11. "Todos tenemos un ancla. "

12.5K 450 11
                                    

Narra Trenton McCall:

Luego de salir de la escuela literalmente Luke me había arrastrado hasta el gimnasio de Sam, donde hace unos cuantos meses atrás no salía de allí.

El lugar estaba igual que la última vez que lo dejé. Las grandes puertas de chapa seguían sin pintura. Algunas de los tubos de luz que colgaban del techo seguían parpadeando, el gran viejo cuadrilátero seguía en el mismo lugar, con las mismas marcas, los mismos colores. A sus costados se podían visualizar los elementos de entrenamiento,como colchonetas azules un poco gastadas, peras de boxeo, los sacos de arena color negro y rojo, y en las paredes estaban los guantes de boxeo sostenidos por unos ganchos.

No había nadie en el gimnasio. Eso me hacía pensar que Luke y Sam habían planeado todo para que toda la atención se concentre en mí.

De repente alguien me golpea la espalda por detrás. Me exalté un poco pero cuando giré a verme era Sam saludandome, con una toalla colgando por uno de sus hombros.

-Tanto tiempo sin verte, compañero.- Se dirigió hacia mi Sam con una sonrisa. Era raro en él que sonriera, ya que era de esos tipos de espalda gigante con cara de te-voy-a-asesinar-si-te-cruzas-por-mi-camino. Pero yo lo conocía bien, y era una de las mejores personas que había conocido.


-Ey, Sam, lo mismo digo. -Respondí devolviendo la sonrisa un poco forzada.

No quería estar aquí. Pero al venir pude darme cuenta de lo que extrañaba este lugar.

-Bien Sam, ya te lo traje. Es todo tuyo. Ahora si me permiten, tengo una hamburguesa que comer.- Comentó Luke y se fue a sentar a uno de los bancos que se encontraban pegados contra la pared.

-Bien.- Sam me miró serio.- Sé que Luke te trajo hasta aquí porque no querías. Sé por todo lo que has pasado, pero si realmente no quieres volver a hacer esto va a ser mejor que te des la vuelta y te vayas por la misma puerta por la que entraste. No quiero que te sientas forzado a nada, y tampoco quiero que hagas perder mi tiempo.

Yo lo observé un momento y luego corrí la mirada.

El boxeo lo era todo para mi. Un día sólo empecé a venir por diversión y luego me empezó a gustar más y más. Tanto que ya casi no salía de aquí. Mis músculos, bueno, todo mi cuerpo comenzó a crecer y crecer y no era algo que me disgustara. Me sentía fuerte. Nadie se acercaba a mi, nadie se atrevía a desafiarme y todo eso me gustaba. Pero todo tiene un límite. No era invencible.

Una noche salía de un bar con Luke y escuchamos ruidos en un callejón. Él quería que sigamos pero la curiosidad pudo conmigo y cuando me asomé para tratar de ver entre tanta oscuridad pude ver a tres tipos pegándole a uno. Pero no le estaban pegando a uno cualquiera. Era Peter.

A Peter le gustaba jugar y apostar. Debía dinero a muchas personas y siempre estaba metido en probemas. Sin dudarlo me acerqué a esos tipos y peleamos. Acabé con los tres, pero uno me dijo que cuide mi espalda porque acabaría conmigo. Yo lo tomé sólo como una amenaza y no le di importancia.

Unas semanas después esos mismos tipos me agarraron con la guardia baja un sábado por la noche y por poco me matan.

Estuve unos días en el hospital y mi padre me obligó a que deje el boxeo. Dijo que no era bueno para mi. Esa decisión me afectó mucho. Cada vez que salía sólo me emborrachaba y peleaba con cualquier idiota. Hasta que dejé de tomar también. Dejé la bebida y el boxeo. Pero tenía ira. Mucha ira por dentro que no podía descargar. Y Luke se dio cuenta de eso, por eso me trajo hasta aquí.

-¿Y bien?- Repuso Sam levantando ambas cejas esperando mi respuesta.

-Sí. Lo haré. Quiero hacerlo.- Respondí mirandolo a los ojos con mi mandíbula tensa.

-Bien. Sólo que antes tienes que saber manejar tu ira, Trenton. Eres un muchacho con mucha ira, y no puedes usar lo que aprendes aquí para ir a pegarle a cualquiera que se te aparezca y llevarte el mundo por delante. Tienes que tener una especie de ancla.

-¿Ancla?- Pregunté.

-Sí. Alguna persona, algún recuerdo, algo que te mantenga calmado cuando sientes ira. Todos tenemos un ancla, una persona que nos hace calmarnos, algún recuerdo importante en el fondo de tu mente, algo.

-No creo tener un ancla, Sam.

-Sí la tienes. Todos tenemos una. Sólo tienes que encontrarla. - Palmeó mis hombros.

-Bien, hoy no empezaremos el boxeo en sí. Estás algo fuera de estado así que empezarás con el entrenamiento.

-Ey, ¿Tan gordo estoy?- Bromeé y me dirigí a buscar una soga para empezar a saltar.

. . . . . .

Después de unas horas en el gimnasio salimos de allí con Luke.

Estaba jodidamente sudando y agitado. Realmente estaba fuera de estado físico.

-De nada.

-¿Qué?- Miré a Luke extraño.

-Se supone que deberías agradecerme por traerte aquí. Sé que lo necesitabas, y yo fui el único que tuvo las pelotas para traerte, así que, de nada.

-Eres el mejor idiota del mundo y lo sabes.

Rió fuerte.

-Mierda que lo sé.- Sonrió irónicamente.

-Bien, ahora sí debo ir a casa, tengo que bañarme para ir a trabajar. Nos vemos mañana, Luke. - Palmeé su hombro y encaminé a casa.

-¿Paso por tu casa mañana antes de ir a la escuela? - Gritó .

-Sí, claro. - Contesté y seguí mi camino.

Realmente extrañaba todo esto, el entrenamiento, el boxeo, esa descarga de adrenalina que siento cada vez que doy un golpe. Extrañaba esto más de lo que mi mente me hacía extrañar.

Pero ahora venía la parte difícil. El control. Debía encontrar mi ancla. ¿Mi ancla? Algo que me mantenga en paz interiormente. No tenía nada.

Nada.

Pensé en mi madre. Pero su muerte me hacía poner aún más violento.

Pensé en mi padre. No me hacía poner violento pero no era un ancla demasiado pesada. Menos mi hermano, con el que casi ya no hablaba luego que se mudó para ir a la Universidad.

Mierda. Debía encontrar algo. Piensa, Trenton, piensa.



Prohibido Llamarte Mío.Where stories live. Discover now