Capítulo 4 (P.3)

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Baikal es una de las ciudades más bonitas de la ruta del transiberiano y de noche resultaba aún más increíble. Uno de sus mayores encantos es el lago llamado por el mismo nombre. Ese que jutamente acabamos de atravesar para llegar a la zona céntrica, donde se encuentran todos los clubs de la ciudad. En una primera impresión, ninguno parecía mejor que otro.

─Como me metas en un lugar con este tipo de música, me temo que vas a bailar tú sola ─me apresuré a decir, escuchando el estilo discotequero que provenía del local.

─¿A que adivino?  A la señorita solo le gusta la música latina, ¿Verdad?

─Pues para eso soy latina, Camz. Esta música, a parte de producirme dolor de cabeza, no tiene nada de sensual y además, no sé bailarla.

En el momento en el que veo su pícara sonrisa, algo dentro de mí se revuelve. Me asalta cierto tipo de pánico, porque ya sé que después de eso, dirá alguna cosa de las suyas y no podré evitar ponerme como un tomate.

─¡Busquemos música latina! ─exclamó con tanta emoción que consiguió descolocarme.

A los pocos minutos, encontramos un club en el que la música parecía ser de nuestro estilo. Así que nos decidimos a entrar. El ambiente aparentaba ser bueno y tranquilo, pero dejó de gustarme en el momento en que un grupo de chicos voltearon tontamente a mirarnos según aparecimos por la puerta. ¿Por qué debería eso molestarme? ¿Tendría que ser todo lo contrario, no?

Bueno, pues sea como sea, el caso es que no me había gustado nada y Camila parecía ni si quiera se haberse percatado. Por eso, sin darle más importancia al tema, la seguí mientras se dirigía a la barra.

─¡¡Dos tequilas!! ─gritó al camarero al mismo tiempo que le hacía señas.

─¿Tequila? Pues sí que quieres empezar fuerte.

─Hay que entrar en calor, Lolo. Después te dejo tomar cerveza si quieres, o vino. ─se volteó para mirarme como si acabara de caer en algo ─Eres una escritora intelectual, seguro que prefieres vino antes que cerveza.

─Muy interesante tu teoría nada estereotipada ─le dije con ironía ─Pero te equivocas, en condiciones normales, prefiero una espumosa cerveza. El vino déjalo para ocasiones o cenas especiales.  Y gracias por concederme tu permiso, por cierto. 

Me guiñó el ojo a modo de respuesta, y antes de que yo pudiera poner los míos en blanco, llegó el camarero, sirviendo dos shots de tequila acompañados por unas rodajas de limón en un pequeño plato.

En seguida, levantó su pequeño vaso frente a mí, a modo de brindis.

─Por la vida. Que te puso en mi camino, justo a tiempo.

En el fondo de mi corazón, no estaba muy de acuerdo con su percepción. Si me dieran a elegir, escogería haberla conocido mucho antes para poder disfrutar por mucho más tiempo de todo esto... de ella. Pero el brillo que en este momento irradiaban sus ojos, conseguía que cualquier miedo, angustia o duda, desaparecieran automáticamente, transformándose en paz y felicidad. Y obligándome a agradecerle también a la vida, el simple hecho de haberla conocido y tenerla frente a mí en este preciso instante. Así que, con una sonrisa sincera, no pude hacer otra cosa más que responder al brindis, para seguidamente continuar con el ritual de; 

"Sal-Trago-Limón"

El tequila bajó por mi garganta quemando cada centímetro a su paso.

─¿Demasiado fuerte para ti? ─peguntó burlona al ver mi rostro encendido.

Llenaré Tus Días De Vida (V. Camren)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora