Cap.1

84.7K 3K 397
                                    

Harry.

Me desperté por ruidos procedentes del exterior de mi habitación. Se oían los pasos de mi madre y de mi hermana de un lado a otro por toda la casa. Me entró curiosidad por saber que es lo que pasaba, así que me levanté, me puse unos pantalones —era una costumbre para mí dormir en calzoncillos— y salí al pasillo.

Decidí ir primero al cuarto de mi hermana. Me asomé por la puerta de su habitación y me la encontré metiendo ropa con desesperación en una maleta que tenía sobe su cama.

—¿Qué haces? —quise saber curioso al haberla observado detenidamente por unos segundos.

Ella se sobresaltó al escucharme. Al estar de espaldas a mí no me vió entrar, llevándose así un buen susto.

—¡Harry, me asustaste! —exclamó con una mano en el pecho.

A pesar de haber irrumpido en la habitación de esa forma, ella ni siquiera se extrañó, siguió con su tarea como si fuera ajena a mi presencia. Iba de la cama al armario una y otra vez, llenando su maleta con rapidez, sin siquiera percatarse de la ropa que escogía.

Cuando se dio cuenta después de minutos de que allí seguía, se giró hacia mí y abrió la boca para decirme algo. De inmediato la cerró. Mi madre llegó a la habitación rodeándome y colocándose en frente mía.

—Harry... —musitó con voz temblorosa.

Las alarmas en seguida saltaron en mi cabeza. Algo muy grave había ocurrido, ya que sus ojos estaban súper hinchados y rojos de haber llorado. Y por el maquillaje corrido en sus mejillas supe que llevaba así desde hacía bastante tiempo.

—Mamá, ¿qué pasa? —pregunté inquieto. Me acerqué a ella en un paso y la cogí por los hombros.

—Hijo, tu abuela se ha puesto peor... debemos ir a verla urgentemente —balbuceó sin poder mirarme a la cara—. La han llevado al hospital y según lo que ha dicho el abuelo parece que no le quedan muchos días...

La abracé con urgencia en cuanto las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro de nuevo, impidiéndole seguir hablando. Cuando noté que ya estaba más relajada, la separé de mi cuerpo y miré con tristeza su rostro demacrado y destrozado.

—Tenemos que irnos a Barcelona hoy mismo —tomó aire para continuar explicándome—, así que por favor, ve a hacer tu maleta. En una hora saldremos hacia el aeropuerto, ¿de acuerdo?

—Claro, mamá —susurré obediente. A continuación me acerqué y deposité un beso en su frente con el propósito de calmarla—. Tranquila, todo va a estar bien.

Con aquellas últimas palabras no sólo traté de convencerla a ella y a Gemma, que seguía a un lado de la habitación escuchando, sino también a mí.

Caminé por el pasillo de vuelta hasta mi habitación, cerré la puerta y me recargué contra ella dejándome caer hasta el suelo. Sabía que mi abuela ya no estaba bien. Cuando volvimos de vacaciones hacía unos cuantos meses, la habíamos dejado en la cama bastante enferma con cáncer. Mi madre no quería irse, pero yo tenía que seguir con las clases y Gemma también, así que no le quedó otra.

Me levanté lentamente, saqué una maleta que tenía en el armario y empecé a meter todas las pertenencias que necesitaría en aquel viaje de indefinida duración.

Pasada una media hora, ya tenía todo listo. Me vestí con unos vaqueros ajustados y una camiseta, y salí al pasillo arrastrando la maleta. Al bajar las escaleras, dejé ésta al lado de la puerta preparada y esperé con intranquilidad hasta la hora de marcharnos. 

_____.

—Eso no. Eso tampoco. ¿Estás de broma? ¿Y quién te compro eso? Estoy segura que yo no. ¡Daniel, ni se te ocurra echar eso!

Vuelo 1227Where stories live. Discover now