ROSA (Versión de Amazon)

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             ÚLTIMO CAPÍTULO PUBLICADO AQUÍ DE LA NUEVA VERSIÓN

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ÚLTIMO CAPÍTULO PUBLICADO AQUÍ DE LA NUEVA VERSIÓN.
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No era raro pensar que ahora todos querían que pasara más tiempo a solas con Gabriel. Pero lo que ellos no entendían, era que verlo era como estar observando a su padre, y para ser sincera..., aún no me acoplaba a la sensación que me propiciaba Daniel con tan solo imaginarlo. Ya no podía estar con Gabriel sin pensar en que él era una copia pequeña y con algunos errores, de lo real e interesante que había llegado a mi vida.

Me había obsesionado con alguien a quien no conocía, pero sentía que lo hacía; de alguien que proyectaba toda esa pasión figurativa.

Incluso mi mamá quería que pasara más tiempo con él, pero yo sabía de ante mano que ella sólo lo hacía para poder ver a su padre de vez en cuando. Mi mamá estaba por completo embobada con Daniel, y no quería arruinar su felicidad ni aunque me costara la vida. Miranda por fin había encontrado a alguien que le gustaba, y yo también. Oh madre... ¿por qué nos persigue la tragedia?

El sonido de la campana me volvió a traer a la realidad. Había terminado la clase, y era hora de irme a casa. Había checado que no se me hubiera olvidado nada abajo del pupitre, y después salí directo al autobús. Estaba tan centrada en no perderlo que cuando dos personas me cerraron el paso me sobresalté. Alcé la mirada y vi a Carolina y Amanda con los ánimos por las nubes.

No entendía nada. Se suponía que a esta hora ya debería de estar el autobús esperándonos, pero no había nadie atiborrando los pasillos. Cuando mis amigas se apiadaron de mí, una Romina atolondrada, me explicaron que era el receso.

Amanda quería fumar, así que fuimos a los sanitarios. Después de que saliera la última maestra, Carolina empezó a prender el cilindrín. Por esa vez me abstuve de consumir tabaco, no quería que el tiempo espacio me comiera con rapidez para ver que solo me quedaba la colilla entre los dedos. Desde el sábado por la tarde me encontraba de esa forma. Sentía que el tiempo volaba y que no encontraba una explicación para todo eso que me pasaba, siendo que muy en lo profundo de mi cabeza yo sabía la respuesta.

—¿Y bien? —preguntó Amanda, con genuina curiosidad. Sus marrones ojos me miraban desesperados por saber una respuesta de la que no sabía ni la pregunta.
—¿Hay alguien que deleite tus pupilas? —preguntó Carolina, imitando con dramatismo a la maestra de literatura.
—¿Qué? ¡No! ¿De qué están hablando? —Tomé un mechón de cabello y lo puse a bailotear entre mis dedos.
—¡Ay por Dios, Romina! —comentó Amanda, demasiado animada e inmoderada, como si supiera el secreto que ocultaba y carcomía mis entrañas todos los días sin falta.

Me les quedé viendo, esperando que ellas me dijeran cuál era la respuesta correcta que debía decir. Mis ojos no intimidaban como los marrones de mis amigas, y eso me tenía en desventaja. ¿Qué debía decir? ¿Debería decirles que en ese preciso momento tenía una pelea conmigo misma para no volver a tomar mi grisáceo pasado? ¿O acaso ellas ya lo descubrieron?
—En realidad no tengo ni idea de qué están hablando —Hice una mueca, me miré al espejo y me acomodé el cabello para evitar pensar en algo que las llevara a otra pregunta.
—¿En serio que no te gusta nadie? ¿Ni siquiera del club al que fuiste?

COLORS [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora