X

1.8K 258 320
                                    

Frank estaba convencido de que su suerte no podría ser peor, peor que la situación en la que se encontraba en aquel momento. Ninguno de los cuatro se atrevió a hablar en lo que fueron segundos eternos, segundos que no creía posible poder observar tantas expresiones pasar por el rostro del rizado. Se separó de Gerard y bajó del lavabo de un salto, tan pronto logró hacer que sus extremidades obedecieran sus órdenes.

— Ray, yo... —comenzó Frank, pero sus palabras fueron interrumpidas por su amigo. No podía mirarlo a los ojos sin sentirse culpable por traicionar su confianza.

— Se acabo. Nos vamos de aquí —ordenó Ray, a la vez que lo tomaba del brazo y lo alejaba de la cercanía del joven de cabellos rojos.

— Amor, espera... —le llamó Mikey, pero el otro simplemente no le escuchó. En cambio, procedió a caminar hacia la única puerta del baño, arrastrándolo con él.

— Él se queda conmigo —intervino de pronto Gerard, también avanzando y haciéndole frente al rizado con petulancia.

— No. Frank es mi amigo y se irá conmigo. No permitiré que lo lastimes, ¿me oíste?

Gerard soltó una risita. Miró a su hermano— ¿Cuál es el maldito problema de tu noviecito, eh Mikey? ¿No pudiste conseguirte alguien más sumiso? ¿O con una pizca de cerebro?

— Cierra la boca, Gerard —espetó duramente Mikey, mirando primero al antes nombrado y luego a Ray— Ray, por favor no lo provoques.

— ¿Provocarlo? —exclamó con incredulidad— Lo único que intentó hacer es proteger a Frank de él, conozco a tu hermano, y como le gusta usar a las personas a su gusto. Frank no será una de tus marionetas, no si puedo evitarlo.

— ¿Quieres probar el sabor de mi puño, ricitos de oro? —amenazó Gerard, pero aún así Ray no mostró ni un astibo de miedo ante él. Frank se congeló en su lugar. Mikey se interpuso entre ambos, queriendo frenar la inminente pelea.

— No te atrevas a tocarlo. Lo tocas y me obligarás a golpearte —espetó el rubio a su hermano— Sabes que no quiero hacerlo.

Lo único que provocó su advertencia fue la risa de Gerard— Ay, hermanito. Tú siempre tan heroico. No podrías llegar a golpearme ni aunque lo quisieras. ¿Porque mejor no te vas a cojer con este de aquí a otra parte y nos dejan en paz? Te lo agradecería mucho. Ah, y si tienes otra cosa que decir, dilo ahora.

Mikey titubeo, queriendo decir mucho más, pero ninguna palabra salió de su boca. Incluso él parecía tenerle algo de temor a su propio hermano. Eso le hizo preguntarse a Frank que clase de persona era realmente el chico a su lado, dándose cuenta de que en realidad no lo conocía. Era literalmente un extraño.

— Eso pensé. Ahora vete. Llévate a tu mascota y desaparezcan de mi vista.

— No, no me iré sin mi amigo —persistió Ray.

El pelirrojo le miró con simpatía fingida.

— Entonces dejemos que él decida, ricitos —sugirió éste, dirigiendo su vista a Frank.

Frank sintió de pronto todas las miradas sobre él, pero no podía hacer más que intercalar la suya entre Ray y Gerard. Ahora se debatía entre ambos y sabía por adelantado que no quería elegir.

— Frank, vámonos —le llamó Ray, obviamente esperando que le siguiera.

Gerard, por otra parte, rozó su mano y susurró en su oído.

— No permitas que te digan que hacer. Eres libre de hacer lo que quieras. Frankie. Quédate conmigo, verás que valdrá la pena.

— Frank. Vamos —supo que Ray realmente comenzó a preocuparse cuando vio que él no se movió de su lugar junto a Gerard.

No tendría que ser una decisión difícil. Su mejor amigo que conocía desde el kinder y que solo quería protegerlo o un completo desconocido con quien había tenido sexo una vez. Cualquier otro habría elegido la opción más sensata, pero Frank era Frank. Y quizás, dominado por la situación o simplemente por el deseo de querer demostrar que no era un niño y que podía tomar sus propias decisiones, se decidió por la opción menos esperada.

— Lo siento, Ray —habló finalmente, con la mirada gacha. Sentía que no podía mirarlo al rostro— Pero... Quiero quedarme con Gerard. Tú vete, estaré bien.

Gerard sonrió con suficiencia, mientras que Ray no parecía creerse lo que oía.

— ¿Acaso estás demente? ¿Lo eliges a él en lugar de a mí? —señaló a Gerard y luego a sí mismo— Soy tu maldito amigo, Frank. Lo único que quiero es protegerte de él.

— Sé que lo haces. Pero no necesito que me cuiden, puedo hacerlo yo mismo.

— ¿Qué es lo que sucede contigo? —murmuró el rizado, negando con la cabeza— No sabes en lo que te metes...

— ¡Tal vez estoy cansado de que me trates como un niño! ¡¿Está bien?! —explotó de pronto, sin poder controlarse— ¡Siempre me tratas como si no supiera nada! ¡Como si tu deber fuera enseñar cosas al tonto de Frank! ¡Ya estoy harto! ¡Puedo valerme por mi cuenta!

El silencio cayó sobre ellos de forma sepucral. Ray le miró con la mirada rota, como si ya no pudiera reconocerlo. Frank no pudo evitar sentirse culpable al instante, una mierda de persona. 

— Auch. Eso debió doler —comentó Gerard con diversión— ¿Ves lo que te decía, Mikes? Este hombrecito si lo vale.

— Espera... ¿T-tú sabías de esto? —preguntó Ray a su novio, quien se removió incómodo en su lugar. No dijo nada, pero su silencio solo confirmó las sospechas del rizado.

— Oh, claro que lo sabía. Mikey siempre supo que me veía que con Frank —agregó el chico. Luego fingió una expresión inocente y se llevó una mano al pecho— ¿Qué? ¿No te lo dijo? Lamento eso, mi culpa.

— Ray, yo... —murmuró Mikey, pero fue inútil. Ray corrió hacía la salida y desapareció por la puerta.

Gerard rió y la mirada de su hermano entonces se posó sobre él.

— Eres un idiota, Gerard. Un maldito idiota —dijo con enojo, antes de salir tras el rizado.

Ahora solo quedaban Gerard y Frank en el baño; Frank sintiéndose como una mierda total. 

— Ignora eso —pidió— Ahora, ¿dónde estábamos?

Gerard lo tomó de la cintura y comenzó a besar su cuello, pero Frank se alejó de su toque.

— No, ya no quiero hacerlo —murmuró—Por favor, llévame a casa.

— ¿Hablas en serio? Recién estábamos comenzado a divertirnos —se quejó.

— Solo... Hazlo. Por favor.

Gerard lo miró por unos segundos. Suspiró y se acomodó la chaqueta de cuero que siempre parecía usar.

— Bien. Pero no olvides que me lo deberás. Aún tengo muchas cosas que hacer con tu lindo cuerpo.

Frank se estremeció cuando sujeto su trasero. Se acercó y mordió su oreja.

— Cosas sucias. 

Salieron del baño. La música se encontraba igual de fuerte que antes y comenzaron a abrirse paso entre la alborotada gente. Frank realmente ya no quería estar allí, sentía que aquel no era su lugar y la expresión de Ray no dejaba de atormentarlo en su mente. Lo había traicionado, había traicionado a su mejor amigo. ¿Qué clase de persona era?

— Gerard.

Una voz nueva llamó al chico tras sus espaldas. Frank se volteó y sus ojos se enfocaron en un joven. Iba vestido totalmente de negro y era muy delgado, con cabello castaño largo y pómulos demasiado prominentes. A su lado, se encontraban otros dos jóvenes. Sonrió, dejando al descubierto una perfecta dentadura blanca.

El rostro de Gerard se endureció y apretó los labios. Parecía conocer a ese sujeto.

— William.

Hot ↠ FrerardWhere stories live. Discover now