PRÓLOGO

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Los amplios y verdes jardines eran vigilados por cientos de hombres corpulentos vestidos con trajes negros; la servidumbre vestía en colores blanco y negro e iban con movimientos discretos pero eficientes, encargándose de que absolutamente todo estuviese en su sitio.

La mansión Choi era uno de los inmuebles más exquisitos en Seúl, con un obsceno valor monetario, era prácticamente un palacio, aunque su valor no se comparaba en lo más mínimo con todo el capital que la familia poseía. Los Choi eran una de las familias más adineradas y poderosas del país.

Como era de esperarse, todo el poder y la responsabilidad caían en uno de los hombres más jóvenes. Choi Seung Hyun había sido elegido por su abuelo desde que era apenas un niño para dirigir la familia, pasando por alto incluso al padre de éste.

Dicen que cuando se involucra poder y dinero, el parentesco pasa a segundo plano, pero quizás en ese momento Seung Hyun no lo sabía.


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Tintes naranjas coloreaban el precioso cielo, mostrando cómo a lo lejos el sol comenzaba a esconderse. Los múltiples sirvientes estaban encargándose de poner la mesa para la cena de esa noche, las sirvientas no emitían sonido alguno, permitiendo que solo el seco sonido de los cubiertos y la vajilla al ser colocada resonasen en las decoradas paredes de la mansión.

Con pasos firmes pero discretos, el mayordomo se dirigía al estudio en donde el jefe de la familia había pasado toda la tarde. Seung Hyun había estado ocupado, revisando algunos papeles de las fábricas que poseía su familia, cuando escuchó el suave toque de unos nudillos en la puerta, con un simple adelante, tuvo frente a él a un hombre maduro vestido con ropajes rectos y elegantes.

—¿Qué pasa, Yang?— la voz ronca del pelinegro se escuchó dentro de la espaciosa habitación, luego de mirar solo un par de segundos al aludido.

—Mi señor, la cena está servida.— dijo el hombre canoso haciendo una leve reverencia con su cabeza.

—Bien.— apartando los papeles, se puso de pie— ¿Los demás, dónde están?— caminó fuera de la habitación, siendo seguido por el hombre canoso.

—Su hermana, la señorita Hye Youn estaba en los jardines paseando con Charlie.— pausó— Su hermano, el joven Mino llegó hace unas pocas horas y por lo que sé, estaba tomando una ducha. Las señoritas ChaeRin, Dara, Jinny y Soo Joo se encuentran en la habitación de juegos. Ya les han avisado sobre la cena.— está vez se refería a sus primas, las cuales podían tener sus momentos de madurez— Sus padres descansaban en su alcoba, pero les he dicho ya sobre la cena y anunciaron que bajarían en unos minutos— el pelinegro asintió— Y los señores Dong Wook y Sun Woong se encuentran esperándoles en la mesa.

—Muy bien, gracias. — el mayordomo asintió al tiempo en que llegaban al comedor y el pelinegro tomaba su lugar a la cabeza de la mesa, mirando como ésta se iba llenando poco a poco.

Conforme los minutos pasaban, la mesa se sumía en breves silencios en algunos momentos, siendo rotos en distintas ocasiones por las distintas personalidades que conformaban la familia Choi. Por su parte, Seung Hyun se mantenía en silencio, escuchando vagamente mientras se sumía en sus pensamientos. En realidad, no compartía los mismos intereses frívolos que su familia.


—Escuche que estás escribiéndote con alguien, Seung...— lanzando la oración al aire, Dong Wook lo trajo a la realidad, logrando que fijara su penetrante y pesada mirada sobre el de cabellos rojizos.

—¿Escribiéndote con alguien, cariño?— la madre del pelinegro le miro con cautela.

—Es alguien que conocí por internet, madre. Nada especial.— aclaró llevando un bocado a su boca.

DRAGÓN DE DOBLE CARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora