Capítulo 11:"Libre, libre, libre"

94 12 7
                                    

Instantáneamente, posa sus manos donde está su corazón y me mira, con una expresión seria que nunca hubiera imaginado en su cara; no sé si por el susto o por la pregunta. Diría que un poco de ambas.

-¡¿Eres imbécil o qué te pasa?!-me grita, poniéndose rápidamente el abrigo que la ha acompañado toda la noche.

-¿Quién te ha hecho eso?-repito. La veo mirarme de arriba abajo con algo que nunca creía que vería en sus ojos: desprecio dirigido hacia mí.

-No eres nadie al que le tenga que dar explicaciones.-dice tranquilamente, pero sé que no lo está tanto como quiere parecer; sus ojos vacilan. Aún así, esa afirmación me duele; tan real y tan sincera.

-Lo sé, pero no puedo verte así, herida por quién sabe quién.

-Soy bastante mayorcita ya para cuidarme sola. Nunca he necesitado un príncipe azul y no lo necesito ahora. Y menos tú.- mis fuerzas de querer irme y dejarla aquí sola luchan contra las que quieren quedarse y ayudarla; siendo estas últimas mayores.

-Avril, vayámonos y hablemos esto con tranquilidad.- la cojo del brazo suavemente para no hacerle daño y la atraigo hacia mí. Pero la muy terca no se mueve, simplemente se queda ahí negando con la cabeza.

-No me voy a ir contigo a ningún sitio. En todo caso, me voy yo solita.

-No te vas a ir sola a las tres y media de la mañana.

-Uh que no. Vas a ver que sí.- cuando veo que va a cumplir la amenaza, hago lo único que se me ocurre.

La atraigo a mi pecho bruscamente y la abrazo. Al principio, se resiste e intenta soltarse, pero las lágrimas la vencen y empieza a llorar en silencio sobre mi camisa. Como no sé qué decir, la aprieto más fuerte y acaricio su espalda suavemente. No sé si pasamos así mucho tiempo, lo único que me importa es su respiración, cada vez más tranquila.

Sé que no tiene porqué darme explicaciones de lo que le pase o deje de pasar; pero joder, creo que la merezco. Quiero saber quién o quiénes le han dejado esos moratones en el brazo; quiero saber porqué se ha negado a hablarme en un principio y porqué llora. Quiero saber qué le pasa e intentar solucionarlo. ¡Mierda, daría todo lo que estuviera en mi mano para que estuviera riendo con los demás y no llorando en mi pecho!

De que vuelvo de la luna de Valencia, la tengo mirándome.

-¿Has dicho algo?- pregunto suavemente. Ella sacude su cara afirmativamente.

-Decía que me voy a casa.-y vuelta a la tortilla.

-Oh, no. Tú no te vas a ir de aquí así.

-¿Así, cómo?

-Sola y sin yo saber quién te ha hecho eso. Y no me repitas que no me importa, porque te aseguro que sí lo hace.

Me retira la mirada, pero puedo ver en sus gestos cuán arrepentida está de sus palabras de antes.

-Si te lo digo, júrame que no se lo contarás a nadie y que no me juzgarás. Serías la primera persona fuera de mi casa en saberlo, y es difícil contarlo, no imaginas cuanto.

Se lo prometo por lo que más quiero y me lo desvela, apartándose de mí.

-Oscar, mi padre, es quien me hace esto.

La afirmación no me sorprende; pero, de repente, una furia sale de lo más profundo de mí y aprieto mis puños para que no se note mucho.

-Oye, ¿estás bien?- me pregunta, tomándome por los pómulos y bajándome a su altura.- Te noto tenso.

Turn around, Bright Eyes (#1 Serie Bebés)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora