II

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— ¿No es algo tarde para que alguien como tú ande fuera? —el sujeto de cabello rojo preguntó.

— No lo sé, ¿te parece que me veo como alguien que no sabe lo que hace? —contestó Frank después de un momento, hipnotizado por la manera en que se veían los labios rosados del sujeto.

— Con esa estatura podrías pasar fácilmente como un niño —contraatacó de manera soberbia, mirándolo de arriba a abajo. Frank se sintió ultrajado ante su mirada.

— Y tú con ese cabello pareces un faro. ¿Qué intentas demostrar? ¿Rebeldía? —respondió, arrepintiéndose al instante de sus palabras. ¿Qué demonios estaba haciendo? se dijo. Insultar a alguien como Gerard Way definitivamente no era la mejor idea del mundo, pero su tono engreído y sarcástico no eran de su agrado y no podía evitar responderle. Así es, Frank era un tonto por naturaleza.

— ¿Tu mami sabe dónde estás? —cuestionó. No parecía molesto por el comentario, sino intrigado por el pequeño hombrecito que se había atrevido a insultarlo a él, Gerard Way, a quien nadie en su sano juicio se atrevería a provocar, el último que lo había hecho había terminado en el hospital con quebraduras de huesos de tercer grado.

— Eso no te incumbe...

— ¡Hermano! —una voz interrumpió su sentencia.

Nada más y nada menos el sujeto rubio con raíces negras a quien había visto anteriormente besuqueándose con su amigo estaba acercándose a ellos y lo peor era que no venía solo. Ray venía abrazado a él por el pecho, mientras el otro sostenía un firme control sobre sus hombros. Mierda. Frank miró hacia el suelo en un intento de pasar desapercibido, cosa que no daría mucho resultado. No tenía escapatoria; si intentaba irse de seguro Ray lo vería correr, si se quedaba donde estaba Ray lo vería sin lugar a dudas. Ninguna de las dos opciones era muy viable.

— ¡Ahí estás! ¡Ray y yo te buscamos por todas partes!

— Entonces no han buscando bien porque he estado aquí toda la maldita noche —Gerard rodó los ojos.

— Hey. ¿Quién es tu amigo? —Ray saludo al pelirrojo. Su mirada luego se dirigió a Frank, quien literalmente quería que se lo tragase la tierra. La sonrisa en el rostro del rizado desapareció al instante cuando lo reconoció— ¡¿Frank!? —exclamó, sus ojos se abrieron como platos. Rápidamente se separó del rubio, quien hizo una mueca confusa ante las repentinas acciones de este.

— Hey, Ray. Linda noche, ¿verdad? —Frank trató de sonar causal, tal como si sólo fueran un par de amigos que se encontraban por casualidad en un club nocturno.

— ¡¿Qué haces aquí?! —Ray no parecía creerse lo que veía, de hecho parecía a punto de sufrir un ataque de pánico. Su mirada intercalaba entre Frank y Gerard como si mirase un partido de tenis muy reñido— ¡¿C-cómo has encontrado este lugar?!

— Más bien, ¡¿Qué haces tu aquí?! ¿En un lugar como este y a estás horas? —evadió la pregunta que implicaba decirle que lo había seguido, no se sentía muy orgulloso por eso.

— ¿Ustedes se conocen? —el rubio preguntó monótamente, no parecía entender muy bien la situación que se estaba desarrollando entre ambos.

Ray suspiró— Él es mi amigo, Frank. ¿Recuerdas que te hablé sobre él?

— ¡Oh, si! El idiota que no entiende matemáticas —sonrío.

— ¡Mikey! —exclamó Ray. Frank se disponía a quejarse sobre aquello pero Ray se le adelantó— Lo siento, pero tenemos que irnos ahora —comenzó a empujarlo bruscamente hacía la salida.

— Pero prometiste que pasarías la noche conmigo —el llamado Mikey detuvo al rizado sujetándolo del brazo con una mirada lastimera.

— Lo sé Mikey, pero saltó a la vista un... pequeño inconveniente —murmuró— Será otro día, ¿sí? —prometió depositando un suave beso en los labios ajenos que este correspondió y profundizó.

Hot ↠ FrerardWhere stories live. Discover now