16.

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Esa noche se la pasaron pegados en un abrazo, Bill lo tomaba por la cintura mientras le susurraba al oído, con la espalda de Dipper pegada a su pecho le dejaba el camino libre para besarle el cuello, los hombros y todos los lunares de en medio, ninguno quiso dormirse antes que el otro, incluso después de hacer el amor luchaban exhaustos por no cerrar los ojos. La mañana llegó tal vez demasiado deprisa, obligándolos a salir de su refugio entre las sabanas, y aunque les hubiese gustado quedarse un rato más, los tíos del castaño ya estaban suficientemente molestos como para tentar a la suerte. Dipper les había dicho que volvería con el primer bus de la mañana y así lo haría.

Tomaron el desayuno en el comedor del hotel luego de ducharse y guardar sus cosas. El autobús de los turistas los estaba esperando fuera a eso de las diez. Se sentaron esta vez en uno de los asientos de la parte trasera alejados del resto de los pasajeros. El menor sacó de la mochila un delgado libro negro que escondió bajo la chaqueta mientras miraba a Bill con una sonrisa en los labios. –adivina cual es...

-¿otra tragedia francesa?

-algo así. –dijo ahora enseñándole la edición. "Metamorfosis en el cielo". –un hombre cae enfermo al hospital donde conoce a una mujer pájaro de la que se enamora y la que le muestra el camino para alcanzar sus sueños.

-te gusta mucho ese autor. –Bill pasó su brazo por encima de los hombros del menor, quien instintivamente se acurrucó contra su cuerpo.

-tiene una hermosa forma de ver el mundo, además el protagonista me recuerda a ti

-¿es guapo?

-es un idiota. –el camino pasó entre risas y párrafos, Dipper recargaba la cabeza en el hombro del mayor quien no dejó de acariciarle el cabello hasta que el bus llegó a su destino. El castaño cerró el libro marcando la página. -¿Qué opinas? ¿Mejor que Romeo y Julieta?

-ningún libro es mejor que Romeo y Julieta. –Bill le apretó la nariz antes de pararse a buscar los bolsos. –aunque no estuvo mal.

Caminaron hasta la casa del menor, les había tomado dos horas llegar desde el hotel y la brisa helada del medio día mecía las hojas de los árboles y sus ropas, cuando estuvieron frente a la puerta ambos se detuvieron un momento sin querer llamar, nunca sería suficiente tiempo para estar juntos. -¿Qué vamos a hacer? –dijo Dipper.

-algo se me va a ocurrir

-no pretendes que nos hagamos los muertos como Julieta ¿cierto? –el rubio lo miró seriamente como si lo considerara, Dipper rodó los ojos antes de ponerse de puntillas para dejarle un beso en los labios. Bill lo tenía sujeto por las caderas, pero tuvieron que separarse al escuchar el rumor de pasos dentro de la casa acercándose. El menor lo empujó hacia la escalinata, Bill se quedó mirando mientras Stan abría la puerta. Su mirada viajó desde el rostro sonrojado de su sobrino hasta el sonriente de Bill, con un gesto mandó al menor dentro de la casa mientras lo seguía serio. El rubio se quedó parado en la acera unos segundos recuperando el aliento que aquel beso se había llevado.

~

El día miércoles Bill llegó a la facultad de humanidades tan puntual y alegre como cada semana. Subió hasta la sala que compartía con los demás alumnos de literatura inglesa, ya acostumbrado a la rutina de sentarse en la fila de asientos de atrás para escuchar durante una hora y media al profesor hablando sobre lo maravilloso que era Charles Dickens o Jane Austen. Ya no se le hacía tan aburrido como antes, Dipper había hecho un gran trabajo mostrándole lo fascinante que podían llegar a ser los libros, incluso pensaba ponerse a leer la saga de Harry Potter en las vacaciones de navidad.

Pero ese día no veía a su niño en ningún lugar, Dipper nunca llegaba tarde a una clase y comenzaba a preocuparse, ¿le habría pasado algo malo?

La extraña y desagradable sensación en su estomago que le decía que algo no andaba bien no lo dejó en paz en toda la hora. Cuando el señor Lerman tomó sus cosas para guardarlas en el bolso y finalizar la clase fue el primero en salir al pasillo para usar el celular. No tuvo que buscarlo entre sus contactos, se había pasado horas enteras viendo la pantalla con la foto de Dipper junto a su número pensando en llamarlo, en donde estaría o que estaría haciendo, básicamente lo que haría un total psicópata o un idiota enamorado. Bill tenía mucho de los dos.

El celular sonó unos segundos hasta que contestó una voz débil del otro lado de la línea. –Bill... -habían ciertas cosas a las que el rubio no podía resistirse, una de ellas era la voz de niño pequeño que se le escuchaba a Dipper al teléfono.

-hola niño... ¿Por qué no viniste a clase? –se escuchó un quejido, seguido de la voz rota del castaño, Bill no necesitaba verlo para saber que estaba sollozando. –Dipper... ¿está todo bien?

-no...

-¿quieres que vaya a tu casa? –el menor titubeó unos segundos, pero luego le respondió con un hilo de voz.

-sí. –no necesitó más para colgar el teléfono y salir a toda prisa del edificio, sin importarle que tenia cosas que hacer, que las clases seguían y que todo aquello fuera de lo más infantil. Su niño lo necesitaba. Tomó un taxi para acortar el tiempo, lo dejó justo frente a la casa del castaño, pero cuando se disponía a llamarlo para que saliera a la ventana la puerta principal se abrió dejando ver a su tío enfadado. –Bill...

-señor Pines, no tengo idea de lo que está pasando, pero tengo que ver a Dipper. –el rubio avanzó unos pasos dispuesto a entrar ahora por la puerta, pero fue detenido por la mano del mayor que no le apartaba la vista de encima.

-no puedes entrar. –Bill trató de mantener la calma y no arremeter contra el tío de su novio ni cometer allanamiento de morada, pero cada segundo que pasaba lejos de Dipper era un segundo perdido. –escúchame, puede que seas un buen chico y estoy muy agradecido de que hayas cuidado de Dipper en este último tiempo, pero debes saber lo que está a punto de pasar.

-Dipper ya me contó sobre el intercambio, y sobre todo lo demás. –lo miró con el ceño fruncido.

-es una gran oportunidad Bill, y sería muy egoísta de tu parte dejar que la desaproveche.

-¿acaso ha escuchado lo que Dipper quiere?

-yo soy su tío y sé lo que es mejor para él. No dejaré que desperdicie su talento con distracciones tontas.

-estamos enamorados...

-son unos niños... ¿que pueden saber del amor? –Bill iba a contestarle con toda la ira que se había guardado, cuando una figura conocida se asomó por la escalera. Dipper llevaba bóxers y una polera grande junto con las pantuflas, estaba despeinado y sus ojos resaltaban por lo rojos que estaban.

-tío Ford, deja que hable con Bill por favor. –el castaño lo miró con ojos suplicantes, se acercó aun mas para tomar al mayor del brazo. –por favor...

Ford se llevó una mano a la cabeza para masajearse la sien, odiaba tener que hablar de esa manera, sobre todo si se trataba de su sobrino. –que sea rápido. –Dipper no esperó para tomar a Bill por la manga y llevarlo por las escaleras hasta su habitación. Luego de cerrar la puerta se abrió camino hasta el pecho del rubio quien lo recibió con los brazos abiertos y una sarta de maldiciones que querían salir de su boca.

-lo siento.

-no es tu culpa niño.

-no quería que pasaras por eso, no debí haberte llamado. –Bill le levantó el flequillo para besarlo en la frente, mucho más calmado aunque aun con la preocupación saltándole a la vista. –¿Qué haremos Bill? –le dijo bajito.

-nos vamos a escapar.

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No sé ustedes, pero yo me escaparía con Bill a ojos cerrados >w< espero que les haya gustado y que me dejen sus comentarios y votos. Algunas personas me han pedido mi opinión sobre sus fics, y aunque jamás voy a tener tiempo para leer toooooodo lo que escriben los lectores siempre voy a estar por si quieren un consejo o ayuda con una idea. Así que no tengan miedo en pedirme cualquier cosa Uwu me encanta ayudar. 

Eso es todo, si las cosas van bien habrá actualización el jueves por la tarde. Los quiero un montón >3< bye.

Como Romeo y Julieta #PremiosBillDipWhere stories live. Discover now