Capítulo 12: "Lo que las felinas hacen"

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Me despierto y lo primero que veo es la cabeza de Avril apoyada en mi pecho, mientras que yo estoy reclinado sobre el brazo del sofá. Debimos habernos quedado dormido viendo aquella vieja película que vimos en un canal de la televisión pública. Mi brazo rodea su cintura, acercándola a mí por debajo de las cobijas. Desde aquí, puedo ver sus largas pestañas acariciar sus pómulos y el lunar en medio de su labio inferior, que se mantiene entreabierto.

Miro el reloj que tenemos en una esquina y veo que son las diez de la mañana y la luz entra por la cristalera que da al patio. Con la mano que tengo libre, cojo el móvil y miro Whatsapp. Tengo varios grupos felicitando el nuevo año y varios chats individuales también. Los respondo y devuelvo el móvil a su sitio.

Pocos minutos después-que me paso observando a mi acompañante-hace un sonidito, parecido a un ronroneo, y levanta la cabeza, mirándome. Me acuerdo del ruidito y se me dibuja una sonrisa enorme en la cara y la intento esconder, pero no puedo.

-Oh, Dios; dime que no has oído eso.

-No he oído eso.- repito, pero la sonrisa me delata.

-¡Qué vergüenza!-se tapa la cara con las manos.

-¿Por eso Jake te llama gatita?

-Por eso y por el arañazo que le hice después.- no puedo aguantar y me echo a reír. Ella me mira seria y con la mano que tengo en su costado, le hago cosquillas, pillándola de sorpresa y haciendo que chille. Se aleja de mí, yéndose para el otro extremo del sofá y yo la sigo, acabando encima de ella a cuatro patas y ella intentando escapar, retorciéndose debajo.

-¡Suéltame! ¡Axel! ¡No me gustan las cosquillas!- eso dice, pero está riendo como una niña pequeña y yo me niego a parar de oír su risa.

-Ni muerto.

-¡Axel!- me detengo y nos miramos a los ojos. Antes de que me de cuenta, tira de mi nuca hacia ella y me besa ferozmente. Tengo un buen chiste para decirle entre esto y su apodo, pero no quiero parar.

Sus brazos me rodean fuertemente mientras nuestras lenguas se acarician rápidamente. Mi mano derecha acaricia su costado izquierdo y yo mantengo mi equilibrio, con cuidado de no aplastarla. Apenas puedo respirar, ella coge aire rápidamente y vuelve a mi boca, pero a mí no me da tiempo. Voy descendiendo la velocidad lentamente para que no se sienta rechazada, porque ¡demonios! ¡Yo estoy fenomenal en sus labios, pero el ambiente se está caldeando y los hombres tenemos problemas con esto!

-Wow.-modula sin voz. Con sus enormes pupilas puestas en mí, empieza a controlar su respiración.- Lo siento, ha sido un impulso.

Me siento bien en el sofá y ella se reclina, quedando a mi lado. Giro mis ojos hacia ella y le acaricio el dorso de la cara con los dedos.

-No lo sientas cuando a mí me ha gustado lo que haces.-sonríe tímidamente y baja la cara. Con mi lugar, levanto su barbilla y le doy un pequeño beso, cosa que hace que sus ojos se abran desmesuradamente.- Ahora, a desayunar. ¿Qué te apetece?

Frunce sus labios y entrecierra sus ojos, para luego decirme algo tan simple como un café con mucha leche. Sonrío ante este gesto y voy a prepararlo, mientras ella dice que va a recoger el salón. Cuando lo tengo preparado, la llamo y no responde, por lo que voy a buscarla. Entro al salón y la veo absorta mirando la pared de las fotos, donde mi madre ha ido poniendo una foto mía cada año, habiendo ahora mismo veintitrés.

-Eras muy mono de pequeño.- dice cuando me pongo detrás de ella.

-¿Es que ahora ya no lo soy?

-Ahora eres guapo.

-Vaya, gracias. ¿Algo más?

-Simpático, gracioso.

-¿Y?-ríe ante mi insistencia.

Turn around, Bright Eyes (#1 Serie Bebés)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora