CAPÍTULO 10

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Nunca se sabe hasta qué punto somos capaces de mentir. Aunque, analizándolo bien, es cierto que cuando mientes por primera vez, existe una sensación de comodidad, y es así como no puedes diferenciar la segunda, la tercera y la millonésima vez que dices una mentira, porque se vuelve tan fácil que llega un punto en que todo lo que dices, prácticamente es una mentira.


Tú te vuelves una mentira. Y a veces, estás tan acostumbrado a mentir, que incluso tú te crees esas mentiras y las tratas de volver tu realidad.


Ji Yong miraba en silencio a aquel hombre que le estaba dando todo. El millonario dormía impasible sobre la suave y cómoda cama de la habitación, cubierto por lujosas sábanas de satín. Había llegado a un punto en que nada era como se suponía que fuese, todo había cambiado.

La repulsión se convirtió en tolerancia.

La tolerancia se volvió costumbre.

La costumbre dio un giro y se convirtió en lastima.

Y ahora la lastima era cariño.


Levantándose de la cama, salió de la habitación para llegar a la fría y vacía sala de estar, en donde las sombras reinaban y el silencio lo era todo. Recostándose sobre uno de los sofás, se dedicó a mirar un punto incierto en medio de las sombras, mientras permitía que la culpa lo destruyera desde adentro.

Se debatía entre salir corriendo en ese mismo instante para jamás volver y el quedarse y seguir todo aquello. Estaba seguro que de ambas formas, Seung Hyun sufriría, pero si se iba, en algún momento el mayor debía recuperarse y seguir. Sin embargo, no habría lugar seguro para él con lo que los primos del mayor respectaba.

Cerrando los ojos, permitió que el cansancio lo arrastrase hasta un lugar en el que pudiese olvidarse de todo tan solo por un rato. El apartamento se encontraba en completo silencio, sin perturbar a ninguno de los que descansaban allí dentro. Sin embargo, en determinado punto, el apuesto millonario abrió los ojos, encontrándose solo en medio de la inmensa cama. Levantándose, llamó a su amante sin obtener respuesta. Frunciendo el entrecejo, salió de debajo de las sábanas, alcanzando una de las batas para colocársela encima y salir en busca de aquel dulce joven.

El sonido de las pantuflas sobre el lustre piso hacia un pequeño eco que se extinguía apenas instantes después. Seung Hyun llegó a la estancia, en donde vio al joven dormitando sobre el sofá. Una suave sonrisa afloró en sus labios a la vez que se acercaba.


—Young Hwan.— le llamó en un murmullo, evitando asustarle. Pasó sus largos dedos sobre la rubia cabellera con gentileza— ¿Amor?— le llamó una vez más y como si fuese arte de magia, los hermosos ojos color caramelo se abrieron con suavidad.

Hyunnie...—se quejó el más joven, mirando con intriga a su acompañante, quién sonreía dulcemente.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no vas a la cama?— el rubio se alzó lentamente, con ayuda del mayor, quién enseguida rodeó con uno de sus brazos la angosta cintura, atrayendo el pequeño cuerpo a sus brazos. Seung Hyun apoyó su barbilla contra los rubios y sedosos cabellos, sintiendo enseguida cómo el más pequeño escondía su rostro en su pecho. Una sonrisa afloró en los sedosos labios del millonario mientras cerraba los ojos y se permitía embriagarse del dulce aroma a vainilla que provenía de aquellas hebras color de oro— Vamos a la habitación.

—Está bien.—murmuró el más joven.


Ambos caminaron de regreso a la habitación, entrando debajo de las lujosas y costosas sábanas de satín, cayendo enseguida entre los brazos del dios del sueño, quedando la espalda de uno contra el pecho del otro.

DRAGÓN DE DOBLE CARAWhere stories live. Discover now