Capitulo XXII

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Escucho música para huir de todo pero joder, tú estas en todas las canciones.


Lunes, 13:30pm.


Cárcel de Villanubla


-Sofía-


-Vamos Sofí- Mi hermano por fin pagó la fianza y pude salir de ese infierno, a lo lejos pude ver a la madre de Alejandro, y le hice una seña de Gerard que me esperara un momento.

-¿No es suficiente con que me metiera en esta mierda?- Me acerque a ella, cruce mis brazos y espere su respuesta. Lo cierto es que si quería decirle como sus seis verdades en la cara.

Sus cejas se encontraron.

-Primero no me hable así, segundo quiero que te alejes de mi hijo- Mi sangre se helo y comencé a sentirme un poco incomoda, pero no le daré el gusto saber que tiene algún efecto en mi sus palabras.
-Él se merece algo mejor que una profesora como tú- me miró con desprecio.
-Ya estas mayor como para que estés detrás de un niño, valórate, quiérete si quiera un poco, porque si lo fueras considerado, no pusieras en juego tu carrera de esta manera- Me guiño el ojo seguida de una estúpida sonrisa.-Ah, y otra cosa, Alejandro se acostó con María, que pena que solo eres una más de su lista, una regalada, una estúpida...- No pude resistir sus palabras, cada una de ella me lastimaba, hacia que sangre se helara, y mi respiración se acelerara. Le di una bofetada.

-¡A mí me respetas!- Grite, y todos los que iban pasando nos quedaron mirando, sin entender lo que estaba pasando, y otros se quedaron para averiguarlo. Cuando acomodo su cabello, solo me río.

-Solo quiero que digas, que no quieres y no necesitas estar con mi hijo- Me miro, y si así era la única forma de sacarme a esta vieja de encima lo haría, todo lo que estaba viviendo era una mierda, al enterarme que María está esperando un hijo de Alejandro me dejo devastada.

-No quiero, no necesito y mucho menos deseo estar con su hijo, es igual de mierda que usted- me aleje antes de que ella pudiese decir algo.

Llegue donde estaba Gerard y subimos a su auto, me sentí obligada de contarle todo lo que sucedió, él se portó lo más comprensible posible y sonreí a medias ya que espere que esa fuese su reacción.


Llegamos a mi apartamento y me encerré de inmediato, tome una ducha, aunque lo que esperaba era que el recuerdo y el dolor disminuyera, fue todo lo contrario.

Lloraba tanto que me dolía el pecho, sentía como se me comprimía, al mismo tiempo que ardía, no quería esto, quería desaparecer, que me tragara la tierra y me escupiera en Francia.
Luego de una hora salí ya vestida con la piyama y Gerard estaba sentando en el sofá.

-Ya envié la carta de renuncia a la preparatoria- Asentí una vez me senté junto a él, deje que mi cabeza reposara en su pecho.

-Gracias- Él solo daba caricias en mi cabello.

-¿Qué harás?- Suspire, y hable sin pensarlo dos veces, no tengo otra salida.

-Me voy a ir a California- Me miro sorprendido.
-Fue uno de los acuerdos que hice con esa mujer aparte de que no quiero volver a ver a Alejandro, no deseo volver a la cárcel- sollocé.

-Shsh, es hora de que duermas pequeña- Cerré los ojos, y cuando menos lo creí, ya estaba llorando. No quería pensar en él, le pedía a Dios que me lo quitara de la mente, pero al parecer entendió lo contrario, porque vagos recuerdos inundaban mi mente.

Mi Profesora EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now