VII

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Frank nunca lo admitiría en voz alta, pero había algo en Gerard montado sobre esa peligrosa motocicleta que gritaba sexy. La forma en que estaba sentado sobre está, llevando una chaqueta de cuero negro, pantalones vaqueros y botas oscuras hacía que su imagen de chico malo resaltara en todos los sentidos. Y se quedó petrificado en la entrada de su casa cuando lo vio con ese look.

De alguna manera, Gerard lo convenció de volver a montar en el vehículo, claro, lo hizo solo después de prometerle que conduciría despacio, aunque nunca se debía confiar en una promesa hecha por Gerard Way y luego se daría cuenta. Aquel había sido su primer error.

Así que se encontró a sí mismo pegado a la espalda del chico de cabellos rojos... Otra vez. Pero está vez no cometería el mismo error que antes, por eso se sujetó sosteniendo ambos lados de la motocicleta, nada de sujetar cinturas para Frank esa noche.

Arrancó y la forma en que las calles y las casas se mezclaban al pasar, la velocidad en que el viento mordisqueaba su piel y su cabello enviaban descargas de adrenalina indeseada a través de su cuerpo. No debería estar divirtiéndole aquello. Una diría que sufrir una experiencia cercana a la muerte arriba de esa cosa le quitaría lo divertido, pero se encontró con que no era cierto.

— ¿Estás bien ahí atrás? —gritó Gerard sobre el desagradable ruido de la motocicleta.

— Podría decirse.

Frank no sabía que había esperado del lugar adónde lo llevaría Gerard, ni siquiera le había dicho donde irían en primer lugar. Pero ciertamente jamás se hubiera imaginado una playa, pues al poco tiempo el olor a sal y mar flotaban bajo la nariz de Frank y se dio cuenta de que estaban de camino hacia la playa.

— ¿La playa? ¿En serio? —preguntó con escepticismo cuando se detuvieron, mientras miraba hacia el agua que lamía la arena antes de retirarse de nuevo. Gerard desmontó la motocicleta y Frank inquisitivamente hizo lo mismo. Sintió la arena enterrarse en sus zapatos.

— ¿Esperabas que te llevará a comer a algún lugar aburrido?

— Bueno, lo supuse. Eso sería lo usual en una cita, ¿no te parece? —se maldijo a sí mismo por decir cita. Gerard pareció sonreír un poco ante eso.

— Pero eso no sería divertido —dijo con simpleza. Frank le observó volver a la motocicleta y rebuscar algo. Luego atrapó con sus manos el objeto que Gerard acababa de lanzarle y se dio cuenta de que era una hamburguesa fría de McDonalds. Vaya, eso sí que era elegante.

Gerard volvió a acercarse a él y se sentó en la arena. También tenía una hamburguesa para él y dos latas de cerveza en una mano. Le invitó a sentarse y no le quedó otra que hacerlo. Luego le ofreció una de las latas.

— Gracias... creo.

Era una noche solitaria, no había gente en la playa puesto que hacía algo de frío y sólo a un loco se le ocurriría ir, buenos, dos locos. A Frank no le apetecía demasiado comer la hamburguesa, así que solo se limitó a beber tragos de la cerveza.

— ¿No tienes hambre? —le preguntó al observar que no había tocado su comida. Tenía boca llena de carne semi triturada.

— Comí algo antes de salir —era mentira, pero no tenía porque saberlo. Gerard se encogió de hombros y continuó comiendo. Permanecieron en silencio un buen rato, Frank miraba lo calmo que se encontraba el océano aquella noche mientras Gerard bebía su lata de cerveza, nadie quería admitirlo pero la situación se había vuelta algo incómoda.

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