8.

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-No puedo creer que me hayas traído aquí. –dijo Dipper mirando furioso al chico a su lado. Nada ni nadie lo hubieran convencido de ir a una fiesta llena de extraños, nadie excepto Bill mirándolo con cara de perro bajo la lluvia durante todo el día. No estaba dispuesto a escucharlo también lloriqueándole al teléfono en lo que quedaba de tarde, así que después de que el rubio le juró que empezarían el trabajo el día lunes, Dipper aceptó su invitación.

-Pues créelo DipDip

-Tampoco puedo creer que te hayas puesto eso. –Bill se miró a si mismo. Su disfraz no tenía nada de malo, a él le gustaba mucho y había quedado encantado desde el momento en que lo vio colgado en un rincón de la tienda. El castaño le había dicho que se veía ridículo, que por el amor de todos los dioses no lo llevara, pero Bill no le veía nada de malo a ir por ahí vestido con ropa del siglo XVI con mallas y todo.

-Pero si me veo igualito a Romeo. –Dipper se tapó los ojos con la mano, quería salir corriendo de ahí cuanto antes. –debiste haberte llevado el traje de Julieta.

-No iba a ponerme un vestido. –el mayor había logrado que se pusiera un disfraz de vampiro, Dipper lo compró solo por lo sencillo que era, no quería llamar la atención como el rubio.

Pero ya estaban ahí, parados frente a la puerta y tocando el timbre de la enorme casa, no quedaba más que entrar. Un chico les abrió la puerta con una sonrisa. Llevaba la chaqueta de la fraternidad y el rostro maquillado como un zombie. Antes de saludarlos ya les había dado a los dos una lata de cerveza y los conducía en medio del bullicio del lugar. 

–¡Qué bueno que vinieron! –les rodeo los hombros con el brazo como si los conociera aunque Dipper estaba seguro de que no lo había visto en su vida. -¡Diviértanse!

El chico desapareció en medio de la multitud para dejarlos solos. Bill abrió la cerveza y se la tomó casi de un trago, Dipper solo movía la lata en las manos mientras miraba en todas direcciones confundido. -¿Qué pasa? –preguntó Bill.

-No estoy acostumbrado a estas cosas. Hay tanta gente y... tanto ruido. –en ese momento una chica rubia vomitaba a su lado, Dipper se la quedó mirando asustado, e iba a ayudarla pero se puso de pie rápidamente para seguir tomando. –¿Haces esto todos los días?

Bill se rió, y cuando iba a responderle sintió que lo llamaban desde el otro lado de la sala. Eran sus amigos y compañeros de carrera, todos estaban ahí y le hacían señas para que se acercara. Bill tomó al menor por el brazo para llevarlo también, pero Dipper se resistió negando con la cabeza. 

–Vamos, quiero que conozcas a mis amigos.

-Sería mejor en otra ocasión. –se encogió de hombros como si quisiera desaparecer del lugar. –ve con ellos, yo voy a estar aquí. –el mayor infló los mofletes molesto, de verdad quería ir a presumirles su alma gemela a todos, pero tampoco podía simplemente arrastrarlo con él, ya había hacho suficiente con llevarlo hasta la fiesta. Dejó una caricia en la cabeza del menor para despeinarlo y fue hasta el grupo.

Aunque Dipper se sintiera mucho más pequeño y perdido sin el rubio jamás le pediría que se quedara, que no lo dejara solo. Sería demasiado humillante admitir lo perdido que se sentía en medio de la masa de cuerpos moviéndose al ritmo de la música.

-¿Dipper? –una voz conocidísima lo llamó desde atrás. El castaño no tenía que girarse para saber quién lo estaba llamando. Escuchaba la misma voz todas las mañanas y antes de irse a dormir, de hecho la venía escuchando desde que podía recordar. -¿Qué haces aquí?

-Mabel... ¿Qué haces tú aquí?

-Yo siempre vengo a las fiestas de la fraternidad. –dijo la castaña encogiéndose de hombros. –pero no sabía que te gustaban

-Digamos que no pude negarme... ¿El tío Stan sabe que estas aquí? –Dipper alzó una ceja con desconfianza. Antes de salir de casa Mabel les había dicho que se quedaría a dormir en casa de una amiga.

-No le digas al gruñón de Stan. –Mabel le saltó a los brazos negando repetidas veces con la cabeza, a veces su hermana era tan exagerada...

-No le diré si prometes que te vas a cuidar. –Dipper cerró los brazos en torno a su cintura, ver a alguien conocido en ese extraño lugar lo hacía sentir mucho mejor. -¿Qué demonios llevas puesto? –se inclinó para ver el disfraz de su hermana, y aunque no tenía idea de qué podía ser si sabia una cosa; era demasiado corto.

Cuando iba a regañarla por lo mal que estaba que las señoritas mostraran las piernas sintió una mano pesada posándose casi con brusquedad en su hombro. Se giró un poco para quedar viendo a Bill.

Decir que estaba enojado era poco, Bill lo miraba como si fuera un asesino en serie decidiendo a cuál de los dos hermanos mataría primero. 

–Bill... Pensé que estabas con tus amigos. –le dijo con un hilo de voz. No es como si le tuviera miedo, solo que su cara enojada era algo nuevo.

-Lo estaba, pero no sabía que tu también ibas a estar con... -miró a Mabel, la castaña le sonreía sin entender que pasaba ahí. –tu amiga.

-Soy Mabel. –dijo extendiéndole una mano para saludar. El rubio la miró de pies a cabeza, tenía que examinar a "La competencia". Frunció aun más el ceño al comprobar que la chica era hermosa, muy hermosa. La dejó con el brazo alzado hasta que Dipper le apretó el brazo.

-Bill ella es...

-¿Nos disculpas Mabel? Tengo que hablar con Dipper. –dijo sin esperar la respuesta de la chica, tomó al castaño de la mano con una fuerza desconocida para luego arrastrarlo y sacarlo del lugar. Realmente tenía mucho que hablar...

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YA LLEGAMOS A 1K!!!! *corre en círculos por su casa* 1K y un poco más, muchas gracias por leer el fic les prometo seguir mejorando cada vez más! 

No se olviden de comentar y votar para que sigamos creciendo y esparciendo el amor de Bill y Dipper. Yo les mando un beso gigante gigante y nos leemos en el siguiente capítulo. Bye <3

Como Romeo y Julieta #PremiosBillDipOù les histoires vivent. Découvrez maintenant