20.

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De no haber sido por el cinturón de seguridad Dipper hubiera quedado tirado de cabeza en el techo del vehículo. En la última de las vueltas la camioneta había quedado como un escarabajo de espaldas, el castaño soltó un suspiro aliviado al pensar que se había salvado de un buen golpe en la cabeza y quizás algo mucho peor, sin embargo nada iba a hacer que esa terrible incertidumbre de no saber donde estaba Bill desapareciera. Tenía que salir de ahí para buscarlo, por eso y porque desde la cajuela había comenzado a salir un poco de humo que lo hacía respirar con dificultad.

Le llevó su tiempo deshacerse del broche del cinturón, se había golpeado en el camino y tuvo que romperlo para liberarse de su agarre. Se fue contra el techo del auto y gateó hacia un lado hasta salir por la ventana abierta. Dipper se limpió los ojos que comenzaban a lagrimear por el polvo con sus manos aun más sucias. Su desesperación aumentó cuando no vio nada a su alrededor más que el camino del acantilado y la creciente nube de humo saliendo de la camioneta. –Bill... -lo llamó con la voz quebrada. –¡¡BILL!! –le gritó esta vez haciendo una pared con sus manos alrededor de la boca, pero nada ni nadie le contestó, solo el sonido del viento y la lluvia que caía con más fuerza. –Bill...

El castaño caminó alrededor del vehículo con las manos y el corazón apretados, no tenía idea de lo que había pasado o... tal vez no quería imaginarlo nada más. se asomó por el acantilado con miedo de lo que pudiera ver, se negaba a aceptar la caída de cincuenta metros que los separaba del suelo, pero la sorpresa y el alivio le iluminaron el rostro cuando lo vio tirado en una quebrada. Ahí estaba Bill, sucio, herido y lejos, pero estaba. –¡BILL! –dijo dando un salto para ponerse de pie. Dipper se arrastró por el borde del acantilado para llegar hasta el cuerpo del mayor, falló al final del camino resbalándose y haciéndose daño en las rodillas.

-no me asustes así Bill. –le dijo con una sonrisa nerviosa cuando llegó a su lado, el mayor boqueaba y un ligero temblor le azotaba el cuerpo, cuando Dipper iba a levantarlo se percató de la gran mancha de sangre que se extendía por detrás de su cabeza. –no.... no, no NO. ¡¡MALDITA SEA, BILL!! Esto no puede estar pasando.

-niño... -lo llamó con un hilo de voz. Dipper se acercó aun más mientras afirmaba su rubia y ahora manchada cabeza entre sus brazos. -¿crees que romeo y Julieta hubieran sido felices?

Las lágrimas se agolpaban en los ojos marrones del menor, iba a contestarle pero sus labios temblaban. Dobló su cuerpo para quedar con la frente pegada a la del mayor y llorar. –no lo sé Bill, no es momento para eso, tenemos que llevarte al hospital. –hizo amago de ponerse de pie otra vez pero una mano en torno a su muñeca lo detuvo, Bill se había movido y ahora le sonreía. Aunque no era una de sus sonrisas sicóticas a Dipper le pareció la más hermosa de todas.

-¿crees que tu y yo hubiéramos sido felices? –y fue en ese momento en el que todo se rompió para el castaño. Solo entonces supo lo que se sentía estar muriendo, lo supo cuando todos aquellos momentos que pasó junto a Bill se le vinieron a la mente como recuerdos, y a sus ojos como lágrimas, todas y cada una de ellas derramadas en el pecoso rostro del mayor.

-si... -le susurró antes de besarlo con cuidado.

-yo también lo creo. –le respondió tan despacio que Dipper no estuvo seguro de haberlo oído bien, luego sus ojos se cerraron como el batido de las alas de una mariposa, la sangre se extendía por el suelo manchando las ropas y las manos del menor que solo podía mirar el rostro de su amado con un dolor indescriptible.

-no te vayas Bill... no puedes dejarme solo. –le dijo contra su oído, pero a era tarde, Bill Cipher había muerto. –te amo...

~

Pasaron no más de cinco minutos cuando el auto estacionó sin cuidado juntó a la humeante y destartalada camioneta volcada, las botas sonando contra el desprolijo pavimento resonaban en aquel escenario lluvioso y lleno de silencio. Stan y Ford pines se asomaron por el acantilado sin mucha esperanza, había buscado a su sobrino por los alrededores angustiados. Cuando lo vieron en el pequeño espacio de tierra saliente no supieron si alegrarse por verlo sano y salvo o espantarse por la mirada perdida del muchacho y el cuerpo ensangrentado del mayor entre sus brazos. Stan sacó su celular para llamar a emergencias mientras Ford bajaba con una cuerda en busca de su sobrino, se arrodilló ante el menor y le puso las manos en los hombros.

-Dipper... Dipper, mírame. –pero sus ojos estaban vacios y sus mejillas manchadas de rojo.

Una ambulancia no tardó en llegar junto a los bomberos, sacaron con cuidado a los dos jóvenes heridos para llevarlos al hospital, una de las camionetas con su potente bocina y luces dando alerta de que despejaran el camino, la otra silenciosa, ya no había nada que pudieran hacer por Bill. Los doctores pensaron que ese día habían salvado al menos a uno de los dos cuando trataron las heridas abiertas del menor, lo que no sabían es que el día que su alma gemela se había ido, Dipper había muerto con ella.

Como Romeo y Julieta #PremiosBillDipWhere stories live. Discover now