CAPÍTULO 15

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Sabía que era peligrosa la velocidad en la que íbamos, pero no importó si la explosión me arruinaba, sólo te amé peligrosamente.

Un molesto zumbido se ciñó sobre los sensibles tímpanos del joven pelirrubio quien se zarandeó fuertemente en un intento de liberar sus delgados brazos de aquel enérgico y dañino agarre que gradualmente iba amoratando su pálida piel. Sacudiendo su cuerpo en protesta mientras sentía los insistentes labios del hombre mayor sobre los propios, se obligó a sí mismo a pretender retroceder en un intento inútil por escapar de aquellas sucias y peligrosas caricias que al contrario de brindarle un consuelo, sólo conseguían inquietar su inestable y dañada razón.

Suplicando apasionadamente porque se detuviese, sintió tibias y espesas lágrimas corriendo a lo largo de su mejilla, perdiéndose en la extensión de su cuello mientras era arrojado violentamente hacia el piso, en donde chilló descontrolado al sentir el cuerpo más pesado cayendo sobre sí.

Aquel alto hombre de ojos color ébano sonrió con satisfacción mientras admiraba la actitud quebrantada del joven chico, quien sollozó cuando sujetó fuertemente sus muñecas sobre su cabeza.

Por favor...— imploró el menor mientras se atrevía a mirar directamente al millonario, aterrorizándose ante la expresión ansiosa del hombre.

—Tuviste en la palma de la mano a mi primo, debiste ser muy bueno en la cama.— murmuró mientras una de sus manos se escabullía bajo la delgada prenda superior y corría sobre la suave piel del abdomen.

—N-No...— chilló sacudiéndose salvajemente, sintiendo entonces como el dorso de la mano del hombre le abofeteaba con tal fuerza como para hacerle volver la cabeza, teniendo el labio inferior reventado y un molesto dolor punzante en la quijada.

—¿Creíste acaso que simplemente vendrías, ganarías un montón de dinero y regresarías al agujero del que saliste? No seas estúpido.— lamió sus labios ansiosamente— Nada es tan sencillo, niño estúpido.

La rápida y caliente respiración del alto hombre apenas y acariciaba la sensible piel de su cuello mientras sus labios se estrechaban bruscamente sobre la marcada clavícula, succionando con la suficiente fuerza como para dejar una enrojecida marca. Apenas a los pocos segundos, se vio obligado a soportar los sucios besos y los fuertes mordiscos mientras sus manos se hacían puños e intentaba con todas sus fuerzas liberarse de aquel pecaminoso agarre que prometía una agresión inevitable.

Violentamente, el mayor bajó los ajustados pantalones, junto con los calzoncillos apenas hasta por debajo de los muslos mientras una torcida sonrisa aparecía en sus labios al notar la mirada suplicante del joven. Inclinándose, aleteó con sus labios sobre los otros, sintiendo cómo el chico escupía sobre su rostro.

Ahora eres mi perra...— gruñó mientras obligaba al rubio a escuchar el sonido de su cremallera y poco después, la presión de una imponente erección contra su sensible anillo anal. El menor abrió la boca en un intento fallido de gritar ante el punzante dolor, sin embargo el sonido murió apenas y llegó a su garganta a causa de la presión de los labios ajenos sobre los suyos. Sus lágrimas humedecieron sus sonrosadas mejillas al sentir aquella longitud profanando su sensible entrada. Un lamento lastimero emergió de lo profundo de su pecho ante la falta que se le vio obligada a cometer, y fue entonces que sólo pudo pensar en una sola cosa, la expresión herida del hombre que ama— Se bueno, dulzura.

Su respiración se tornó errática mientras intentaba sostenerse del elegante sofá. Sus manos temblaron al apoyar su peso contra los cómodos y esponjosos cojines, al mismo tiempo en que sentía una corriente eléctrica atacando su violentada entrada, de la cual escurría un delgado hilo de sustancia blanquecina, mismo que se perdió entre sus muslos. Desorientado, consiguió incorporarse lo suficiente como para jalar su prenda inferior hasta lograr colocarla apenas adecuadamente.

DRAGÓN DE DOBLE CARAWhere stories live. Discover now