Cap.6

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Me levanté de la camilla sobresaltada por los truenos que se oían fuera. Caminé hasta quedarme parada frente a la ventana viendo como, poco a poco, unas nubes densas y negras se iban acercando a la vez que se preparaban para descargar una gran cantidad de agua sobre la zona. Siempre me habían gustado los días así, pero dada la situación en la que me encontraba, me ponía más triste de lo que ya estaba. 

– _____, ¿me estás escuchando?

– Sí, sí – contesté distraída aún con toda mi atención puesta en el exterior.

– ¿Entonces por qué no me respondes?

– ¿A qué? – me giré hacia él.

Leo suspiró frustrado por mi falta de atención a la vez que ponía sus ojos en blanco y adoptaba una expresión de rendimiento. Sirenia a su lado rió divertida.

– ¿Te importaría que te cambiáramos de habitación? – repitió él pausadamente, asegurándose de que esta vez si que lo escuchaba.

– ¿A mí? Para nada – me encogí de hombros sentándome de nuevo en la camilla –. Son todas igual de sosas, feas y deprimentes. Nada cambiará.

– Sí, algo sí cambiará – me contradijo logrando captar toda mi atención –. Tendrás que compartir habitación con otra chica. Ella también es una superviviente del accidente, pero no ha quedado en muy buenas condiciones.

– ¿A qué se refiere?

– Aún está en shock por todo lo sucedido y no recuerda nada, ni su nombre, ni su edad, ni a su familia… El día que la encontraron no llevaba nada encima que la identificara, por lo que nosotros tampoco sabemos mucho sobre ella. Lo único que sabemos es que ha perdido la memoria.

Al oír aquello me sentí realmente mal por esa chica. Quizá ella estuviera más confundida incluso que yo.

– De acuerdo, no hay problema. Creo que me vendrá bien pasar tiempo con alguien más, a parte de vosotros.

Y Harry, pensé.

Esa misma mañana había vuelto a ir a su habitación, pero sin permiso del doctor. Me había escapado sin que nadie se diera cuenta, o eso creía yo, hasta que me topé con Sirenia justo antes de entrar a su habitación. 

Flashback

– ¿A dónde crees que vas, señorita? – mis ojos se abrieron como platos en cuanto la escuché. Solté el pomo de la puerta lentamente y me giré muerta de miedo por lo que pudiera pasar, pero ella no parecía enfadada, al contrario, tenía las manos apoyadas en sus caderas y se mostraba muy divertida.

– Yo… yo…

– ¿Tú qué?

Agaché la cabeza sin saber que decir, sintiéndome algo culpable.

– No sabía que eras una niñita rebelde, ¿eh? – comentó entre risas, acortando la distancia entre nosotras. Desvió sus pasos dirigiéndose hacia la puerta que había tras mi espalda y la abrió, haciéndome un gesto permisivo para entrar.

– ¿No estás enfadada conmigo? – pregunté pasando al interior.

– Nunca me podría enfadar contigo – dijo con una sonrisa que me pareció de lo más sincera.

Fui corriendo a abrazarla y ella me recibió entre sus brazos encantada. Me meció como si fuera un bebé, pero no me importó. Ya hacía bastante tiempo que no recibía un abrazo de ese tipo, uno tan tierno, tan maternal. A los minutos nos separamos y nos dimos la vuelta para mirar a Harry, quien desde su camilla lo había presenciado todo a pesar de seguir inconsciente.

Vuelo 1227Donde viven las historias. Descúbrelo ahora