¿Qué?! ¿Lauren... tú no has aprendido nada?

Me encogí de hombros sin saber realmente a lo que se refería.

─En este preciso momento, tú y yo ¡nos vamos de compras!

Tras esa exagerada exclamación. agarró mi mano totalmente dispuesta a dirigirme hacia la puerta.

─¡Camz, Camz, Camz! 

─¿Qué? ─preguntó volteando.

─Aún no hemos llegado a la estación.

Llenaré Tus Días De Vida (V. Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora