"Laurel está decidida a demostrar que su hermano mayor no es un mortífago, incluso si su mejor amigo Sirius cree que lo mejor que puede hacer es seguir adelante. Y con eso, quiere decir besuquearse con Remus Lupin."
[MARAUDERS ERA]
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eleven crouches don't cry
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TODA LA SIGUIENTE semana, Laurel pasó sus tardes con cuatro chicos. En el transcurso de una clase de Pociones, Laurel y James tomaron la decisión de cuál de los hechizos sería más eficaz para el mapa. Y era seguro decir que Laurel estaba emocionada.
El hechizo era una mezcla de un par de sus volúmenes, los que servían para cambiar temporalmente el color de ojos y pelo de alguien. Por la forma en que habían ido los experimentos, Laurel tenía grandes esperanzas en el mapa.
El lunes siguiente, Laurel pensó que las noches serían las mismas: cenaría, iría a la biblioteca, tendría que pedirle a uno de los chicos que le consiguiera un libro de un estante alto (... ella les decía que se callaran cuando alguno se burlaba por su falta de piernas largas) y volvería a su dormitorio. Entró en el Gran Comedor con Harleen y Roman, las cuales hablaban de las clases que tenían ese día.
En realidad, no eran conscientes de que Laurel había estado acercándose lentamente en las clases a Lily y Marlene, o los chicos si era posible. A decir verdad, Laurel estaba esperando el día en que lo mencionaran, y así les explicaría que no le gustaba la forma en la que pensaban. Era difícil de explicar a dos mentes estrechas y tenaces.
—Hey, Laur —dijo Remus, acercándose a ella en la mesa de Ravenclaw. Su estómago dio un vuelvo en Laur—, ¿hay algún hechizo para convertir la sangre de alguien en veneno?
El estómago de Laurel cayó.
Ese era su hechizo.
—¿Por qué lo preguntas? —cuestionó ella.
Sus cuerdas vocales se habían tensado y su voz sonaba agrietada, como si estuviera al borde de las lágrimas. Laurel no quería llorar. Laurel no lloraba. Los Crouch no lloraban. Los Crouch enfrentan problemas con rostros pétreos, sin emociones. Los Crouch no lloran.
