Capítulo 9

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Cogí la bolsa de deporte y salí de casa, me puse los auriculares y mientras tomaba el camino hacia la Renfe me puse a pensar en todo lo que había pasado. Había conocido a Dominik, a sus amigos, que ahora también son los míos, me había enterado del pasado de Tormenta -así decidí llamarlo, por el color de sus ojos- y por último, me gusta. Si. Lo dije.

Saco el billete de tren, y me adentro en él, me vuelvo a poner la música y espero a que se ponga en marcha el tren. Poco después siento que alguien se sienta a mi lado y me quita el airicular, me giro molesta pero a ver quién es mi rostro se suaviza un poco.
-¡Oye!-Digo indignada, lo que provoca que el se ria. Le quito su auricular y me lo pongo yo, y la canción “Preso de la soledad” de Porta inunda mis oídos. Sin darme cuenta cierro los ojos y empiezo a cantar en voz baja. Cuando termina la canción abro los ojos y me encuentro apoyada en el hombro de Domi quién me mira entre divertido y asombrado, siento mis mejillas arder y agacho la cabeza averganzada de que me haya escuchado cantar, porque sólo Abril lo ha hecho, y cuando lo hacía delante de ella, lo hacía muy bajito.
-Vaya, ¿te gusta Porta?
-Si. Me gusta todo en general.- Digo aún con mis mejillas a ponto de ebullición. Me pongo mi música y apoyo la cabeza en la ventana y veo como nos movemos.

Abro los ojos y me tiro al suelo agotada, llevo horas bailando, pero nunca es suficiente para lo que te gusta. Me dirijo al vestuario, me ducho y cuando salgo me fijo que Dominik aún está ahí, pegando muy fuerte al saco, me acerco a él y le toco el hombro y cuando se gira puedo notar que está llorando, y que las bendas que lleva en los nudillos las tiene manchadas de sangre, abro los ojos exageradamente y pongo mis manos en sus mejillas para que me mire.
-Eh... ¿Que te pasa?- Digo con voz dulce pero el niega con la cabeza.
-Solamente me acordé del infierno que viví, no es fácil superar eso, todavía tengo pesadillas en las que sale de la cárcel y me vuelve a pegar. Aún sabiendo que nunca va a salir de ella, porque a parte de lo que me hizo a mí, violó a cinco chicas tres de ellas menores de edad.- Abro más los ojos si es posible y me quedo estática.
-Rayos... Vamos a hacer una cosa. ¿Que te tranquiliza?- Frunce el entrecejo pesativo pero me responde un tanto tímido.
-Verte bailar
-Wow nunca pensé que dirias eso. Bueno, pues cuando tengas pesadillas me llamas y quedamos en la pista de patinaje abandonada. ¿Vale? No importa que hora sea, yo estaré ahí.- Asiente no muy convencido de la idea, pero yo le doy una sonrisa verdadera.
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Recojo los platos de la mesa y los friego, porque aunque mis padres tengan dinero, no significa que tengamos que tener chicas de limpieza o chofer. Eso son babosadas. Cuando termino de lavar los platos subo a mi habitación para ponerme el biquini, bajo a la piscina y pongo dos sillas una enfrente de la otra y me siento en una de ellas y pongo los pies en la otra, enchufo   la musica y cierro los ojos.
   
~Media hora después~

Me siento caliente así que abro los ojos y doy tal grito que se habrá escuchado hasta en Marte. Una palabra, tres sílabas, siete letras. QUEMADA. Si amigos, estoy quemada, me quedé dormida en el sol.

Rhea Where stories live. Discover now