Seis meses habían pasado desde que vi a Bruno por última vez. Seis meses desde que él me había olvidado, y por desgracia, yo no había podido hacer lo mismo. No podía culparlo, no era su culpa, lo sabía. Pero dolía... dolía mucho el olvido, dolía el saber que no tuvimos oportunidad, el saber que no pude hacer nada por él.Mi vida era monótona y algo triste. Había tratado de conservar las rutinas para no caer en el abismo. Diana y Tomy intentaban de todo para distraerme, pero el vacío que sentía en el pecho era demasiado grande y no parecía poder llenarse jamás.
Diana tuvo la idea de que fuera a verlo, de que investigáramos por dónde andaba y pasáramos por algún lugar que él visitara para que me lo topara, a ver si de esa forma no estirábamos los recuerdos. Antes de dejar el hospital, una enfermera —que se había encariñado mucho conmigo— me había comentado que el médico dijo que su amnesia sería temporal y que a medida sucediese la vida, los recuerdos irían apareciendo en su mente y tomando forma de nuevo.
Al principio me aferré a aquello, quise creer que un día se aparecería en mi puerta y me diría que me amaba y que ya había recordado todo, pero ya después de tanto tiempo había perdido las esperanzas. Solía escribirle a Nahiara, para preguntarle cómo estaba y ella me respondía escuetamente que estaba bien, mejorando, pero no daba pie a demasiada conversación. Nahiara era extraña, yo no terminaba de entender si le caía bien o no.
Pero ahora ya nada de eso importaba, Bruno ya no era parte de mi vida, o mejor dicho, yo no era parte de la suya... puesto que él quedaría en mis recuerdos por siempre y eso lo hacía parte de mi vida, de mi historia. Entonces recordé aquellas frases hermosas del diario de su abuela con respecto a su enfermedad que tanto me habían impresionado: «Esta enfermedad es cruel porque no está matando mi cuerpo, sino mi alma misma. Se lleva mis recuerdos y con ello se lleva mi esencia... pues, ¿quién soy yo sin mis recuerdos? ¿Si es solo en ellos en donde vives tú».
Bruno viviría en mis recuerdos por siempre, pero yo ya no vivía en los suyos y eso dolía. Sufría al pensar que si no se recuerda algo que pasó, ese algo prácticamente deja de existir, ya que el pasado sólo existe porque está en el recuerdo de alguien. Me aferraba a nuestra relación recordando sus palabras o recreando momentos, porque era nuestra historia, y si él no la recordaba, al menos debía recordarla yo... para convencerme a mí misma de que fue real, de que existió.
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La chica de los colores ©
Teen FictionHISTORIA PUBLICADA POR NOVA CASA EDITORIAL EN MARZO DE 2017. GANADORA DE LOS WATTYS 2016 CATEGORÍA COLECCIONISTAS. LIBRO N°1 SERIE "AMOR EN UN MUNDO INCLUSIVO" TODO LOS DERECHOS RESERVADOS. PROHIBIDA SU ADAPTACIÓN, COPIA, TRADUCCIÓN TOTAL O PARCIAL...