Capítulo 15

47 11 12
                                    

Llevo sintiendo mi móvil vibrar un cuarto de hora, pero el profesor está explicando algo de interés, no puedo ponerme ahora a contestar llamadas cuando ya ha avisado que esta teoría es importantísima y entrará en el próximo examen.

Por fin, termina de explicarla, pregunta por dudas y cuando las responde, se despide y se marcha. Guardo rápidamente el cuaderno y el estuche y salgo con la mochila a cuestas. Por el pasillo, saco mi móvil y veo siete llamadas perdidas de un mismo número, Avril. Ahora es cuando empiezo a temer que le haya pasado algo y necesite mi ayuda. Le doy al botón de rellamada y empieza a comunicar. Al segundo toque, lo coge.

- Axel.

- Avril, cielo. ¿Pasa algo? Acabo de salir de clase.

- No, nada. Solo quería hablar contigo. Sabía que estabas en la universidad, pero no podía esperar a oírte. Además, tenía la esperanza de que hubieras terminado antes.

- No, estoy saliendo ahora mismo. ¿Qué haces?

- En la puerta del psicólogo.

- ¿Has llegado antes de tiempo? - miro el reloj de muñeca y veo que va unos minutos con retraso, respecto a la que me dijo ayer que tenía la cita. - ¿No deberías estar ya dentro?

- Sí, pero quería oírte. - esa tímida confesión me arranca una sonrisa y hace a mi corazón ir más rápido.

- ¿Quieres que nos veamos cuando termines?- pregunto, ansioso por volver a verla.

- ¡Por favor! Pasa dentro de una hora por la dirección que te voy a mandar dentro de un momento por mensaje, ¿vale?

- Ahí estaré. ¿Algo más?

- ¿Conoces el síndrome del chico malo?- pregunta, y yo contesto, sin saber a qué se refiere, con un "no". - Todas, todas, todas las chicas buscamos nuestra alma gemela en un chico malo, porque creemos que su actitud es una muralla y podremos derribarla, cambiarlo a él y convertirlo en un osito amoroso. Pero no es verdad, ¿sabes? No puedes cambiar la esencia de alguien, que está condicionada por las cosas que ha pasado, cómo lo han criado y cómo es, simplemente.

- Entiendo, ¿a dónde quieres llegar con esto?

- Que tengo dudas. ¿Qué pasará si te cansas de esperar que me cure? Puede ser que no me pase nada, sino que sea así.- suspiro ligeramente ante su frase.

- Para empezar, no estás enferma. Tienes un trauma y hay que resolverlo, no por mí, sino por ti. Después, no voy a abandonarte por esto, ya te lo dije el otro día, voy a estar para ti; te voy a acompañar en esto. Y para terminar, me fijé en ti cuando no sabía nada de ti, y me sigues gustando; eso no va a parar. Una pregunta, ¿por qué se te ha ocurrido esto ahora?

- Eran los deberes.

- Estuvimos juntos ayer, ¿no te acordaste?

- No sabía cómo sacar el tema.

- Está bien, pero lo primero que voy a hacer en cuanto te montes en el coche será preguntarte qué deberes llevas.

- ¿No me vas a besar primero?- dice con voz lastimera y yo río.

- No, primero los deberes.- se queja y vuelvo a reír.

- ¿Axel? Gracias. Por apoyarme y decirme estas cosas y por llamarme cielo, me ha encantado. Voy a pasar, ¡adiós!

Cuando cuelga, yo sigo aún empanado y pensando cuando le he dicho cielo. No estoy seguro de cuando, pero creo que fue al principio. Me bajo en casa de mi abuela para visitarlos. Desde que empezamos Avril y yo con... esto, paso la mayor parte de tiempo en mi casa, únicamente como y paso un rato aquí.

Turn around, Bright Eyes (#1 Serie Bebés)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora