Cuatro

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Toda la semana me la había pasado evitando a Gabriel, e incluso a mis demás amigos

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Toda la semana me la había pasado evitando a Gabriel, e incluso a mis demás amigos. Sabía de ante mano que estar con ellos era estar con él, y por el momento no quería estar con él.

Me había puesto a pensar en todo lo que conllevaba que me gustara un señor que me duplicaba la edad, en vez de un chico de mi misma edad... Y sobre todo, que ese señor fuera el padre de un chico encantador, el cual me empezaba a ver como algo más que amigos.

¡Claro que lo sabía! No estoy tonta. He notado como es Gabriel conmigo y como es con otras chicas. Noto la manera en la que me sonríe, y la manera en la que me mira en cada oportunidad que tiene. Sus ojos solo estaban para mi persona, y eso realmente no me gustaba mucho. ¿Saben lo difícil que sería decirle a tu amigo que tienes un amor platónico en su padre en vez de con él? Sí, realmente es difícil.

Aún no sé porque me atrae Daniel. En verdad que no lo sé, pero tal vez y era porque desde hacía tanto tiempo que no tenía una figura paterna a mi lado e intentaba llenar ese hueco desde pequeña.

¡Maldita sea! ¡Malditos ojos que miran lo prohibido!

En la clase de deportes, no tuve más elección que hablar con Gabriel. El día estaba soleado, y me deshidrataría en cualquier momento. Y en minutos, Gabriel habría terminado su calentamiento y lo dejarían venir con Erick y conmigo a seguir ocultándonos del Sol.

Fui a los bebederos que había saliendo de la cancha. Mis labios sintieron lo frío del agua, y en ese momento supe que en verdad existía la felicidad. Me agarré el cabello antes de que se mojara todo, y bebí tranquilamente

―¡Hey! Aquí está la chica que se esconde de todos.

Escuchar la voz de Gabriel me crispó los nervios, e hizo que apretara demás la llave para el agua, así que toda mi cara fue bañada.

―Lo lamento ―empezaba a disculparse entre risas― . No quería hacer que te mojaras.

Lo miré molesta, pero a los segundos solté carcajadas con él.

―Está bien, te perdonaré esa vez. ¿Cómo has estado?

―Hay días mejores ―contestó Gabriel hundiéndose de hombros―. ¿Y tú? Últimamente no te he visto, ¿te pasa algo malo?

―No... Es sólo que... Ya sabes, los exámenes, los trabajos, ayudarle a mi mamá con el trabajo no es fácil.

―Quiero confiar en que estarás el sábado en tu segunda clase. A menos a que ya no quieras aprender tennis.

―¡Sí quiero! En realidad si quiero ―sonreí―. Sólo es que pensé que alguien con más experiencia me enseñaría.

― ¿Te refieres a mi papá?

―Sí ―admití con pena.

No había manera de salirme del tema de conversación, aunque podría cambiar la dirección de la conversación hacia la clase de comunicación que nos toca juntos, y eso incluía que me preguntara si quisiera pertenecer a su equipo de trabajo.

COLORS [EN FÍSICO]Where stories live. Discover now