Cap.2

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Según llegamos al aeropuerto, facturamos las maletas y fuimos hasta la puerta de embarque asignada para nuestro vuelo. Como aún quedaba una hora, mi hermana se perdió por las tiendas y mi madre fue a mirar revistas. Yo me quedé sentada en unos sillones leyendo un libro, mientras mi padre, a mi lado, trabajaba desde su ordenador.

Estaba tan absorta en mi libro que ni me enteré de que un chico más o menos de mi edad, con la que parecía su hermana y su madre, se habían sentado delante mía. El chico era muy guapo a decir verdad, tenía el cabello castaño, rizado y algo alborotado, y sus ojos eran verdes, los más bonitos que había visto en mi vida. 

Los tres parecían desganados y tristes. La hermana tenía los ojos vidriosos como si estuviera a punto de llorar, y la madre los tenía enrojecidos e hinchados, al parecer ella si que lo había hecho... y durante un buen rato a demás. Él tan solo se limitaba a mirar hacia el suelo con la vista perdida.

Supuse que notó que lo estaban observando, ya que levantó la vista y me miró directo a los ojos. Aprecié un intento de sonrisa en sus labios, pero tenía que estar pasando por una situación muy complicada, porque lo único que hizo fue asentir con la cabeza en gesto de saludo y la volvió a agachar.

Fui a hablar con mi padre para preguntarle si sabía donde estaba mi madre o mi hermana, pero al girar la cabeza me encontré con el asiento de al lado vacío. Genial, me habían dejado sóla.

Volví a enfrascarme en mi libro y no volví a la vida real hasta que la llamada de una azafata anunciando la salida de nuestro vuelo se oyó por los altavoces. Me empecé a poner nerviosa porque mis padres aún no habían llegado, hasta que los vi a lo lejos casi corriendo para llegar hasta donde yo estaba.

Mi padre venía con cara enfadada, y mi madre llevaba a mi hermana cogida del brazo de forma brusca. Parecía que se lo iba a arrancar.

– ¡No vuelvas a hacer eso! – le gritó mi padre a mi hermana apuntándola con el dedo.

Ella pasó totalmente de la advertencia de mi padre y se volteó hasta el chico del pelo rizado. Le lanzó una mirada con la que parecía que se lo iba a comer con los ojos y, con una sonrisa pícara y seductora, le habló.

– Hola guapo – saludó guiñándole un ojo.

El chico se quedó sorprendido por lo descarada que había sido mi hermana y, para no ser maleducado, le respondió con un simple "Hola". Con rapidez cogió la maleta que cargaba su madre y salieron por la puerta que iba hacia el avión.

– ¿Qué ha pasado? – le pregunté curiosa a mi hermana. Las dos nos encaminamos hacia el mostrador de las azafatas.

– Que papá me ha visto robando esto – cogió unas gafas de sol de su bolso y se las enganchó en el escote de su camiseta con una sonrisa amplia –. ¿A que son bonitas?

Puse los ojos en blanco e hice caso omiso a su pregunta.

Avanzamos los cuatro por un pasillo acristalado en silencio, pero justo cuando íbamos a entrar al avión, mi padre me apartó a un lado y dejó que la gente tras nosotros siguiera su camino hasta el interior.

 – _____, espera – me agarro del brazo.

 – Dime.

– Tenemos un problema – dijo apenado consiguiendo asustarme –. Sólo hay tres asientos juntos en la parte trasera del avión, el otro queda en una de las primeras filas. ¿Te importaría a ti sentarte en el que está solo? – no tenía ningún inconveniente en hacer aquello, pero no comprendía el porqué. Por suerte el comenzó a explicarse sin yo tener que exigírselo –. Verás, tu madre y yo no queremos perder de vista a tu hermana... a saber las tonterías que podría hacer si va sola.

Vuelo 1227Where stories live. Discover now