Llevo sintiendo mi móvil vibrar un cuarto de hora, pero el profesor está explicando algo de interés, no puedo ponerme ahora a contestar llamadas cuando ya ha avisado que esta teoría es importantísima y entrará en el próximo examen.
Por fin, termina de explicarla, pregunta por dudas y cuando las responde, se despide y se marcha. Guardo rápidamente el cuaderno y el estuche y salgo con la mochila a cuestas. Por el pasillo, saco mi móvil y veo siete llamadas perdidas de un mismo número, Avril. Ahora es cuando empiezo a temer que le haya pasado algo y necesite mi ayuda. Le doy al botón de rellamada y empieza a comunicar. Al segundo toque, lo coge.
- Axel.
- Avril, cielo. ¿Pasa algo? Acabo de salir de clase.
- No, nada. Solo quería hablar contigo. Sabía que estabas en la universidad, pero no podía esperar a oírte. Además, tenía la esperanza de que hubieras terminado antes.
- No, estoy saliendo ahora mismo. ¿Qué haces?
- En la puerta del psicólogo.
- ¿Has llegado antes de tiempo? - miro el reloj de muñeca y veo que va unos minutos con retraso, respecto a la que me dijo ayer que tenía la cita. - ¿No deberías estar ya dentro?
- Sí, pero quería oírte. - esa tímida confesión me arranca una sonrisa y hace a mi corazón ir más rápido.
- ¿Quieres que nos veamos cuando termines?- pregunto, ansioso por volver a verla.
- ¡Por favor! Pasa dentro de una hora por la dirección que te voy a mandar dentro de un momento por mensaje, ¿vale?
- Ahí estaré. ¿Algo más?
- ¿Conoces el síndrome del chico malo?- pregunta, y yo contesto, sin saber a qué se refiere, con un "no". - Todas, todas, todas las chicas buscamos nuestra alma gemela en un chico malo, porque creemos que su actitud es una muralla y podremos derribarla, cambiarlo a él y convertirlo en un osito amoroso. Pero no es verdad, ¿sabes? No puedes cambiar la esencia de alguien, que está condicionada por las cosas que ha pasado, cómo lo han criado y cómo es, simplemente.
- Entiendo, ¿a dónde quieres llegar con esto?
- Que tengo dudas. ¿Qué pasará si te cansas de esperar que me cure? Puede ser que no me pase nada, sino que sea así.- suspiro ligeramente ante su frase.
- Para empezar, no estás enferma. Tienes un trauma y hay que resolverlo, no por mí, sino por ti. Después, no voy a abandonarte por esto, ya te lo dije el otro día, voy a estar para ti; te voy a acompañar en esto. Y para terminar, me fijé en ti cuando no sabía nada de ti, y me sigues gustando; eso no va a parar. Una pregunta, ¿por qué se te ha ocurrido esto ahora?
- Eran los deberes.
- Estuvimos juntos ayer, ¿no te acordaste?
- No sabía cómo sacar el tema.
- Está bien, pero lo primero que voy a hacer en cuanto te montes en el coche será preguntarte qué deberes llevas.
- ¿No me vas a besar primero?- dice con voz lastimera y yo río.
- No, primero los deberes.- se queja y vuelvo a reír.
- ¿Axel? Gracias. Por apoyarme y decirme estas cosas y por llamarme cielo, me ha encantado. Voy a pasar, ¡adiós!
Cuando cuelga, yo sigo aún empanado y pensando cuando le he dicho cielo. No estoy seguro de cuando, pero creo que fue al principio. Me bajo en casa de mi abuela para visitarlos. Desde que empezamos Avril y yo con... esto, paso la mayor parte de tiempo en mi casa, únicamente como y paso un rato aquí.
ESTÁS LEYENDO
Turn around, Bright Eyes (#1 Serie Bebés)
RomanceAxel es un joven de 23 años que está ayudando a sus abuelos durante las vacaciones de Navidad en la pequeña tienda de barrio que poseen. No es un oficio entretenido, pero él se conforma. Los días pasan entre viejecitas que acuden a comprar- algunas...