Cap.8

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– No hace falta que se quede conmigo, estaré bien sola.

Hacía ya un par de horas que los chicos se habían ido del hospital, pero Harold, al contrario que ellos, quiso quedarse conmigo con el único propósito de hacerme compañía.

– Según me han comentado tus médicos, lo último que quieren es dejarte sola, así que lo siento pero tendrás que aguantar a este viejo pesado durante un rato más – me guió el ojo divertido.

Le dio un sorbo al café que minutos antes había sacado de una máquina del pasillo y seguidamente lo dejó sobre la mesita auxiliar, la cual estaba a los pies de la camilla. Caminó con elegancia hasta la silla de mi lado y tomó asiento.

– Bueno _____, cuéntame cosas de ti.

Yo reí sarcásticamente.

– Sinceramente no sé porqué pregunta eso, mi vida es un desastre y siempre lo ha sido. Le aseguro que no hay nada interesante en ella que le apetezca saber – él arrugó el ceño contrariado –. ¿Y por qué no me cuenta sobre usted?

– Uf – resopló –, resumirte sesenta años de vida en el corto tiempo que tenemos me resultará un poco complicado, pero lo intentaré – rió acomodándose en la silla dejando que sus manos enlazadas descansaran sobre su regazo –. A ver por donde empiezo… ¿mi trabajo quizá? – yo negué. Demasiado aburrido – ¿Mi infancia? – volví a sacudir la cabeza.

– ¿Qué tal su familia? – propuse cuidadosa. Quizá no le gustara hablar de eso, dados los últimos acontecimientos – Supongo que tendrá esposa e hijos.

– No exactamente, más bien tenía una esposa y una hija – se echó hacia adelante con el rostro impasible –. Anne, la madre de Harry, que murió en el accidente, y mi esposa Clary, que murió de cáncer la semana pasada.

– Oh – fue lo único que conseguí articular. Cuando pensé en ese tema de conversación fue porque pensé que quizá tendría una familia numerosa y me podría hablar sobre sus demás hijos y nietos, pero al parecer no –, lo siento mucho, no debí haber hablado de eso, perdóneme…

– No, tranquila – me sonrió afable –. Son fallecimientos muy recientes y es complicado, pero la vida es así. Un día te sonríe, piensas que nadie te podrá arrebatar la felicidad que sientes, y de pronto te das cuenta de que lo has perdido todo – hablaba con pesar y la mirada perdida en algún punto. Cuando tengas mi edad comprenderás que todas estas tragedias ocurren porque sí, porque así ha decidido el señor que pase. Todos tenemos un final, más cercano o más lejano, pero lo tenemos.

– ¿Sería mucho pedir que me hablara sobre Clary y usted? – pregunté con timidez.

– Lo haré encantado – aceptó con una sonrisa de adolescente iluminándole el rostro –. Nuestro amor se podría definir en sus principios como un amor prohibido, o mejor dicho, complicado. Ella era la hija de mi superior en el cuartel militar, era una cría cuando la vi por primera vez, tan solo tenía quince años. Sus ojos verdes me cegaron al despertar de una leve conmoción causada por una bala en el costado cuando estaba en la guerra. Quedé bajo su cuidado varios días hasta que me recuperé y pude volver al campo de batalla. En esos días, nuestra relación se vio fortalecida debido a las muchas conversaciones que teníamos a diario, hasta tal punto de quedar completa y perdidamente enamorados el uno del otro. Clary me contaba que había acompañado a su padre no por obligación, sino porque quería practicar como enfermera en los campos de refugiados, ya que le encantaba aquel oficio.

Él continuó hablando sin poder evitar mostrarse emocionado y, para mi satisfacción, sin que pareciera importarle el hecho de que nos conocieramos desde esa misma mañana.

Vuelo 1227Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang