Cap.7

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– ¡Dios mío! – exclamé.

Apenas se la podía reconocer por lo irritada y quemada que tenía la piel, incluyendo su rostro también. Era bastante desagradable mirarla, por lo que tuve que hacer un gran esfuerzo. Me acerqué con pasos muy lentos hasta ella. Estaba sentada sobre la camilla con las piernas cruzadas mirando fijamente al frente. Le pasé un mano por delante varias veces, pero el doctor tenía razón, se había quedado sin visión.

– Entonces, ¿dices que es la hermana de Harry? – preguntó él.

– Sí, es ella.

Observé atenta como apuntaba algo con rapidez en unos papeles que llevaba sujetos en una carpeta.

– ¿Y sabes algo más de ella? ¿Cómo se llama o su edad? – yo negué apenada, tratando de hacer memoria por si el día del aeropuerto ocurrió algo que me dijera más sobre ella – ¿Nada?

– No, lo siento – dije viendo su cara decepcionada y desilusionada. Ladeé la cabeza y de nuevo me puse a observarla con detenimiento – ¿De qué son las quemaduras?

– Cuando el avión impactó contra el suelo, se produjo una gran bola de fuego que afectó bastante a los pasajeros de las últimas filas – me explicó sin decirme la respuesta de forma directa. Él también fijó su vista en ella –. Ha tenido muchísima suerte al salvarse, casi diría que ha sido un milagro.

– Creo que si esto me hubiera pasado a mí, preferiría haber muerto... – murmuré con pesar.

– Ya. Al quedar en estas condiciones sí que no ha sido muy afortunada.

– ¿Y habría alguna posibilidad de que vuelva a ser la misma de antes?

– Pues depende, con el tiempo saldrá del shock y es muy probable que vuelva a recuperar todos los sentidos, pero que recupere la memoria ya es más complicado. Necesita estar en contacto con algo o alguien que le recuerde a su pasado, esa sería una buena forma de probar sus avances.

– Ese alguien podría ser Harry – afirmé, pero él lo tomó como pregunta.

– Si despierta sí, pero mientras siga en coma no, lógicamente.

– Entiendo…

Me dirigí hasta donde había dejado la caja tirada y la recogí, comenzando a colocar algunas de mis cosas en una pequeña estantería que había sobre la que sería mi camilla. Esta vez no estaría en el lado de la habitación que pegaba a la ventana, eso fue lo que menos me gustó de todo, pero por lo demás todo estaba perfecto. El resto de mis pertenencias, las que no me cupieron, se las entregué al doctor para que las custodiara él mientras yo no las necesitara.

– Ah, por cierto – habló antes de marcharse dándose la vuelta –. Te haremos otras pruebas mañana para saber cual es el estado de tus pulmones. Serán muy temprano así que te despertaremos sobre las seis, ¿de acuerdo?

– Es una broma, ¿no? – alcé las cejas con algo de humor – No hace falta que me diga eso, desde el accidente no duermo ni diez minutos del tirón, usted lo sabe – él asintió recordándolo –. Estaré despierta a cualquier hora que venga.

– Te dije que podíamos darte puntualmente algún somnífero si continuabas sin dormir.

– Lo probé una noche y en vez de dormirme me quedé atontada durante un par de horas. Gracias pero no, no quiero que me droguéis.

– Está bien, como quieras – añadió yéndose y poniéndole fin a la conversación.

                                  *     *     *

– ¿Se puede?

Limpié rápidamente un par de lágrimas intrusas que resbalaron por mi rostro justo en ese mismo momento en que escuché un par de golpes en la puerta.

Vuelo 1227Where stories live. Discover now