Capitulo XVIII

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Te quiero como las cosas que no se deben querer.


Lunes, 13:30pm.


-Alejandro-


-Estuve hablando con María sobre...- Mi madre no dejaba de repetir lo mismo una y otra vez, no entendía que no quería nada con esa chica, aunque tampoco le diré lo que hice con ella.

-Mamá, ella no me gusta y punto- rodo los ojos y seguía comiendo, termine la cena y lave los platos al mismo tiempo que los secaba, cuando termine me percaté de que esta ya se había ido al trabajo.

Me tenía un poco inquieto el hecho de que no vi a Sofía hoy en la preparatoria, no quise llamarla enseguida ya que no quería que pensara que la estaba agobiando pero joder, ella ocupa todos mis pensamientos.

¿Qué le habrá pasado? ¿Sera que la llamo? ¿Estará bien?

Encendí la consola para despejar un poco la mente, pero aunque estuviera matando literalmente a todos los que aparecen en mi camino aun no me sacaba del todo a Sofía de la mente, así que opte por llamarla.

Tome mi celular y busque el número de Sofía.

"My Girl"

¿Qué mierda significa eso? Mínimo y fue Liz, mire el número y era el de Sofía.


*Llamada telefónica*

-Hola- Sonó un poco triste y de inmediato me alarme.

-¿Estas bien?-

-Si- susurró. -Bueno no- Mordí mi labio inferior esperando a que esta continuara pero no, guardo silencio hasta que un pequeño gemido de dolor se le escapo.

-Amor, ¿qué tienes?-

-¿Puedes venir?-

-Llego en diez minutos-

*Fin de la llamada*


No espere ni un minuto más cuando me estaba cambiando de ropa por algo más presentable, tome mis llaves y subí a mi auto.

Maneje lo más rápido posible, y llegue a su apartamento.

Toque la puerta y de inmediato abrió, lanzándose sobre mí, aun abrazados la obligue a entrar, estaba en pijama, tenía su rostro hundido en mi cuello y susurraba cosas que aún no podía descifrar.

Lloraba, y arrugaba mi camisa por el mismo dolor que esta sentía, lagrimas ya rodaban por mis mejilla al verla en tal estado.

-Sofía- susurre.

-Mi abuelo murió- dijo en voz entrecortada. -Lo consideraba mi padre siempre cumplió esa función, jugábamos y eso que tenia problemas en la espalda y le costaba sentarse en el piso, y solo para que yo estuviera feliz, me protegía muchísimo, y siempre me decía que estaba orgulloso de mí, no importa lo que hiciera, me lo repetía una y otra vez, siempre estuvo conmigo, me enseño a ser una mejor persona-

No sabía que decir o que hacer, así que opte por mantenerla abrazada y darle besos en la frente de vez en cuando.

-Lamento colocarte en esta posición- se apartó de mi secando sus lágrimas. -No te quise decir porque-

-Puedes contarme lo que sea- le sonreí e intento hacer lo mismo. -Salgamos a comer- asintió y se fue hasta el baño.

Eche un vistazo por todo el apartamento y pude darme cuenta de la cantidad de libros que poseía, revistas y fotografías tanto de paisajes como de su familia.

Una llamo mucha mi atención es donde estaba con un hombre mayor, supongo que era su abuelo, pero lo curioso era que lo tenía en forma de comparación, es decir, del lado derecho de la fotografía se encontraba una pequeña sentada en las piernas de un hombre de unos sesenta y tantos años, y en el lado izquierdo una joven mucho más hermosa junto al mismo hombre pero más viejo, arrugado pero aun no perdía esa sonrisa.

-Era él- la mire y sonrió, me hizo una seña para que saliéramos al mismo tiempo que cerraba el apartamento.


Subimos a mi auto.

-Los chicos te extrañaron hoy- Sonrió.

-Lo dudo-

-De verdad, Liz y Ele no paraban de preguntarme por ti- reímos.

-Son adorables-

-Yo también te extrañe- me beso la mejilla.


Llegue a un centro comercial e hice que esperara en el auto mientras compraba mucha comida y armaba una pequeña canasta, cuando tenía todo pague y volví al auto.

-¿A dónde vamos?- pregunto curiosa, típico de mujeres.

-A algún lugar- reí, y soltó un bufido.


Llegamos a lo profundo del parque, mi parte favorita el lago.

-Más te vale no violarme y matarme, porque lugares así es típico de psicópatas, asesinos en serie- dijo seria.

-No creo que sería capaz de vivir con ese remordimiento- reímos y saque la manta y la extendí hasta que quedo completamente abierta para luego sentarnos.

Saco su cámara mientras enfocaba el cielo y algunas partes del lago.

-Necesitaba esto, me estaba ahogando en el apartamento- dijo mientras tenía su vista perdida en el cielo.

-¿Cuándo paso eso?-

-Me entere el sábado en la noche- Dijo aún triste, y algo en mí se estrujo solo el hecho de pensar que duro tanto tiempo llorando sin que nadie pudiese darle apoyo, me hacía sentir impotente, pero a la vez triste.

-Compre hamburguesa- Inmediatamente dejo la cámara de lado y dirigió su vista hasta donde yo estaba, y tomo la hamburguesa.

-Gracias- dijo mientras la comía.


Quería distraerla de todo el infierno que estaba viviendo, así que le preguntaba cualquier cosa que se me viniera a la mente.

-¿Color favorito?- Dijo mientras comía fresas, se acostó en mis piernas mirándome divertida.

-Verde- reí.

-Y ¿el tuyo?-

-Morado- tome su cámara y se levantó a seguir cogiendo mas fresas, mientras abría el paquete, vi la oportunidad y le saque una foto.

Me quito la cámara, su mirada estaba perdida en las benditas fresas, su cabello ligeramente despeinado, y una sonrisa pequeña.

Perfecta.


-Quisiera que tú me mires como miras la comida- esta soltó una estruendosa carcajada.

-¿Cómo miro la comida?-

-Con deseo, pasión, como si no hubiera un mañana- Aun seguía riendo, y aunque trataba de ocultarlo no lo conseguía, lagrimas ya salían de sus ojos.

-Esa estuvo buena- alzo su mano y la choque.

-Algún día mijo, algún día- rodé los ojos y le quite la fresa.

-¡Oye! ¡Pero si ahí tienes más!-

-La comida desde tus labios es más provocativa- le guiñe el ojo y me empujo.

-Tonto- Se subió encima de mí besándome todo mi rostro.

-Gracias- me sonrió al igual que yo, le devolví el gesto.

-Siempre nena- le di un beso en la frente.

-Te Quiero-

Mi Profesora EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora