Nove

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"Sí, lo hago, creo que un día estaré en el lugar en el que estuve. Justo ahí, justo a tu lado, y es duro, los días parecen tan oscuros... la luna y las estrellas, son nada sin ti."

Las cuerdas vibran ante sus dedos, y tal vez no es por el movimiento que hacen, sino por el tono de voz melancólico con la que ChanYeol no ha parado de cantar. Tiemblan, sería la palabra correcta, porque no hay otra forma de demostrar que hasta la guitarra llora con su dueño, junto a su voz y lágrimas que no desparecen. Maldito y caprichoso amor.

"Tu caricia, tu piel... ¿Por dónde empiezo?"

Y por más que aleje esas imágenes, BaekHyun sonriendo es lo único que le atormenta aun cuando canta para desahogarse ¿Por qué duele tanto? Piensa. Pero cuando los recuerdos le persiguen sin dejarlo cantar, detiene el son de su guitarra para mirar a la pared de su recámara, contando hasta diez como le había enseñado su hermana a hacer para cuando sus crisis regresaran. La depresión lo había estado acabando en serio.

ChanYeol había escuchado más de una vez que siempre había una persona dentro de alguna relación que amaba más, pero con el tiempo descubrió que no era así; que no es que uno amara más y otro menos, sino que de alguna manera, entre ambos había quien se expresaba más que otro. Porque ese quien no decía mucho, convertía sus pensamientos en acciones y otras tantas veces en cuidados que, aunque no fueran muy vistos, ahí estaban, intermitentes para hacerse querer.

Así era ChanYeol, siempre cuidando de un BaekHyun llamativo, bastante escandaloso y notable, pero aun cuando sus diferencias, a lo que carácter se refiere, eran muy abismales, ese complemento siendo uno de otro los ayudaba a vivir con tranquilidad. Y ahora estar sin esa otra mitad, sin aquella contraparte era lo más doloroso.

Sus dedos dirigieron a su boca de nuevo la colilla de cigarro, aun restaba para dos o tres caladas y ChanYeol no quería desperdiciar ni un poco y, aunque su nueva filosofía le pidiera aprovechar todo, el ardor en su labio inferior le trajo un nuevo aprendizaje. El final siempre causa dolor.

La puerta había sido tocada dos veces hasta que decidió levantarse para ir a fijarse de quien era, para su sorpresa, una cabellera azabache se asomó desde el pasillo, haciendo que el menor en estatura dejara soltar una sonrisa de corazón. ChanYeol devolvía el gesto para darle paso al bajito, quien sin ninguna palabra, esperó a que se cerrase la puerta para poder hablar.

— Estaba a nada de sofocarme, ChanYeol ¿Por qué no abrías la puerta? Demonios, tu hermana se me quedó viendo desde lejos –había entrado entre refunfuños hasta dejar su bolso sobre la cama del inquilino, quien con una sonrisa triste le miraba-.

— Hola KyungSoo... ¿Qué haces aquí? Te hacía molestando a gente –había respondido ChanYeol caminando de aquí a allá-.

— ¿Y a qué crees que he venido?

— Eres un dolor de culo.

— Pues este dolor de culo se va a ir sin darte noticias nuevas y frescas

KyungSoo había tomado ya su bolso, pero antes de tratar moverse, el titán de casi dos metros lo detuvo sosteniendo su mano para que no siguiera. El enfermero había sonreído malicioso, tomando de nuevo lugar sobre la cama.

— ¿Es sobre...?

— Sí, me he encontrado con BaekHyun hace una semana, no pude venir antes porque tenía asuntos del hospital que arreglar. Lo vi en una cafetería, estuvimos JongIn y yo con él un rato –había hecho una pausa encogiéndose en hombros- tienes que hablar con él.

Cien días sin ChanYeol »ChanBaekWhere stories live. Discover now