CAPÍTULO 6

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Ji Yong caminaba con las manos dentro de los bolsillos de sus holgados pantalones, mirando disimuladamente a su alrededor, sintiéndose estúpidamente paranoico, como si alguien lo vigilara.

Relamiéndose los labios, se echó sobre el verde y recortado pasto, tratando de mitigar el dolor punzante con el que había despertado esa mañana. Debía tener más cuidado, se suponía que era un joven inocente e ingenuo, y al contrario de ello, se había comportado como una zorra la noche anterior. Pero no podría haber sido de otra forma, había estado tan casado y aburrido, simplemente se había abandonado en el alcohol y al parecer la compañía del millonario no había hecho las cosas mejores.

Jadeaba horrorizado mientras los destellos de la noche anterior llegaban a él. Se había restregado contra el mayor, permitiendo que éste le tocara y besara a su completo antojo. Y ni siquiera era homosexual.

Si era sincero consigo mismo, debía admitir que la mansión Choi era deslumbrante. El lujo y las comodidades no faltaban, incluso en aquel lugar. Era obvio el arduo trabajo de expertos jardineros, así como la dedicación de éstos por mantener el lugar con aquella singular belleza.

Durante los últimos meses, habían sido pocas las ocasiones en las que había tenido la oportunidad de sentarse consigo mismo para aclarar la mente. Estaba harto ya. No podía pensar en otra cosa más que en que deseaba que todo terminara. Deseaba encontrar el final de todo aquel asunto.

El ansia por que los primos, Dong Wook y Sun Woong, le dieran el pase para terminar, estaba carcomiéndole. No era un hipócrita, y siendo sincero consigo mismo, lo único que importaba para él era la desorbitante cantidad que ganaría, sin embargo había estado escuchando una vocecilla en su cabeza que no paraba de repetirle que lo que hacía estaba mal.

Escuchando repentinamente movimiento cerca, se puso tenso, tan solo para sentir después cómo un cuerpo grande y pesado se tendía cerca y pronto unos labios se apoderaban de los suyos.

—Seung Hyun...— jadeó mientras sus manos se alzaban y acariciaban las mejillas del aludido, quien se encontraba en posición contraria a la suya, de cabeza, según su perspectiva.

—¿Mala mañana? — el menor asintió— ¿Resaca?

—Endemoniadamente sí...— jadeó mientras sus labios se fruncían en un puchero— Desperté con un punzante dolor de cabeza que no me dejó dormir más.

—¿Por qué no fuiste a despertarme?

—Supuse que estarías cansado. Pensé que por lo menos hoy, merecías un sueño largo. — sonrió.

—Te lo agradezco...— dijo en tono cantarín mientras se abalanzaba a él y de algún modo conseguía que el menor estuviese lánguido sobre su cuerpo, teniendo los muslos rodeándole las caderas— La pasé muy bien anoche. De hecho, no recuerdo haberlo hecho nunca.

—Yo también la pasé bien...— admitió. Mordisqueándose los labios, notó cómo el mayor se inclinaba sobre él y se dedicaba a dejar perezosos besos sobre su rostro. La nariz, las mejillas, las cejas, el mentón y finalmente los labios. Tardándose eternidades, el mayor se dedicó a explorar la cavidad oral del rubio, quien se encontró a sí mismo cerrando los ojos y disfrutando de la genuina caricia mientras sentía cómo los largos dedos del hombre se escabullían hacia el sur y se instalaban en sus cubiertos muslos, obligándole a rodearle la cadera, logrando así que sintiera aquella protuberancia necesitada que se frotaba contra su propio centro, inquietándolo también— ¿Hyunnie? — gimió.

—¿Qué dirías si escapamos el día hoy y vamos a un parque temático? — inquirió, ignorando la excitación que calentaba su propio cuerpo.

—¿De verdad? — el mayor asintió— ¡Por supuesto! — chilló con verdadera emoción.

DRAGÓN DE DOBLE CARAWhere stories live. Discover now