X. flores.

483 55 32
                                    

x. flores

 Los invitados a su fiesta se habían marchado, ahora Dipper y Wirt ordenaban el departamento, con una ligera resaca, no era demasiado desorden al menos, lo peor era limpiar las habitaciones, eso sí era un trabajo... 

 Ya habían pasado un par de horas, Dipper y Wirt estaban en el sofá, con Sam en el medio, discutían qué era mejor, Wirt decía que Samantha podía aprender de métodos audiovisuales, como las caricaturas y la música, Dipper se mantenía firme diciendo que ponerla a leer un buen libro desde temprana edad sería más rápido y efectivo, Wirt decía que eso era una locura.

Samantha, aburrida por el comportamiento de los mayores que estaban a su cargo, finalmente los interrumpió.

—¿Podemos ir al parque?

Dipper la miró.— Fuimos al parque ayer, hay un libro muy bueno que leí hace unos días se lla-...

—¡Ella no quiere saber de tu libro!

—¡Tampoco quiere estar por horas escuchando sólo música clásica!

La pequeña usó su más grande arma; llorar. Empezó a llorar estrepitosamente de un momento a otro. Los mayores miraban a la morena, y luego se miraban entre ellos, preocuación era poco para describir lo que sentían cada vez que la niña lloraba.

—¡Nu quedo que tío Dipper y tío Wirt peleen! —Gritaba entre llantos. Luego dijo algo bajito, apenas audible, menos por el hecho de que la niña estaba llorando.

—¿Qué dijiste, Sammie?

—Que... -Hipó.— Quedo que vayan al parque de la manu como mami y papi, y se quieran mucho, y nu peleen. —Dijo secándose las lágrimas con sus pequeñas manos.

 Dipper miró a Wirt con algo de arrepentimiento, y éste le devolvió la mirada, se sonrieron.

 Era difícil no pelear en ocasiones, como cuando Dipper tenía libros a medio leer por todos lados, junto con hojas escritas, algunas arrugadas y tiradas al suelo, o cuando Wirt tocaba su clarinete hasta altas horas de la madrugada y Dipper le gritaba que se callase. Uno siempre imagina la vida viviendo con alguien como algo realmente genial, pero no es tan así, suele traer muchas complicaciones, en especial si no consideras los riesgos que lleva el convivir con otra persona que no es de tu familia. Pero, si hay amor y tolerancia, las cosas funcionan, aprendes que no todo es color de rosa, pero, eso no quita que algunas cosas sí lo sean, como el que Dipper de vez en cuándo ordene sus libros, y luego le lea un par de páginas a Wirt, o cuando Wirt toca una armoniosa melodía para su compañero, si bien llevaban poco tiempo viviendo juntos, eso no quitaba los años que pensaron el uno en el otro, funcionaban bien porque se querían, y porque no iban a dejar que unos pocos desacuerdos los dañaran. Nunca. ¿O quizás sí...?

El camino al parque era ciertamente tormentoso, el calor que hacía una vez pasadas las 3 de la tarde era abrumador. Samantha tenía un vestido rosado muy pomposo, y Wirt una camiseta sin mangas (La cuál, aunque no lo fuera a admitir, le gustaba mucho a Dipper, porque podía apreciar mayor parte de su cuerpo.), Dipper sabía que debía haber usado una polera manga corta, pero él había visto en las noticias del clima que estaría nublado, debió hacer caso a el mayor que le había dicho que haría calor.

Miraba con una cara de moribundo a Samantha y Wirt, que iban muy animosos conversando, ¿Por qué ellos estaban tan... como si nada? Dipper soltó un "ugh", mientras seguía caminando.

Al llegar al lugar fue directo por un agua mineral, mientras Wirt y Samantha decían que estarían por los juegos.

Se sentaron todos en una banca, mas Samantha no tardó en levantarse para ir a jugar, Wirt se levantó tras ella cuando empezó a correr, y Dipper rió al ver cómo el más alto de los 3 la perseguía hecho un manojo de furia al Samantha haberse "escapado" de esa manera, la niña sólo reía a carcajadas.

Después de un rato Wirt la perdió de vista, estaba tras un árbol escondida, pronto se le acercó un niño, de su misma edad más o menos, y le dijo algo que fue inaudible para Dipper, vio que Samantha sonrió, el castaño sólo frunció el ceño. Fue hacia ellos.

—Hey, Sam.

—¡Tío Dipper! ¡Mira, mira! conocí a un nuevo amigo.

—¿Sí? ¿Quién es? —Dijo apretando los dientes, quería a Samantha como una hija, más ahora que prácticamente vivía en su departamento, y podría decirse que los celos se le escapaban "sin querer" cuando la niña le hablaba de chicos.

—Se llama, uh... Se llama... —Dijo mirando al niño de remera celeste, no sabía su nombre.

—Me llamo Ethan, tengo éstos años. —Mostró 4 dedos de su mano.

—Oh. —Respondió indiferente.— Sam, ve a jugar, no te alejes mucho, estaré en la banca.

Cuando volvió estaba Wirt allí, casi acostado en la banca con la cabeza hacia atrás, en una mano sostenía el agua.

—Estás viejo, no deberías correr tanto. —Bromeó a lo que se sentaba a su lado.

—¿Yo? Soy la definición de juventud. —Respondió.—Dios, estoy muerto. Es un trabajo difícil cuidarla.

—Me imagino, hasta yo me canso y soy quien pasa menos tiempo con ella.

—Hah, sí, es realmente agotadora. Creo que iré a verla de nuevo, no quiero que se aleje demasiado.

Era gracioso, posiblemente a vista de otras personas parecían un matrimonio, esa era la principal razón de que algunas personas los miraran con odio, y de que otros los miraran con ternura.

El mayor sintió que alguien jalaba su pantalón.- Tío Wirt, ¿Juegas conmigu?

—Claro, peque. ¿A qué?

—¡Al escondite! Debes contar hasta mil.

—¿Huh? ¿Tanto? —Posiblementela pequeña ni si quiera sabía la gran cantidad que era mil, sólo contaría hasta 30 para darle duficiente tiempo.— Está bien, contaré en este árbol.

La pequeña entre risas dejó a su tío solo, pero no precisamente a esconderse, fue con Dipper.

—El tío Wirt te regalo ésta flor, pero no le digas que yo te dije. —Dijo, entregándole varias flores distintas que había cortado previamente la niña. Rió ligeramente ante el gesto.—Bueno, ¡Adiós! —Dijo buscando ahora sí un lugar para esconderse.

Había pasado como media hora, Dipper leía tranquilamente en la banca, pero estaba oscureciendo y deberían volver a casa, levanto la vista para ir a buscar a sus acompañantes, y encontró a Wirt caminando hacia él.

—Sam... Corre... Demasiado. —Jadeaba, tomó lo poco que quedaba en la botella de agua y miró a las flores, frunció el ceño extrañado.—¿Y esas?

—Fue Sam, no te pongas celoso. —Bromeó.

—Ya quisieras. —Sí, quizás quiero.

—Deberíamos irnos, es tarde. —Se levantó, tomando en una mano su libro y en la otra las flores.

Samantha llegó corriendo a esconderse tras las piernas de Dipper, mientras miraba con una sonrisa a el mayor de los tres.— ¡Wirt no me atrapa! —Le sacó la lengua.

—¿Ah, sí? —Dijo tomándo a la niña en sus brazos, meintras le hacía cosquillas.— ¡Te atrapé!

—Jajaja, ¡Ya basta, ya basta!

El castaño se detuvó.— Nos tenemos que ir, podemos ver una película antes de dormir, ¿sí?

—Okay. —Aceptó Sam, al menos no hizo un berrinche por quedarse como la mayoría del tiempo.

Iban camino al departamento, cada uno tomando una mano de la niña que estaba en medio, mientras esta daba saltitos al caminar. La niña se soltó de los dos en algún punto, para que entre ellos entrelazaran sus manos, Dipper miró a Wirt y sonrió rodando los ojos, tomando su mano con más fuerza, como diciendo que no había nada que hacerle, Wirt mantenía una tímida sonrisa, sus mejillas estaban levemente sonrosadas.

Al final del día, los tres dormían en la cama de el menor de los castaños, felices, demasiado felices como para ser verdad.


¡lo odio, lo odio, lo odio! últimamente casi no puedo escribir, pero, bueno, tenía que actualizar. espero al menos a uds les guste, cuties. ~  

Fuera de lo desconocido. [Pinescone español]Where stories live. Discover now