Capitulo III

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Alejandro


Miércoles, 16:00pm.


Me levanté de golpe al escuchar lo que decía Nicolás


-¡¿Cómo demonios lo conseguiste?!- se escucharon risas al otro lado de la línea.

-¡Se supone que no me debías de creer!- gruñó.

-Te Amo Alejo, me estás haciendo millonario- Escuché la voz de Jared, dejé caer mi cuerpo nuevamente en la cama, estos infelices se están divirtiendo al hacerme bromas.

-Infelices traga penes-

*Fin De la Llamada*


Trate de seguir durmiendo, pero me resultó imposible, así que opte por hacer ejercicio. Unas de las pocas veces que lo hago son porque estoy muy aburrido o porque necesito distraerme y en este caso es la segunda. Cerré la casa y comencé a trotar hasta el parque. 


Luego de media hora ya me estaba faltando oxigeno así que decidí caminar el resto del trayecto.

Vi una banca disponible, así que rápidamente me senté en ella.

-¡Hola Alejo!- se me tiró encima Liz al sentir la humedad de mi cuerpo me miro con asco. -¡Alejandro! ¿Por qué no me dijiste que estabas sudado? - tenía una expresión de asco en su rostro.

-Quien te manda llegar de esa forma- reí y me golpeo en mi hombro, hablamos un buen rato, me trajo unos pañitos para quitar el sudor de mi cuerpo, entramos a un Starbucks, yo pedí un café con un pastelito y ella una malteada con pudin, no entiendo como pude aguantar tanto dulce al mismo tiempo, el olor a café, calidez del lugar hizo que todo mi cuerpo se relajara aunque se escucharan murmullos, sentía paz , considerando como punto a favor porque no estaba mi madre.


Se fue hasta su casa luego de una hora ya que tenía tareas pendientes yo en cambio no tenía nada que hacer, así que me fui hasta mi casa y encontré la puerta abierta.

Mi pulso se me aceleró, descarté la idea de que llegase a ser mi madre ya que ella está todo el día trabajando y llega en la noche. Entré a la casa, asomé mi rostro primero hasta entrar cuerpo entero, busqué el bate que estaba cerca del sofá y empecé a caminar con el alzado, esto es mala idea debo comprarme un arma. Escuché ruidos y voces provenientes de la cocina, aunque las piernas me temblaban igual que una gelatina tuve el valor de abrir lentamente la puerta de la cocina, podía escuchar los jadeos de mi respiración, podía sentir adrenalina corriendo por cada fibra de mi cuerpo y como si fuera un balde de agua fría que me cayó en todo mi ser al ver un par de idiotas en mi cocina.


-¿Qué mierda te pasa Alejo?- era Jared junto a Nicolás, se miraron con el ceño fruncido. -¿Por qué tienes un bate?-

En parte estaba aliviado que fueran ellos, pudo a ver sido peor -¡Será porque siempre violan mi privacidad!- solté el bate junto con un gruñido. Los muy infelices solo rieron.

-Si quieres intimidad solo debías decírmelo, bebé- me guiño el ojo Nicolás y le saque el dedo del medio.

-¡Pensé que eras Heterosexual!- grito Liz detrás de mi asustándonos a todos, ¿cuándo carajos ella llegó?

-Por ti me convierto en heterosexual, mi amor- Él le seguía el juego aunque el sí lo decía enserio.

-Ya váyanse a un hotel- exclamé, se miraron como si de verdad lo estuvieran considerando y salieron de la cocina.

Mi Profesora EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now